miércoles, 29 de mayo de 2013

CANTONERAS, RAMERAS Y RUFIANES TASQUEROS (Antonio Envid)




A medida que surgen las ciudades, la prostitución, por motivos higiénicos, sociales y fiscales, es tempranamente regulada. Las ordenanzas medievales sobre su ejercicio se prolongaran largamente hasta el siglo XVII sin apenas cambios notables en lo esencial: mancebías autorizadas en lugares acotados, licencia para ejercer la prostitución a mujeres abandonadas o huérfanas sin arraigo familiar en la sociedad, etc., sin embargo, ayer como hoy, es un esfuerzo inútil poner reglas y límites a este oficio tan antiguo y que precisa de tan pocos medios para practicarlo, de modo que su ejercicio en las “tasqueras”, como se denominaba a las tabernas en germanía[7], fue generalizado en todo tiempo. En las tabernas de la época romana ya hay testimonios de ese comercio.
Que sirvientas y fregonas ofrecían sus servicios carnales a los huéspedes de mesones y ventas era público y notorio, de modo que las maritornes y rameras[8] son personajes habituales de la novela picaresca. En las tabernas esas mismas “fregatrices” y mozas sacarían unas blancas[9] extras con su cuerpo para redondear su mísero salario, cuando no eran explotadas por el propio tabernero. (“Un mozo de servicio, trabajando en una venta, recibe diariamente 15 reales de plata, mientras que una moza, trabajando en un mesón, gana mensualmente 3 reales de plata”, nos informa López Beltrán, Mª T.) Todo un comercio sexual clandestino a despecho de las ordenanzas municipales, que ante las quejas de los explotadores de las mancebías, que pagaban un canon al municipio por la autorización, prohibían, en vano, la apertura de hostales y tabernas cerca de las casa de tolerancia y trataban de regular sus horarios.


Antonio Envid Miñana



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[7] Según Corominas, “tasquera” es la acción de espadar el lino y por similitud del ruido que produce al golpear el lino se  comenzó a utilizar “tasquera” como sinónimo de pendencia y riña, evolucionando a “tasca” con la acepción de taberna.

[8] Según Covarrubias prestaban sus servicios en chozas cubiertas de ramas, de donde “se dixeron rameras”. En general se piensa que su nombre proviene del ramo que como distintivo ponían en la puerta de sus casas. También las bodegas colgaban una rama de pino para anunciar el vino nuevo, práctica que todavía se sigue en Mallorca.


[9] Blanca, moneda de poco valor. En tiempos de Felipe II dos blancas equivalían a un maravedí.  Por su escaso valor “estar sin blanca” significaba pobreza.

martes, 28 de mayo de 2013

JE NE SAIS QUAI (Juan Serrano)




Qué importa que Dios exista o no.

Aún siendo Cosmética del enemigo un libro no demasiado extenso, sugiere tal cantidad de temas teológicos que necesitaríamos otra Summa como la de Santo Tomás de Aquino, para aproximarnos a conceptos como Culpabilidad y Arrepentimiento, Pecado y Gracia, Jansenismo, Castigo, Existencia de Dios, Predestinación, Fe o Increencia. Y al final, nos quedaríamos in albis, como al principio, pues el conocimiento de Dios es como el Cosmos, difuso e inabarcable.

No es que yo esperara que estos temas fuesen formulados con mayor amplitud, rigor y disciplina. Tratándose de una novela, Amalie Nothomb demasiado hace con referirse a estas cuestiones de manera tan visceral y sugerente. Por otra parte, al margen de lo que se cuenta en el libro, (por cierto, con buen gancho, trama y astucia literaria), sinceramente, así en frío, no creo que estos planteamientos le interesen a mucha gente. Es al estudioso cualificado, o al teólogo en su caso, a quien correspondería desarrollar tales ideas a la luz de la mente y el comportamiento humanos. Al fin de cuentas, citando a Pascal, la fe es un deseo, y como tal deseo, es fruto más de la voluntad (libido sentiendi), que de la sesuda razón. Aunque no hay que olvidar a los que, detrás de un deseo, ven otro deseo, y así hasta la desesperación infinita.

Y ante el riesgo de que Cosmética del enemigo con su aparente tufo determinista pudiera contagiar de tristeza, descreimiento y pesimismo al inocente lector, sugiero por compensación la lectura de Ofrenda Lírica de Tagore:
Deja esa salmodia, ese canturreo, ese pasar y repasar rosarios. ¿A quién adoras, di, en ese oscuro rincón solitario del templo cerrado? ¡Abre tus ojos y ve que tu Dios no está ante ti! Dios está donde el labrador cava ola tierra dura, donde el picapedrero pica la piedra; está con ellos, en el sol y en la lluvia, lleno de polvo el vestido. ¡Quítate ese manto sagrado y baja con tu Dios al terruño polvoriento! 
Y si acaso el lector necesitara de un complemento, no tan poético como el del autor de Gitanjali, puede a su vez releer a Spinoza, citado, no en vano por la misma Amalie Nothomb como contrapunto optimista, frente al maniqueismo que se desprende de su Cosmética:
Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor. Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios loco puede hacer eso?
Todos matamos aquello que amamos. Este aforismo como tantos otros con los que Amalie siembra de destellos ambiguos sus páginas, nos lleva también a su contarario. O ¿acaso no es la falta de amor, el ser rechazado por Isabelle, lo que empuja a Texor a hundir la hoja del cuchillo en el vientre de la muchacha?

