martes, 29 de junio de 2021

un poema de jorge boccanera

                                                                     




                                                                                                                   



                                                                                                 jorge boccanera

                                                                                                  tambor de jadeo

              cuchara



    Nace del verbo dar,

    como si el corazón tuviera mango. 

    Está hecha de lo que le falta, jamás

    se guarda nada para sí.

    Podría medir el mundo, acunarlo, transportar 

    su misterio, sus campanarios de agua de una 

    orilla

    a la otra.

    Más humana que un perro. 

    Más a mano que Dios.





                                                                        universidad externado de colombia 
                                                                        primera edición
                                                                        julio de 2009
                                                                        bogotá


                                                             

                                                    

                                                           

lunes, 28 de junio de 2021

el último elvis, un poema de vilas

                                                                        



Cuelgo este poema porque es de Vilas, de Manuel Vilas, del Gran Vilas, Barbastro 1962, 
el tipo escribe novelas, poesía, artículos, en fin, todo lo que se deje escribir.

He dudado en colgarlo por si resulta que es ya conocido, muy conocido, demasiado
conocido en este blog. Pero por fin me he dicho que un poema de Vilas nunca sobra,
y aquí está.


manuel vilas
el hundimiento
IV. madrid
el último elvis

poesía completa 1980-2018
3ª edición corregida y aumentada
noviembre 2019
visor libros
madrid


el último elvis

                                                No fear, no envy, no meanness

                                                                        Liam Clancy



Respeta siempre la destrucción de las mujeres
y de los hombres que amaron o intentaron, al menos, amar
la vida y esta les quemó o les rompió los huesos de la cara,
las entrañas y las venas y el hígado y el buen corazón,
respeta todos los sagrados y los más humildes hundimientos
de los seres humanos.

Respeta a quienes se suicidaron.

Respeta a quienes se arrojaron a los océanos.

No hables mal de ellos, te lo ruego, te lo pido de rodillas.

Ama a toda esa gente, esa muchedumbre, ese río amarillo
de la Historia de todos cuantos perdieron tan injustamente,
o tan justamente,
da igual.

Gente que aceleró en una curva.

Gente que escondía botellas en los rincones de su casa.

Gente que lloraba en los parques de las afueras de las ciudades.

Gente que se envenenaba con pastillas, con alcohol,
con insomnios aterradores, con veinte horas de cama todos los días.

Lo intentaron, pero no lo consiguieron.

Gente a quien le sobraba tres cuartas partes de su pequeño frigorífico.

Gente que no tenía con quien hablar semanas enteras.

Gente que no comía por no comer sola.

Son hermosos igualmente, te lo juro.

Resplandecerán un día.


Nombremos todo aquello
que nos convirtió en seres humanos.


Para que no haya miedo, ni envidia, ni maldad.


Amo, celebro, y exalto todos los hundimientos
de todos los seres humanos que pisaron este mundo.

Porque el fracaso no existió jamás,
porque no es justo el fracaso y nadie merece fracasar,
absolutamente nadie.



                                                                                            narciso de alfonso


sábado, 26 de junio de 2021

Sobre la soledad: un divertimento

                                                                    



    Es cierto que tiene un matiz venenoso, de sangre enferma, pero, ¿acaso no nos ayuda a penetrar 

en la opacidad del mundo, de las personas que lo habitan? Como el dolor o el alcohol, la soledad 

es un poderoso modificador de la realidad: la soledad tiene las tetas de hierro.


    Se dice que la ciencia ficción es para los que no pueden encarar la realidad: la soledad, en 

cambio, es una ciencia ficción que se hace realidad si nos detenemos en ella, si la miramos 

mirándola. 


    Es misteriosa como el color de la carne; con su olor a azucena, como el alma. No, no, mejor: con 

su sima, con su dibujo bellísimo, pero de ningún modo, en ningún caso, nunca debe sospechar que 

la sentimos en tales términos. 


    Una conclusión casi definitiva acerca de la soledad es sencilla: hay que tratar con ella ignorándola, 

como si no existiera. Los problemas comienzan cuando somos tentados a confraternizar con ella: 

entonces se cumple aquello que dice: si miras mucho tiempo dentro de un abismo, el abismo 

empieza también a mirar dentro de ti.


Cuando se pone por encima de nosotros en vez de estarnos completamente supeditada, es decir, 

cuando nos tiraniza, es cuando queremos convertirla en compañía: cuando le hacemos caso y le 

concedemos una entidad, cuando permitimos que se convierta en algo que tiene cosas que decir 

y se las preguntamos y esperamos su respuesta. Cómo se crece entonces, cómo se crece. 


