-
Sería todo, todo
tan hermoso si hubiera guerra, Mary Paz. Con muchos enemigos a los que matar,
hala, sangre por las paredes, los edificios derruidos, las calles llenas de
cascotes. En una guerra yo estaría siempre con el bando que tuviera más
enemigos, sí, una guerra simplifica tanto las cosas, Mary Paz. Date cuenta,
enfrente hay unos tipos a los que tienes que matar, a los que debes matar. Es
la leche. Diez, veinte, es igual, cuantos más, mejor. Que una iglesia no acaba
de gustarte, pues la derribas y ya está, así de fácil, sin pedir permiso al
ayuntamiento ni a los bomberos. Pobre San Pancracio, ya no tiene casa. Que
pasas por la calle de aquella novia que te dejó por otro, venga dinamita y
fuera malos recuerdos. Cuánta purificación interior y exterior en diez minutos,
Mary Paz, qué desahogo.
Y el ruido de
los cañones que no dejan de disparar, ay, cuánta lujuria, con lo afrodisíaco
que es el olor de la pólvora, y el fuego de los incendios al anochecer, qué
nostalgia de pronto.
-Pero Sire, por el amor de Dios ¿qué hace?
-¿Que qué hago, waiter?
Estamos en guerra, ¿no?
-Yes, Sire, pero...
-Ni pero ni para ni poros...
Es el momento, waiter.
-
¿El momento de qué, Sire?
-De acabar de una vez con todo.
-Pero Sire, por el amor de dios...
-Que me dejes, waiter...
-Pero Sire, qué culpa tiene la coctelera forrada de
astracán...
-Toda, waiter. ¡Toda!
-Sire, perdone, pero, se lo juro: de verdad, a veces pienso
que...
-La coctelera de astracán representa todo, waiter. Todo lo negativo, todo lo impuro. La mixtura más soez, el eclecticismo más
absurdo, el materialismo dialéctico, ¡todo!
Todos nuestros males se hacen presentes en la coctelera de astracán.
-Pero Sire, ello no le da derecho a tamaña agresión.
-Pues espera, waiter, espera que termine y verás.
-¡Qué horror, qué horror, mi coctelera de astracán inundada de
vino Don Simón, como si de un banal tetabrick se tratara!
-Es la guerra, waiter, ¡la guerra! ¿No lo entiendes?
-No sé, Sire, no sé si podré resistir esto, pero ¿y qué hace,
qué va a hacer ahora?
-Fanta, waiter, necesito fanta de naranja, fanta de naranja y
un poco de coñac, del peor que tengas.
-Ah no, en mi coctelera de astracán, no, se acabó, Sire, lo
siento.
-Waiter, haz el favor de devolverme la coctelera.
-Que no Sire. Lo siento
pero no.
-Waiter...
-Que no. Lo del don
Simon, ya es de por sí insoportable, pero pretender utilizar mi coctelera para
una vulgar sangría... No, Sire, lo
siento pero antes habrá de pasar por encima de mi cadáver.
-Pues dime, sire, dime dónde está tu cadáver que pasaré sobre
él sin ningún problema. ¡Es la
guerra! Venga, dí, dónde está tu
cadáver.
-Escondido, Sire.
-¿Escondido?
-Yes, Sire, y no pienso decirle dónde.
-Waiter...
-Ni por pienso, Sire.
-Jé, waiter... Ya sé,
ya sé dónde se ha escondido tu cadáver, je.
-Ni se lo imagina.
-Jé, lo tienes dentro, dentro de tu cuerpo, jé.
-Qué vulgaridad, sire, todos llevamos escondido un cadáver,
pero el mío ahora mismo, en estos momentos, lo guardo a buen recaudo y no está
precisamente aquí, je.
-Cómo, ¿no? Waiter, una
de dos: o me devuelves la coctelera de
astracán o me dices dónde has escondido tu maldito cadáver.
-El 7897. ¡Para hoy, llevo la
suerte!
-Joer, siempre tan inoportuno, largo, ciego de mierda. Venga, waiter, arreglemos esto de una vez.
-Yo podría ayudarle.
-Con el 7897, ¿verdad?
Váyase a la mierda.
-Mire...
-Ah, sí, eso está bien.
-Lo ve, ya le he dicho que podría ayudarle.
-Pero qué es esto, Sire.
-Lo que ves.
-¡Un revólver!
-Es la guerra, lo sabes.
-El 7897
-Será cabrón el muy ciego.
-Venga, trae, dame la coctelera.
-Para hoy la suerte.
- Ya le he dicho que no, Sire.
-Waiter...
-Mátelo, mate al puto camarero, dispare de una puta vez ¿no es
la guerra?
-Calle, ciego de mierda... A todo esto, ¿cómo ha podido entrar
en el Cuesco?