Por último, y a modo de conclusión y consideración práctica, no exenta del moralismo que me corroe como digno vasallo de nuestra cultura judeocristiana, o mejor dicho de la estética que debiera sustentarme, si yo fuese aquel pobre pastor de Giges, al que Platón alude en su Republica, y como Jèrôme Angust, no tuviese conciencia ni remordimiento de haber hecho mal a nadie, tal vez me preguntaría: ¿soy bueno por naturaleza, o más bien me parapeto en la invisibilidad e impunidad psicótica que me otorga el poder del anillo, para seguir matando, (homo homini lupus), al rey, a la reina y a todo quisque que se me ponga por delante?

Y abrumado y confuso por la tensión entre el bien y el mal, la finitud y la eternidad, la libertad y mis cadenas, a lo mejor, como Pascal, yo también respondería: je ne sais quoi.


Juan Serrano
de su blog: Blao
9 de mayo de 2013



lunes, 27 de mayo de 2013

TE MIRO - El silencio mientras te miro (Ángel Ferrer)



sgs (photoshop)




Te miro
a través
de tu blusa
siempre dices
no es para tanto
con tu solo caminar
olvido
mi ausencia
la tuya
que solo existes
a través de las caricias




Ángel Ferrer
de El silencio mientras te miro

domingo, 26 de mayo de 2013

GROUCHO Y CHICO MARX: The Missing Rembrandt, de la serie radiofónica Flywheel, Shyster and Flywheel





El Radio Teatro de TEA FM nos trasladó el pasado jueves, en la primera emisión del programa "Los jueves radioteatro", a una audición -en versión española- del primer capítulo de la serie radiofónica de los Hermanos MarxFlywheel, Shyster and Flywheel. Además, en esta primera entrega se pusieron en onda igualmente "El monstruo marino" y "Perry Masson", de Federico Volpini.  

"Los jueves, radioteatro" acerca al público asistente, obras adaptadas especialmente para radio por el Radioteatro de TEA FM, en las que las voces de los personajes se harán presentes gracias a la desinteresada labor de los miembros del equipo de radioteatro de la Escuela de Radio. El programa "los jueves, radioteatro", que arrancó el pasado 18 de Abril, pretende mostrar en vivo y en directo la magia de este género radiofónico con pequeñas obras que posteriormente serán emitidas por TEA FM.

Estamos ante una de las apuestas más fuertes de la Escuela de Radio TEA FM: la recuperación de viejos formatos radiofónicos adaptados a las nuevas formas de escucha del siglo XXI. Radioteatro de TEA FM se propone, todas las semanas, acercar a nuevos oyentes a este espacio para la imaginación con adaptaciones y textos propios convertidos en sonidos.


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Para oír la versión original
de Groucho y Chico Marx:


EMPRENDEDOR (Armando Muchabulla)








sábado, 25 de mayo de 2013

CONDE ARANDA (Narciso de Alfonso y Servando Gotor)


sgs

Unos dicen que era como la gorra de Wagner o de Durero, a otros les pareció una chapela. Los más despistados no vieron gran diferencia con el sombrero de teja que a veces llevaba el reverendo Brown. Pero lo que realmente llevaba Bermúdez, el Fariseo, el día que comenzaron las obras en Conde Aranda, era el gorro de la Cofradía de los Desamparados de la Triste Faz del Casco Antiguo. Negro y brillante como una cucaracha, pesado como un bloque de granito de Porriño, duro como el orden y cegador como un rayo de luna llena sobre los remolinos del Pozo de San Lázaro. 
Como le venía grande, lo fijaba sobre sus orejas, doblándolas, abriéndolas hacia fuera, machacando los cartílagos, comprimiéndole el  cráneo, clavando sus pies contra el suelo.  Y le cubría los ojos, reduciendo la longitud de su rostro en un tercio. Sin oscuridad no habría sueños.
-Pero, Fariseo, ¿cómo vas con esas pintas?
-No te oigo, Paxton. No puedo oirte. Es por el gorro, ¿sabes? Por el gorro de la Cofradía, que me aprisiona las orejas y me tapa los oídos.
-Pues quítatelo.
-No, no pienso. Todavía no estoy preparado. Acaban de levantar la calle. Mi calle.
-Pero ¿no decías que no oías?
-Y no oigo, pero adivino lo que me dicen. Como tampoco veo, pero imagino lo que le están haciendo con mi querida calle. Espero que no toquen el foso de los cocodrilos y que dejen en paz el acuario de los peces vampiro. Si se llevan el tren chuchú me da lo mismo, que ya estoy harto de verlo. 

