lunes, 31 de enero de 2011

¡VAYASE, SEÑOR RODRÍGUEZ! (Armando Bulla)

SGS
Aznar ganó las elecciones de 1996 a base de repetirle al Presiente: ¡Váyase, señor González! Y un día el señor González debió de hartarse de escuchar la cantinela, disolvió el Parlamento, convoco elecciones generales, las pedió y se fue a su casa. El PP está ensayando ahora esta táctica, pero “de coger olivas vengo”.

Hay un clamor muy extendido para que el Presidente Rodríguez Zapatero manifieste que no se va a presentar en las próximas elecciones y para que descubra quien va a ser su sucesor. A mi me llena de confusión esta situación, porqué, a ver, ¿donde se ha visto que un Presiente de Gobierno tire la toalla antes de acabar su legislatura y, sin embargo, siga ocupando la poltrona? ¿Qué clase de interregno es ese? Un jefe de gobierno dimisionario que continúa gobernando, de interino, en una situación tan delicada como la que se encuentra España, y esto por casi dos años, ¡casi ná! que diría un castizo. Esa acefalía sería catastrófica para nuestro crédito exterior y de gravísimas consecuencias en el interior. Y sin embargo, en realidad la situación actual se parece mucho: todo el mundo, incluso el propio Presidente, da por descontado que la etapa ZP está caducada, más caducada que un yogourt de tiempos de Recesvinto, y sin embargo no se toma ninguna decisión al respecto.

¿Y qué vamos a decir del sucesor? Se da por seguro que será Rubalcaba. ¿Pero cómo va a ser Rubalcaba? Si Rodríguez Zapatero toma el papel de reina madre, que parece adoptar, será Rubalcaba el encargado de endilgar al país las dosis de amargo purgante que le exigen desde Bruselas y desde la City, con lo cual está claro que llegará quemado a las elecciones. Si, por el contrario, el partido cuida la imagen de este camaleónico político ¿quién queda para gobernar, el portero de la Moncloa?

Este fin de semana se ha celebrado en Zaragoza una cumbre del partido y todos los medios de comunicación, mostrando un olfato para el análisis político digno de un constipado nasal, daban por descontado que se desvelaría el nombre del delfín. Nada, todo el partido arropando a su líder ZP. ¿Qué otra cosa podía suceder? No cabía esperar otra solución. Los Césares podían estar relativamente tranquilos hasta el día en que designaban a su sucesor, esa era la forma más segura de pasar a la inmortalidad en tiempo breve.

Lo honrado es hacer lo que hizo el señor González, disolver las Cámaras, convocar elecciones y que el pueblo diga lo que quiere. Esto dentro de un orden muy ordenado, claro, pues con las listas cerradas y las opciones que se presentan, poco puede decir la ciudadanía, a no ser un exabrupto.



Armando Bulla

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