-Pisoteando el Pentalfa.
-¡¡¡El pentalfa!!!!
¿Cómo ha podido ser capaz de pisar el pentalfa?
-Joer, waiter, porque no lo ha visto, ¿no ves que es ciego?
-También usted, Sire, pero jamás se hubiera atrevido a
pisarlo.
-Porque mi ceguera es
inteligente, waiter.
-Y ahora, sire, ¿qué pasará ahora?
-Nada, si me devuelves la coctelera de astracán.
- La suerte para hoy...
Dispare, sire. Venga, dispare de
una vez que esto me empieza a aburrir.
-Tú te callas, ciego de mierda.
-Ah, bueno, a mí como si...
El 897, para hoy la suerte, amigos.
- Está bien, tú lo has querido, waiter.
-¡ILSA! Qué hermosa
eres.
- Muy bien. He intentado razonar contigo. He hecho cuanto he podido.
Ahora exijo esos salvoconductos. Ve a buscarlos.
- ¿Los salvoconductos, ILSA?
-Sí, los salvoconductos, venga, ve a buscarlos.
-No es necesario. Los llevo aquí.
-Ponlos sobre la mesa.
-No
-Por última vez, ponlos sobre la mesa.
-Si tu causa te importa tanto, nada va a detenerte. Muy
bien te lo pondré más fácil.
-No te acerques tanto
-Anda,
dispara. Me harás un favor.
-Para hoy, la suerte. ¡Adios, imbéciles!
-Mire Sire, el ciego.
-¿Qué pasa con el ciego? No conseguirás distraerme.
-Se acaba de largar con la coctelera de astracán.
-Será cabrón.
Venga, vamos, vamos tras él waiter.
-Lo dudo, Sire, lo dudo.
-¿Que podamos atraparle?
¿Por qué lo dudas, waiter de mierda?
- El pentalfa (*), Sire.
-Es verdad, ¡el pentalfa!
-Ahora sí que la hemos hecho buena.
-Pero esto es la guerra, waiter. Hay que aprovechar.
-A mí, sire, perdone, pero sin mi coctelera de astracán
nada me aprechará ya en este mundo cruel.
-Pero waiter no te desanimes, hombre, hay muchas cosas
que podríamos hacer.
-Para mí ya, nada, Sire. Nada me confortará en esta
asquerosa vida.
-¿Y los escolapios?
-¿Los escolapios, Sire?
-Los dos les tenemos ganas, no me digas.
-No le entiendo.
-Pegarles fuego de una puta vez por todas.
-Eso sería maravilloso, Sire.
-Date cuenta que esto es la guerra.
-Es verdad, Sire, ¡es la guerra!
-Vayamos allá, venga.
-¡Vayamos!
-Se van a acordar, todos. Las van a pagar todas juntas. ¡Esto es la guerra!
- ¡Venga...! Pero,
Sire...
-¿Qué demonios pasa ahora, waiter?
-Que o podemos salir.
-Cómo que no podemos salir...
-¡El Pentalfa, Sire!
-Pardiez ¡el pentalfa, es verdad!
-Esto es el fin.
-Sí esto es el fin.
- Peor que la guerra, Sire.
-Mucho, mucho peor, ya lo creo.
-Y ahora ¿Qué podemos hacer?
-No lo sé, waiter, no lo sé, la verdad. Seguiré mirando periódicos, haciendo
crucigramas.
-Sí, pero ¿y yo, Sire, y yo?
-Tú de momento ponme una manzanilla.
-¿Y mi coctelera de astracán?
-No te preocupes, la recuperaremos. El ciego ese maldito
volverá y la recuperaremos.
-Entonces, sire, ¿se acabó la guerra?
-Sí, waiter.
Nuestro sueño se esfumó. Qué nostalgia de pronto.
Narciso de Alfonso
Servando Gotor
Cuescos
____
(*) Referencia al Fausto de Goethe:
MEFISTÓFELES
He de confesarlo: hay un pequeño obstáculo que me impide salir de
aquí, la estrella de cinco puntas del umbral.
FAUSTO
¿Te hace daño esta estrella? Pues si eso te espanta, hijo del
infierno, dime entonces, ¿cómo entraste aquí? ¿Cómo conseguiste burlar a ese
espíritu?
MEFISTÓFELES
Fíjate en ella. No está bien trazada. El ángulo que va hacia fuera,
como ves, se abre excesivamente.
FAUSTO
¡El
azar ha acertado! ¡Eres mi prisionero!...
PUEDE VERSE EN LA RED UNA BUENA EDICIÓN DEL FAUSTO DE GOETHE CON ABUNDANTES NOTAS, DE LA QUE SE HA EXTRAÍDO LA AQUÍ RESEÑADA, PINCHANDO AQUÍ:
FAUSTO