El Fariseo afronta siempre Conde Aranda con sólido monólogo. ‘Dios es tímido; por eso no sabemos si realmente existe’, recuerda haber dicho esa misma madrugada a sus más de treinta esclavizadas hijas, que trabajaban sin descanso en la construcción de la pirámide, cada vez más retrasada porque las muchachas deshacen por la noche todo lo que han construído durante el día, o incluso un poco más, como treinta despechadas penélopes.


Narciso de Alfonso
Servando Gotor
El Guacamayo Azul



miércoles, 22 de mayo de 2013

MERODEANDO... El reino del amor (Narciso de Alfonso)



sgs


‘Hermoso es el reino del amor, pero triste es también’ –dijo el poeta con un tópico. Y el fotógrafo nos ha puesto una ventana fija en este rincón del reino del amor que, en efecto, es hermoso y también triste o, por lo menos, entrañable. 

Se oye un rumor de girasoles y hélices mientras el viejo anciano anquilosado, que no puede doblar el cuerpo ni levantar la cabeza, da de comer a un cisne blanco, con una simetría de esfuerzo y longitud entre el brazo del anciano y el cuello del cisne, cómplices en esta aventura de amor tirano. 

Uno tiene las orejas de pergamino y cartílago, ya rígidas y grandes, tal vez sordas de oído; el animal, que oye bien, está desorejado. El cisne es una nube joven, el anciano es un viejo fenómeno del clima o del cielo: a veces, necesitamos creer que algo extraordinario es posible. Ellos conectan con una extraña sabiduría muy anterior al uso de la inteligencia. 

En este rincón del reino se puede ver la maduración del tiempo de la vida y los improvisados escenarios de los sueños, y quizá todo pasa menos en el tiempo o más en la eternidad, como un regadío sin pasión, y se van dejando atrás y afuera todos los asuntos de la gente y de la calle y del mundo, se van abandonando ya para siempre, pero con dificultad, con dificultad: no es un asunto de rosas abriéndose en el aire sino de rosas abriéndose en el agua. 

Se dice que el mejor camino para el amor aventurero y aventurado, como el del viejo anciano y el cisne blanco, es siempre a través y sin cogerse de la mano: el amor no necesita que la hierba esté seca para arrancarse por fuera ya en la primera curva de la pista. También se dice que en el amor han de ser más atrevidos los gestos que las palabras, porque los gestos asustan menos: tácitamente, los dos están muy de acuerdo con esta observación, tal vez más el anciano que el cisne. 

Y cada cosa con su órgano bueno y con su cola y con su huevo negro. ¿Quién no hablaría de amor un jueves cualquiera, bajo la luna blanca?



Narciso de Alfonso,
El Merodeador, IV


martes, 21 de mayo de 2013

AQUELLOS VERDES DÍAS (Antonio Envid)



sgs


La tarde se ahoga en mi vaso de güisqui
Dulce pájaro del día
¿Porqué me abandonas en esta hora incierta,
dejando mi alma vulnerable
a merced de las temidas aves nocturnas?
Pronto rondarán los bandos
de los abominables pájaros de sombra
por un cielo de plomo
ansiosos de llevarse girones de ella.

Mientras tú vuelas libre al palomar
de los dulces días idos
cuando la noche perfumada
nos cubría con sus sedosas pestañas
tras la fatiga del placer
y los días eran cuentas de un hermoso collar
que adornaba nuestra vida
Un vuelo de pájaros estremecidos
era el palio bajo el que caminábamos.

No cabe llorar
por el esplendor de aquellos verdes días,
perdidos están
como el vino derramado


Antonio Envid


domingo, 19 de mayo de 2013

Y FUERA, SÓLO MIEDO (Eva)



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Sólo veo fetos descabezados que crecen
hasta hacerse adultos.

Sólo veo cabezas devoradas por reglas y prejuicios

¡esa es la Gran Verdad!
El vacío las secciona antes de que respiren el aire del mundo.

Si consigues alentar antes
y guardas en tu frasco un poco de lucidez humana,

procura que sea hermético
y a continuación ocúltate y ten cuidado!
Sólo hay un mundo y tienes que vivir en él, si quieres.

Intenta no  axfixiarte debajo de la funda reflectante
y serás todas las cabezas que son la misma
¿no te das cuenta? 

Si te la quitas, no esperes comprensión
serás una cicatriz de vacío
y todas las bocas dirán:
“ha perdido la cabeza”

Intento decirte que no hay un camino
porque sólo hay uno, asfaltado y debidamente señalizado.
Y fuera, sólo miedo.

Guarda bien tu frasco y ábrelo de vez en cuando.