    Si el tiempo existe para que no pase todo a la vez, y el espacio para que no esté todo aglutinado, 

la soledad existe para que podamos ser individuos: es un límite casi virtual que nos mantiene 

separados en la medida justa, solamente para no ser invadidos y para no desparramarnos.


    Pero si en vez de ser una frontera casi virtual, más sospechada que manifiesta, a la que nunca 

atendemos como si tuviera alguna entidad, a la que solamente vemos, sin mirarla nunca, si le 

hacemos algún caso, enseguida quiere apoderarse de la situación, y nos hace preguntas como: 

¿a qué hora vendrán, pues, con mi retrato? 

    Si se la deja, enseguida nos convierte en sus meninas; la soledad es plana pero el relieve acecha.


    Con otras palabras: nuestra soledad está extraviada, y si alguna vez llegásemos a encontrarla, 

sólo es necesario cerrar los ojos un momento y volverla a perder.


    Oh, claro que podemos ampliar sus dimensiones de estricto límite y utilizarla como sala de estar 

en la que encontrarnos —a solas— con nosotros mismos, pero tampoco entonces debemos 

concederle ninguna entidad, ni tratarla como si fuera algo.


    Los amantes se quieren, y se dicen: no te alcanzo, amor, no paso de tu cuerpo, de tu risa: oh, ¿a 

qué se debe esa distancia, esa separación, ese límite? Pero ¿acaso si no existiera esa distancia, esa 

separación, ese límite, seguirían amándose? 







Y POR OÍRTE ORINAR EN LA OSCURIDAD... (Narciso de Alfonso)

                                                                         




A los 20 poemas de amor y la canción desesperada, opongo estos versos, los últimos del poema que se titula Tango del viudo:     

Y por oírte orinar, en la oscuridad, en el fondo de la casa,
como vertiendo una miel delgada, trémula, argentina, obstinada,
cuántas veces entregaría este coro de sombras que poseo,
y el ruido de espadas inútiles que se oye en mi alma,
y la paloma de sangre que está solitaria en mi frente
llamando cosas desaparecidas, seres desaparecidos,
substancias extrañamente inseparables y perdidas.

Sin embargo, los 20 poemas son de 1924 y Tango del viudo es de 1928, es decir, Neruda tenía unos 20 y unos 24 años cuando los escribió. Pero en esos cuatro años de diferencia, había conocido y había vivido con Josie Bliss, una mujer birmana bastante especial.

En el poema 20, Neruda habla, en términos paradójicos, de una mujer de la que estuvo enamorado; el modo de decir es muy eficaz porque nos sorprende:

yo la quise, y a veces ella también me quiso
ella me quiso, a veces yo también la quería
ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise
ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero
qué importa que mi amor no pudiera guardarla
nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos
de otro. Será de otro. Como antes de mis besos


y, sobre todo: 

       es tan corto el amor y es tan largo el olvido


Si me refiero a la oposición entre los 20 poemas y Tango del viudo, es porque la muchacha o la mujer del poema 20 es, más bien, parte del paisaje nocturno, como las estrellas o los árboles blanqueados; con sus grandes ojos fijos, sus ojos infinitos: como los astros que vemos y nos ven.

Parece que Neruda escribe de la noche, a la noche, en la que también estaba aquella muchacha, más bien anónima o intercambiable, aunque sin duda nos la vende como única: el talento verbal o poético de Neruda es enorme.

Se oponen, sobre todo, en la densidad real:

El poema 20 es bonito, verbal y con juegos de palabras, con versos ya famosos y con toda la nostalgia de Neruda, que viene a ser la alegría de su tristeza.

En los últimos versos del Tango del viudo, Neruda echa de menos a esa mujer de manera cruda, insoportable: no por sus besos, ni por su cuerpo claro, sino por el sonido que hacía al orinar, en la oscuridad, que tiene que concretar con cuatro términos para atraparlo realmente, para hacer suyo el orinar de Josie Bliss: como vertiendo una miel delgada, trémula, argentina, obstinada.

Habían pasado solamente cuatro años entre los dos poemas, pero Neruda, con Josie Bliss, aprendió algo importante, que no sé qué es, pero que enriquece tremendamente sus versos, ya que en vez de la realidad solamente verbal del poema 20, puede escribir la realidad real de Josie Bliss.


                                                                                               Narciso de Alfonso


viernes, 25 de junio de 2021

LA RAYA DEL PELO ES FELIZ (Narciso de Alfonso)



 
"Cuando anuncian por el altavoz que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo".