EVA


viernes, 17 de mayo de 2013

HUBO UN NIÑO QUE IBA POR DELANTE, TODOS LOS DÍAS... Walt Whitman en la versión de Ángel Ferrer





Hubo un niño que iba por delante, todos los días,
Y la primera cosa que miraba y aceptaba con asombro o piedad o amor o temor
en ella se convertía,
Y la cosa se convertía en parte de él durante el día, o más ciertamente,
durante parte del día,
y no por muchos años o largos ciclos de años

Las primeras lilas, eran parte de este niño... y la hierba... y las blancas y rojas enredaderas en flor,
y el blanco y rojo trébol y el canto del mosquero,

Y los corderos nacidos en marzo... y el tenue rosa de la marrana ensuciada... y el potro de la yegua y el ternero de la vaca... y los ruidosos polluelos del corral o junto al fango del estanque... y los peces suspendiéndose curiosamente a continuación...
y el hermoso y curioso líquido elemento... y las plantas acuáticas, con sus gráciles y exactas cabezas, todo se convertía en parte de él

Y los campos de coles de abril y mayo se convertían en parte de él...
y los brotes de coles de Bruselas y los de luz amarilla del maíz y los de las raíces comestibles del jardín... y los manzanos en flor y su fruto más tarde... y las bayas que cubren su madera...
y las frecuentes malas hierbas que cubren los caminos;

Y el viejo borracho haciendo eses hacia su casa desde el retrete de la taberna, de donde acaba de levantarse...y el profesor que se cruzaba en su camino hacia la escuela...y el acogedor ambiente de los muchachos que pasan...y los pendencieros chicos...y las aseadas e insolentes muchachas
y el muchacho y la muchacha negros, con los pies descalzos;
Y todos los cambios de la ciudad y el campo, dondequiera que se dirigiese

Sus propios padres, le habían impelido la cosa paterna por la noche... y fue engendrado y ella le concibió en su útero y le hizo nacer... le dieron a este niño, más de lo que ellos eran,
le dieron más tarde, todos los días... ellos, se convirtieron en parte de él,

La madre en casa, tranquilamente poniendo los platos en la mesa,
la madre de dulces palabras... limpiando su gorro y su túnica... un sano olor descendiendo de su persona y su ropa, mientras camina por:

El padre, fuerte, autónomo, varonil, poco caritativo, disgustado, injusto...
El golpe repentino, la rápida y estridente palabra, el hermético pacto, la artificiosa persuasión...
las tradiciones familiares, el lenguaje, la compañía, el mobiliario...el ilusionado y henchido corazón,

El afecto que no era necesario ganar...la sensación de lo que es real... la idea de que si después de todo, lo que debería ser resulta irreal,

Las dudas durante el día y durante la noche... el escudriñador, si...  y el cómo... si lo que parece ser es así... o ¿todo son flashes y manchas?

Hombres y mujeres desplazándose rápidamente por las calles... si ellos no son flashes y manchas, ¿qué son?

Las mismas calles y las fachadas de las casas.... las mercancías en los escaparates... carruajes trabajando en equipo... los muelles por niveles y el gran cruce de los transbordadores...
la aldea bajo la montaña vista de lejos en la puesta de sol... en río en medio,

Sombras, aura y niebla... la luz cayendo por los tejados y los aleros de blanco o marrón, tres millas por encima... la cercana goleta emergiendo cuando baja la marea... el pequeño bote holgadamente remolcado marcha atrás,
las olas dando tumbos aprisa y rápidos saltos... y abofeteando; ...los estratos de coloreadas nubes....
El largo horizonte de tintes granate, solitario de por sí... la extensión de pureza en la que flota inmóvil, su filo... el cuervo marino volando....la fragancia de la salina y el cieno de la playa:
Todo esto se convirtió en parte de este niño, que iba aventurado cada día y que ahora lo hace y lo hará cotidianamente... y estas cosas se convertían en parte de aquel o aquella que las lee ahora con detalle.



Walt Whitman
Hojas de hierba
(Traducción: Ángel Ferrer)


jueves, 16 de mayo de 2013

ORACIÓN DE LA FLOR DE LA PATATA (Juan Serrano)



La belleza no hace sino poner en ridículo nuestra pequeñez más dolida. O lo que es lo mismo: el Narciso a la contra, el don de sentirse mar inmenso en un charco afeado y seco.

Y quiso mirarse la flor de la patata en el espejo de la Venus de Milo, medirse con el jazmín y la rosa. Y al momento se vio el tubérculo atacado por la cochinilla de la fragilidad, la caducidad y la prisa, el arañuelo devorador y ruin de soles y clorofilas, sonrisas y buenos días.

Esta mañana en un gran bancal de patatas me paré a mirar una flor entre tantas matas. Y sólo vi un débil resplandor, apenas imperceptible, a lomo de olas verdes de caballones mansos. Y me acerqué sin que me viera la flor insignificante de la patata, que lucía dichosa su ordinariez estoica, rodeada de alegres buganvillas, cipreses altivos, nubes engreídas de crespones blancos entre los perales. Y estas fueron las palabras que oí salidas de su cáliz oxidado en forma de oración de simplicidad agradecida:

¡Oh huerta y campo, os agradezco haberme hecho efímera, y no tremendamente bella como las beatas republicanas de la parábola! Gracias a los achaques, a las plagas, a mi chabacano existir, puedo congraciarme con santa avaricia de mi tenue goce y brillo. No dispongo de toda la eternidad para el envanecimiento exagerado que denigra y espanta a merlas y gorriones.
Por eso, gracias os doy de nuevo, ¡oh cielos!, por enseñarme a condensar mi respirar infinito en un suspiro de poquedades vacío. Os estoy enormemente agradecida por no haberme hecho fuerte como el tronco del pino; longeva como el olivo; prominente como las montañas; invulnerable y pinchosa como las ramas de los cítricos. De ser elocuente, robusta y hermosa, el esfuerzo por perpetuarme bella hubiese acabado antes conmigo.
Sé que no puedo presumir de altaneros frutos; pero gracias, ¡oh tierra, oh cielos!, al soterramiento que me concedisteis, resguardada voy del frío, del vendaval y del chasco de alturas inalcanzables.
Gracias por la sabiduría de la caducidad y el sabroso don del instante, la virtud de la discreción humilde, expectante y oscura.
Gracias por fecundar en mi vientre de sombras el blanco pan crujiente de los pobres, que saben hacer de mí los mejores guisos.



Juan Serrano
de su blog: Blao
13 abril 2013



miércoles, 15 de mayo de 2013

EL PADRE VICTOR HUGO (Antonio Envid)


sgs


Leyó la hermosa caligrafía curial que se extendía longitudinalmente por todo el sobre desbordándolo casi: “Rvda Madre del Gozo de los Dolores de los Clavos de Cristo”. Demasiado largo, el nombre; ya se lo advirtió la Madre Superiora cuando se consagró, que escogiera otro más corto. Pero es el nombre elegido por Dios, reverenda madre, si no por qué tengo de nacimiento grabados en la piel de salva sea la parte tres clavos, que si no fuera por pudor yo se los enseñaba a su reverencia para que pudiera comprobarlo usted misma, pero si es por santa obediencia, yo se los muestro ahora mismo; y la superiora con gesto cansado y nada interesada por contemplar  tamaño prodigio le decía que bien, que se cumpliera la voluntad divina. La carta se la entregaba la hermana Calamidad y sor Gozo de los Dolores de los Clavos de Cristo la recogía con aprensión. Todo en lo que intervenía la hermana Calamidad se complicaba y acababa mal, y por otra parte las escasas cartas que se recibían del obispado no solían traer buenas nuevas. Quizá anunciase una visita. Había años en que se recibía una sola carta del obispo, para decirles que esperaba la habitual limosna para el sostenimiento de la diócesis, “calculamos prudentemente que puede ascender a ……..€, el cinco por ciento de los ingresos del convento”. Si la correspondencia era escasa, mucho más eran las visitas del santo Obispo, cuanto mucho veían al vicario, más atento a los libros de contabilidad del monasterio, que a otra cosa. Qué bajo vuela a veces el Espíritu Santo. Pero ¿quién era ella para juzgar? Serían penitencias que Dios en su sabiduría les enviaba para hacerlas más santas. Ya puedo confesarme de este pecado de soberbia. Mientras rasgaba el sobre con parsimonia sor Calamidad esperaba curiosa.  Sor Calamidad, seguro que tiene usted cosas que hacer, de modo que ¡hala! al coro, o al caño, o del coro al caño, como suele decirse. Extrajo con cierto titubeo  el papel que le venía del obispado y calándose los lentes a medida que leía le comenzó a temblar la mano que lo sujetaba. Que habiéndose informado de la diócesis de Honduras el tal padre Victor Hugo no figuraba en la nómina de la misma y era de suponer que se tratase de un impostor, ni tampoco existía en aquella demarcación convento alguno de Monjas Peculiares de la Exaltación del Santo Pañal, ni se conocía semejante orden religiosa…. Que las supuestas monjitas que habían ingresado recientemente en ese convento de su digna reverencia no eran tales, sino emigrantes que habían adoptado esa figura para introducirse ilegalmente en el país y con fines bastante oscuros (dicho ésto en evitación de ser más explícitos)…. Que se había puesto todo en conocimiento de las autoridades para que tomaran cartas en el asunto. Un grito, más bien un trueno celestial, retumbó por todo el convento: ¡Sor Calamidad, venga inmediatamente a explicar cómo conoció al padre Victor Hugo…! ¡Qué nos remediaría el grave problema de la sequía de vocaciones! ¡Qué Dios nos lo enviaba providencialmente! ¡Qué era un hombre de Dios! ¡Semejante farsante! ¿Y los seiscientos euros que se pagaron por el pasaje de cada una de esas… de esas…?


Antonio Envid



martes, 14 de mayo de 2013

DESDE LA ORILLA TIRO UNA PIEDRA - El silencio mientras te miro (Ángel Ferrer)



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Desde la orilla
tiro una piedra
y sus ondas son
el secreto
que le cuentan al río
dónde me encuentro
llorándote por dentro
agua de mar
lluvia de esperanza
gotas que señalan
amor perdido
flotando hacia el olvido
distrayéndome de ti
en la naturaleza
inconstante de amor
hasta que perteneces
al mismo río
volviendo a ser
mi único anhelo




Ángel Ferrer
de El silencio mientras te miro




lunes, 13 de mayo de 2013

MERODEANDO A.... Ya tarda el 42 (Narciso de Alfonso)


sgs



El fotógrafo ha puesto una ventana sabrosa sobre la ventana del autobús, capturando principalmente a tres mujeres sentadas, de tres edades diferentes. La primera de ellas –por orden de asiento- tal vez esté pensando en qué pensar; sus ojos parecen suspendidos, como si viera que tal vez la fotografían pero estuviese buscando su mirada, y no la encuentra, y no sabe o no puede arrancarse a mirar, y se queda solamente en el ver; quizá esté intentando elaborar su función mental para conectarla a la mirada de los ojos. 