Es una greguería de Ramón Gómez de la Serna, que tiene muchas más, algunas de ellas son escasas, pobres o penosas, pero otras son espléndidas, exactas y enormes.

Torrente Ballester, para acercarse a la greguería, eligió una de primera clase, posiblemente más difícil, aunque a él le parezca evidente: "el agua de sifón sabe a pie dormido".

Dice Torrente Ballester que "es conocida la sensación del pie cuando se duerme; cuando parece colmado de burbujas a causa de un insuficiente riego sanguíneo".

El agua y el pie, o, más exactamente, el agua de «sifón» y el pie «dormido» tienen en común el cosquilleo y las burbujas.

Añade ahora Torrente: "como todo el mundo sabe, el agua de sifón sabe a pie dormido DE VERDAD" [las mayúsculas son suyas].

Y en esta verdad está lo grave, lo transgresor, lo peligroso del asunto.

"Todo aquel a quien alguna vez se le ha dormido un pie y ha bebido del agua de un sifón, sabe que el agua de sifón sabe a pie dormido".

Pero ahora no nos interesan las posibles consecuencias de las greguerías, sino solamente mostrar algunas de ellas para sentir la extraña verdad que formulan con una evidencia que, por evidente, no admite explicación.

"La raya del pelo es feliz" o "los azulejos abren el apetito" nos obligan a sentir la evidencia sin poder dar razón de ella.

Lo difícil es explicar ese cruce de entrevisiones que es una greguería, que siempre enuncia un acierto inesperado y evidente: "la timidez es como un traje mal hecho".

Que "los cuervos se tiñen" es evidente, como que "los sordos ven doble" o que "después de comer alcachofas, el agua tiene un sabor azul".

Por decirlo con otras palabras, lo propio de las greguerías no es permitirnos conocer, sino más bien obligarnos a sentir un acierto cuya evidencia es inquietante.

Narciso de Alfonso


jueves, 24 de junio de 2021

Y CROABAN LAS ESTRELLAS TIERNAS (Narciso de Alfonso)

Foto: Freepik

Vuelve Narciso a estos restos de blog. Vuelve la poesía. Vuelve la realidad. La verdadera. El pensamiento. La vida...  El hombre.  Sencillamente, brutal. Un golpe de dados...  ¿demasiada realidad...?  Aquí va el primer poema de esta segunda época.  Casi nos habíamos olvidado de que la vida era otra cosa.
Eric Clapton tiene dicho que, de vez en cuando, necesita volver al blues para cargar pilas.  Muchos de nosotros, nuestras prosas, nuestras vidas, también necesitan volver a la poesía, para lo mismo: para renovarnos, para coger fuerzas. Y para poesía poesía, la de Narciso. Siempre. Poema sobre poemas, vida sobre vidas, pensamiento sobre pensamientos... Altura. Mucha altura.  Estamos, estoy, de enhorabuena. Sin duda. Así que vamos allá. Vamos a disfrutarlo, a saborearlo físicamente.(S.G.S).


La casada infiel, la casada infiel, todas las noches con magia
—y también muchas noches sin magia— uno recuerda a la casada infiel, no sólo por la casada, sino también por sentirse un gitano legítimo y regalarle un costurero enorme, aunque sea de raso pajizo,  un color que parece excesivamente discreto, demasiado elegante.

Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos, dice el poeta.

Un horizonte de perros ladra, lejos del río.

Con el aire se batían las espadas de los lirios.

Uno, que ha pasado muchos días —y muchas noches— a la orilla del río, sabe que el poeta menciona tres sucedidos que son los que montan la noche: la oscuridad; un viento suave y fresco y rasante que hace sonar los lirios, y la lejanía que ponen los perros ladrando y que va y viene con el viento.

Y es la noche, y no el día, la que tiene esquinas, que además son las últimas, exactamente: en las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos.

Bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo, sigue diciendo el poeta.

Como tantas veces son los detalles, lo que el poeta nos trae de la realidad real, lo que se queda en nosotros quizá para siempre. La realidad del poeta se nos clava en la piel y en la carne.

Sin en cambio, Lorca, que no podía quitarse a la luna de encima, aquí parece disculparla: hay que buscar —y encontrar— el motivo, porque además nombra la ausencia de la luna: sin luz de plata en sus copas, los árboles han crecido.

En otro poema dijo: cuando las estrellas clavan rejones al agua gris.