La muchacha adolescente es la tercera de asiento, está hermosa con ese aire de suficiencia, unos labiazos abundantes y la pose de observadora profesional con unas grandes gafas de sol: está mirando al horizonte, lo que casi siempre viene a ser una manera de mirar al propio horizonte, a esa línea confusa en la que nos acabamos por dentro y que a veces es la corriente incolora de la conciencia; o la imagen mental de la vida en bruto, en grueso, en gordo; o el límite en el que empezaríamos a pensar de verdad si lo alcanzáramos pero, como el horizonte, es inalcanzable. 

Aunque no podamos oírlo, tres mujeres en línea de autobús tienen que producir un buen frufrú: el frufrú de sus medias; el frufrú de sus pestañas, el frufrú de sus deseos: los ojos se fían de ellos mismos, son las orejas las que se tienen que fiar de los demás. Las dimensiones del autobús nos ponen a las mujeres entre horizontes portátiles, como si estuvieran detrás de un mostrador de la vida. 

La mujer que está en medio, como el de en medio de los Chichos, está desguazando con expresión de asco a alguien o algo que no vemos, con una tremenda elocuencia de reojo y descaro, con un punto de extrañeza o asombro en su mirada. Es como si hubiese visto una cosa rara, que quizá hasta explote o produzca cáncer; o un instrumento que no comprende, algo como una mezcla de bumerang y de prótesis de cadera. Lo esencial en determinados escenarios sabrosos, como este, es sobredimensionar la vacuidad, montarse una buena aventura de asco que después contará, en una segunda sobredimensión, a su vecina, a su familia, a la peluquera diplomada. 


Narciso de Alfonso
El Merodeador, IV


viernes, 10 de mayo de 2013

¿EDUCACIÓN EN ESPAÑA? (Armando Muchabulla)



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Escucho por una emisora de radio la despedida de una becaria: “He de deciros que he estado supercontenta mientras he estado trabajando con vosotros, sois unos compañeros supermajos que me habéis tratado superbién. Vale. He estado trabajando supermotivada con vosotros. Vale. Tanto los compañeros de redacción, vale, como los técnicos, vale, os habéis comportado conmigo superbién……”. Y así seguía una larga retahíla de súperes y de vales, haciendo gala de una fluidez de lenguaje no muy apropiada en quien se ha preparado para ser experta en comunicación.
En una televisión nacional entrevistan a un joven que teme por la supervivencia de su puesto de trabajo en la fábrica de chocolates de Ateca, pueblo de la provincia de Zaragoza. Esta fábrica centenaria va a ser cerrada, según ha informado su propietaria, una multinacional, para trasladar la fabricación  a otras factorías que posee en Valladolid y Polonia: “No hemos querido estudiar, ya que al tener la fábrica y por ahí, para qué estudiar. Pero si la cierran, sin estudios y sin nada, qué vamos a hacer…”.

Tras estas desconcertantes declaraciones se esconden dramas personales de jóvenes que nos conmueven, pero sobre todo nos obligan a pensar sobre la responsabilidad que tenemos todos y cada uno de los adultos de este país sobre la formación de estos muchachos. No solamente por las frustraciones personales que pueden derivarse de nuestro hacer, si no, también, porque  de estos jóvenes depende el futuro de nuestra sociedad. La educación en este país se ha utilizado como arma ideológica, una manera de captar votos, una forma de fabricar súbditos de la aristocracia política, un sistema para satisfacer intereses personales de formadores en los que se ha tenido más en cuenta su adscripción ideológica que su capacidad docente, un sistema que ha diseñado los estudios de acuerdo con la formación e interés en su puesto de trabajo de los docentes, sin escuchar las demandas de la sociedad. En fin, un sistema de fines espurios en el que se ha olvidado el fin primordial de la formación: formar gente libre y adecuada para ser buenos ciudadanos y para ser útiles para la sociedad, y, en definitiva, con capacidad para ser felices.

Muy mal lo hemos hecho en las últimas décadas en esta materia cuando hemos cosechado uno de los índices de fracaso escolar más altos del mundo, cuando nuestros licenciados han de buscar trabajo fuera de España, cuando se reciben currículos de aspirantes a puestos de pequeña categoría donde figuran la realización de masters y doctorados, cuando hay una legión de gente sin cualificación profesional, cuando no se ven líderes jóvenes, y los pocos que salen a la luz son personas airadas, en contra de cualquier sistema, incapaces de crear órganos de discusión civilizada, que creen que todo ha de resolverlo el Gobierno. Gentes que no se han enterado de que lo máximo que puede pedirse a un Gobierno es que no estorbe la iniciativa privada, personas que no saben asumir que son mayores de edad y que ya no precisan de un papá Estado.