Y en otro dijo: y croaban las estrellas tiernas. Y también: en la luna negra de los bandoleros cantan las espuelas. Y: una luna incomprensible que iluminaba por los rincones los pedazos de limón seco.

Claro que omitimos los detalles del embate amoroso: ahora mismo no alcanzamos a decirlos como tienen que ser dichos. Sin embargo, nos queda una duda, que no es una duda absoluta, por supuesto: “no quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo”. ¿Qué le dijo, en concreto? No queremos de ningún modo saber las palabras que le dijo, sino solamente escucharlas, oírlas, una y otra vez, una y otra vez.

viernes, 4 de junio de 2021

EL SOLOMILLO AMENAZA LA SALUD DEL PLANETA (Antonio Envid)

 



Me encontraba charlando con un amigo, divagando aquí y allá, mientras saboreábamos sendas copas de uno de esos espléndidos garnachas que cría esta bendita tierra de Aragón, cuando la conversación recayó en los estudios que se están realizando sobre las grandes cantidades de metano, que echan a la atmósfera las granjas de vacuno. Estos bóvidos expulsan, en su desmedida afición por rumiar, toneladas de gases de efecto invernadero que, según estos sesudos estudios, pueden poner en peligro la salud del planeta.
Es chocante que se divulguen estos informes ahora, pues algunas universidades americanas llevan años haciéndolos a la chita callando, cuando los asiáticos han aprendido a comer todos los días, y lo que es peor, han descubierto que hay más alimentos que el astringente arroz -una vez escuché a alguien que explicaba los ojos rasgados de los orientales como consecuencia de determinados esfuerzos que realizan para librarse de sus residuos- y los insulsos fideos, cuando comienzan a pillarle el gusto al solomillo y al jamón serrano. Coincide, también, con amplias campañas de propaganda sobre lo sabrosos que son algunos insectos tostaditos y crujientes, o las bondades de las harinas obtenidas de los cuerpecitos de estos animalillos.
Está claro, dice mi amigo, no va a haber filetes para todos. Para acallar las protestas de los que se quedarán sin su entrecot se apelará a la nueva religión conservacionista: hay que reducir el consumo de carne para conservar el planeta. ¿Quiénes seguirán zampándose los solomillos de ternera gallega? Los de siempre. Para los demás, deliciosa y sana hamburguesa de proteínas de coleóptero.
Somos siete mil millones de gente, mientras escribo esto, alguno más, y todos, desde la princesa altiva, hasta la que pesca en ruin barca, fabricamos el mismo metano en nuestros intestinos que los mansos bóvidos, de modo que lo que se predica de las vacas puede decirse de nosotros mismos.
En este punto de la conversación, y como el vino propicia la confidencia, mi amigo bajó la voz y acercando su cabeza, me dice: voy a contarte lo que me sucedió ayer, me da vergüenza y risa a la vez, pero en fin, a ti te lo puedo contar, hay confianza. Bajaba en un ascensor completamente solo, de pronto un meteorismo comenzó a recorrerme las tripas, era uno muy activo y rebelde, pues por mucho que yo lo reprimiera, él pugnaba por hallar la libertad. Por fin, se salió con la suya. Un efluvio nada agradable se expandió por el breve espacio de la cabina. Bueno, yo estaba solo en el ascensor, no importaba. Ya sabes, la teoría del pedo. Sí, esa que asegura que abominamos de los de los demás y nos regodeamos con los nuestros. De pronto, el ascensor se para en una planta para recoger a una sonriente y agraciada joven, que pronto trocó su sonrisa por unos arrugamientos de su delicada naricilla. Yo rojo como el carmín de sus labios. Terminé dando saltitos en un estúpido intento para que el artilugio descendiera más de prisa. La joven me miraba entre aterrada y confundida. Cuando pude, salí corriendo del habitáculo, alguien pensaría que acababa de robar una cartera. Qué neumático bochorno pasé.
Apostilla. No busquen en el diccionario de la RAE el verbo peder, no lo encontraran, aunque según su etimología este verbo en castellano derive del latín “pedere”, en su innoble acción pierde la d, quizá por el esfuerzo, y aparece en el venerable repertorio como “peer”, eso sí, con la advertencia de que se conjuga como el verbo leer.
Otra apostilla, esta vez económica. Sudamérica es el mayor productor de proteínas (además de su riqueza en cobre, oro, plata, hierro) y China, con su insaciable demanda, la está colonizando, desplazando a EE UU y Europa como socios comerciales e inversores. Así que vayan tomando gusto a los grillos churrascaditos y a la harina de dípteros y ortópteros.


Antonio Envid

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