Armando Muchabulla  


"¿CRISIS? NUNCA PASA NADA"

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No es este un libro de economía. Es una reflexión que intenta ser curiosa y entretenida sobre el hombre, sobre el yo y los otros, sobre el amor y la muerte, sobre la verdad y la belleza, el éxito y la envidia... Tampoco encontrará aquí el lector las claves de la felicidad, pero sí una forma de acercarnos a ella a través de la introspección, la belleza y la verdad. Son el arte y el conocimiento, la observación externa y la propia introspección, la lucha o agón y el temple, las únicas herramientas con que contamos, si somos conscientes de ellas y sabemos utilizarlas, para conseguir una aproximación al verdadero sentido de nuestra existencia y sentirnos, así, bastante mejor. 











miércoles, 8 de mayo de 2013

SEXO AMBIGUO (Juan Serrano)





El sexo, no es que sea ambiguo, que lo es, (de ahí su atracción inevitable); es que está en proceso de evolución constante. Los genitales no bastan para determinar el género. La barrera que separa al hombre de la mujer escada vez más difusa y menos distante. (Opekú)Pascal quiere compensar sus miserias saliendo a distraerse un rato. Todos sabemos que Pascal no es un libertino, tampoco un sátiro; pero para endulzar el amargor de su pesimismo judeocristiano, elige para su divertimento Le diván du Colette. En un emocionante expectáculo con cena incluida, la mejor Dragqueen de todo París asegurará a Blaise una velada de sensualidad y lujo (libido sentiendi), en uno de los mejores restaurantes de la calle Saint Germain. El humor, la gratia efficax de Colette, aunque sea por unas horas, salvará a Blaise de su desenfado pirrónico, la culpa de sus pecados jamás cometidos. Creo en el hombre. (Blas de Otero).

Colette sale al escenario unas veces vestido con plumas hasta las cejas, o ataviado de chales y tules. Otras, subido en sus escaleras de zapatos zancudos, entubado con encajes, ensillado como mula enjaezada por lunas de baquelita, se deja lamer sus pechos afeitados por un alazán de mirada tierna. A ritmos estridentes de música enloquecida, Colette se despoja poco a poco de sus estrafalarias vestimentas hasta dejar desnudo su cuerpo cremoso, sacudido eléctricamente por impulsos epilépticos, descargas ondulares, transversales, coñoidales, axiales y elípticas. A Pascal le viene a la mente en ese momento su teorema preferido: Vivimos en un círculo extraño cuyo centro se halla en todas partes y cuya circunferencia no está en ningún sitio.

En un principio, el espectáculo, debido a las reprimidas reminiscencias jansenistas del propio Pascal, tal vez no le fascinara como debiera. Le repele el doble sentido de representación tan asimétrica y provocadora. Pero conforme el show avanza, Blaise se ve atraído por el celofán y la serpentina, las ondas plateadas, las plumas y pelos en amalgama confusa, bipolar e imántica de la estridente Colette.

Desde el rincón más oscuro de su tálamo craneal, Colette se desparrama hasta la punta más pronunciada de su hueso innominado. Su cara escayolada de afeites y coloretes revela la transformación milagrosa de un sexo que, desde su entrepierna perpleja, centro y base de proyectos inacabados, se extiende incuestionable y contradictorio, como la misma Perséfone, siempre dividida y confundida por la fatalidad de su sino: ser y no ser, gracia y culpa, corazón y mente, mujer y hombre, deseo, presa, provocación y conquista. Libido dominandi. Dulce muerte súbita. Pascal recuerda que en el núcleo mismo del deseo agoniza la insatisfacción. No sabemos si Blaise hizo el amor con hombre o mujer alguna. Pero el matemático francés, repantigado en su sillón piensa en este momento, que poner en duda su masculinidad, sería como renunciar de su mismísimo padre.

En los genitales de la Dragqueen brama ahora un leopardo herido. Pascal contempla iluminado el origen de la vida, el omphalós, el ombligo del mundo, el agujero do mana el agua pura y donde los dioses hunden para su recreo el afilado arado de sus rayos seminales en un Paraíso aún sin corromper.

Lo turbio, lo confuso, la indefinición de gestos, la dualidad de movimientos contribuyen a que Blaise aguante más de una hora colgado como obtuso neófito, converso refocilado, delante de la pista donde tiene lugar el expectáculo. Pascal quiere adivinar, si lo que esconde Colette en saltarina complicidad debajo de su florido taparrabo, es carne de conejo o de ratón, de sardina o bacalao. Ternura y fiereza, seducción y acoso, contraste de palomas que se arrastran, serpientes de vuelo alto, luces escondidas, sombras iluminadas, flores marchitas en capullos embozados, en hormas contrahechas.

Embebido por los relámpagos escénicos de tanta convulsión sin sentido y desvarío, (pechos de tabla rasa, canciones dobladas, neuronas bicéfalas, anxones hermafroditas, salamandras en la nieve, cangrejos en el desierto, curvas de rectas líneas, piernas de tarugo bailando graciosas a pasos desangrados a ritmos de circulares utopías), se le fue a Pascal el santo al cielo en mística conjunción entre la suma y la resta, el punto y la geometría.

Luego, acabado el expectáculo, Pascal se fue a casa intrigado por no haber podido descifrar, tras el goce de aquella gala de Dragqueens, la identidad, el género del alma humana. Y se acostó sin saber si los impulsos emboscados y atrevidos de Colette eran payasos, medusas sin corazón y cerebro, o tal vez profetas, ángeles o caracoles con alas.

Y mientras se dormía, su pensamiento en sueño atento, le guió al origen del mundo, al tiempo en que Gea y Urano, la Tierra y el Cielo, en ajustada cópula, entre estrepitosos volcanes de erupción gozosa, terremotos en cadena, felices deflagraciones, lluvia de estrellas nacientes, parieron el primitivo hábitat del que nacieron en proceso de evolución inicial el hombre y la mujer, embriones a medio hacer, cuando la ecografía del progreso aún no había atisbado ni el género, ni cromosoma diferenciador alguno.

Fue entonces cuando se estrenó la historia, sin la culpabilidad de los errores del futuro y del pasado, con la inocencia virginal de la primera sexual, paritaria y natural experiencia.





Juan Serrano
de su blog: Blao
16 de abril de 2013 








lunes, 6 de mayo de 2013

Jordan Pulmones (Paula Parcial Parcial)




Jordan Pulmones

Sin palabras de amor, dulcemente, el viejísimo
Jordan Pulmones se está muriendo en su vagón,
sosegado, sin saberlo, dejándose llevar
por el sabroso sueño de la siesta, mientras van
creciendo entre sus dedos las tiernas ortigas
de la muerte.

Jordan Pulmones, ay, el mendigo que fue
camarada del general Archer, sí, cuando entonces.

Se muere dejándose arrullar, tumbado en el vagón
que ha sido su casa durante más de treinta años,
sucio y acogedor, con la luna y las estrellas pintadas
en el techo.

Jordan, polaco y orgulloso, fue también pastelero
en Dresde, amante de los caballos y cazador de faisanes.


La muerte lo mata despacio, con aromas de pastelería
en la boca: nata, vainilla, chocolate y canela. Va manchando
su piel con los tenues colores de la pólvora y de la vida.

La muerte ciñe su carne tomándole las medidas, acariciándole
los muslos y el cuello con mucha suavidad, tristemente.

Jordan cabecea sin tropezar los engaños, templando y
sin caerse del cartel. Cambiando el viaje y tomando terrenos
contrarios, metiendo la cara y mirando alto, el viejísimo
Jordan Pulmones se entrega despacio, moderando la codicia,
cascabelero y con casta.

La muerte oxida sus huesos, esparce oro y menta
alrededor del castigo y, cerrando con celo, se centra
para la última verificación: lo cita de frente y clava,
dejando su certificado sobre el raído chaleco de Jordan.

Ay, Jordan Pulmones, que pudo ser director general
de la Esso, que conoció a Chaplin y al pequeño de los Lunetti.

Hermoso como un atardecer sin cigüeñas, alto de palos
y ancho de sombrajo, Jordan inspiraba confianza y desdén:
pudo ser casi infinito.



Paula Parcial Parcial

ORACIÓN A LA VIDA: Un poema de Lou Andreas-Salomé con música de Nietzsche



Montaje de vídeo: Lh



Igual que cada amigo ama a su amigo,
así te amo yo a ti, vida enigmática.
Tanto si me haces gritar de gozo que llorar,
tanto si me das penas  o placeres.
Yo te amo en la aflicción y en la alegría.
Y si alguna vez quieres  acabar conmigo,
me arrancaré de tus brazos con dolor
como se arranca el amigo del pecho de su amigo

Con todas mis fuerzas yo te abrazo.
Deja que en tu llama arda mi espíritu.
Y que en el fragor de la lucha
 encuentre yo la clave al enigma de tu ser.
Quién tuviera siglos para existir, para pensarte.
Abrázame con fuerza entre tus brazos.
 Si no te queda ya felicidad que darme,
de acuerdo, dame ese sufrimiento que aún te queda.


Lou Andreas-Salomé



La traducción es de Antonio Pau y la he sacado de su conferencia en la Fundación Juan March sobre Lour Andreas-Salomé, mujer de enorme influjo en hombres de tanta talla intelectual y sensible como Nietzsche (quien en una faceta menos conocida de su vida puso músic a este poema) o Rainer María Rilke.

Una interesante semblanza sobre esta mujer puede escucharse en la referida conferencia de Antonio Pau

Antonio Pau, sí, viejo conocido nuestro puesto que en una de las páginas de este blog (las páginas están a vuestra derecha) hacemos referencia, precisamente, a otra de sus conferencias en la Fundación Juan March sobre Rilke (pinchar aquí).



_________
Ir a la conferencia
de Antonio Pau sobre Lou Andreas-Salomé,
que concluye con la lectura/traducción 
de este poema,





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