lunes, 15 de noviembre de 2010

EN LA TRASNOCHADA, 32 (María Jesús Mayoral)

MJM



En Villamayor de Gállego, 15 de noviembre de 2010

En la trasnochada repaso la película que acabo de ver: Copia Certificada. Por lo general suelo seguir la trayectoria de Juliette Binoche, me parece una buena actriz. Es una de esas actrices que tiene filing con la cámara y esto puede servirle a cualquier director para salvar su película.

Voy a ceñirme a Copia Certificada. En principio me pareció extraño que un director iraní rodara una historia a la europea en la Toscana, no sé, pero me convenció el tema y la protagonista de la película. Película que me ha decepcionado, no entiendo cómo la crítica la ha colmado de parabienes: no comprendo nada. La idea original de la película es buena pero hace agua por todas partes. Parece ser que la historia le sucedió al director, puede ser.

Y en esta trasnochada la película me hace reflexionar sobre el tema central de la película: la copia y el arte. ¿Hay copias de arte que superan a los originales? ¿El arte es algo subjetivo? Estos son los interrogantes que lanza un director iraní, que para terminar de cuadrar el círculo introduce una pareja con su problemática existencial. Yo hubiese agradecido que fuese él el protagonista de su propia historia, que nos mostrara la visión iraní de su vivencia en lugar de haberse parapetado tras un europeo. De esta forma ha hecho una película con serios errores de bulto, ha caído en muchos tópicos y tal vez, quitando todo esto, quedaría una película aceptable. Por otra parte la opinión y la visión del arte de un iraní no puede ser de otra manera: conceptual, relativo y subjetivo. En mi opinión el arte no es conceptual, ni relativo, ni subjetivo. Los que no distinguen el gótico del románico, ni el expresionismo del impresionismo, los que ante un cuadro sólo saben decir me gusta o no me gusta, sin añadir nada más, son los que han hecho del arte algo subjetivo reduciéndolo a la categoría de concepto.

Abbas Kiarostami, el director de la película, ha querido hacer un ensayo sobre el arte quedándose sólo en un intento. En Irán tienen una visión del arte diferente, algo más limitada; limitada por la propia educación e historia donde se ha desarrollado. En este punto conviene recordar la relación Islam e iconografía. Ellos tienen un arte, el suyo, un arte que nada tiene que ver con el occidental, que no es mejor ni peor sino diferente. Abbas Kiarostami ha nacido y estudiado en Irán, no ha salido de sus fronteras y esto se siente en la película.

Centrémonos en el arte, en la visión de un cuadro. Ante un cuadro cada uno ejercita su propia visión dando lugar a un sinfín de opiniones y conjeturas, algunos hasta le echan imaginación. Recuerdo mi primera visita al Museo del Prado, fue en un viaje de estudios. Una compañera y yo nos atrevimos a decir a la profesora que Las Meninas de Velázquez no nos gustaban, que nos gustaba más cualquier otro cuadro del Prado. Aquel comentario tan rebelde como sincero fue detonante para que la profesora pusiera a todo el grupo ante Las Meninas y nos diera una lección magistral. Sin ese comentario no hubiese habido lección magistral. Terminada la exposición la profesora nos preguntó: Y ahora… ¿Qué os gusta más? Ahora sí, -le respondimos- ahora nos gustan más Las Meninas, es una obra maestra. Gracias.

Hace unos años, en Mesina, ante una pintura de Antonello da Messina, me encontré con un grupo de profesores del lugar mirando entusiasmados una pequeña tabla. Estuvieron ante ella más de veinte minutos sin apartar la vista, sin acordarse de los visitantes que estábamos en la sala. Mi amiga no salía de su asombro, qué están viendo -me preguntó. Yo le expliqué que se trataba de una pintura perteneciente a un importantísimo pintor mesinés, que su lugar de exposición está fijado en Londres y que se encontraban ante una muestra excepcional. ¡Casi nada Antonello da Messina en Mesina! Cuando le tocó el turno a mi amiga, contemplando la pintura me comentó: No sé lo que han podido ver, no es para tanto. Este comentario lo hizo una licenciada en letras. Por mi parte no me atreví a añadir nada más; pero ya me había empapado de todas las explicaciones que habían hecho aquellos profesores sobre la pintura. Obviamente entre lo que habían visto ellos y lo que había visto mi amiga mediaba un abismo; aunque más bien tendría que precisar entre lo que habían visto ellos y no había visto mi amiga. Para que luego digan que el arte es subjetivo; subjetivo lo hacen los que no entienden ni saben y se creen con derecho a opinar y a hacer valer su opinión. Como decía mi tío David: ¡Qué atrevida es la ignorancia!

Se me olvidaba. Aunque la copia supere al original, yo me quedo con el original.


16 comentarios:

  1. Hola María Jesús: yo soy de las ignorantes completas. Me gustaría que me dijeras donde puedo observar -en internet- el original y la copia de esa tabla para ver si soy capaz de ver algo.

    Muchas gracias.

    Vladimira

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  2. Aunque seguramente por internet no vea nada.

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  3. Hola, Vladimira. Te he dejado el comentario en tu correo electrónico.

    Gracias por tu comentario. Salud, como dices tú.

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  4. Desde la boutade Wildiana "la naturaleza imita al arte" a la definición del garrulo (¿Qué es el arte? ¿Helarte? quedaarte frio) nadie se ha puesto de acuerdo hasta ahora sobre el tema.
    Yo sostengo que para que exista una obra de arte tienen que concurrir dos protagonistas: el creador y el espectador (si alguien está interesado en esta opionión que vaya a una entrada antigua mía en este blog 14.12.09 "La gran hermosura")
    Tiene mucho de cultural (en general el arte hindú y el del lejano oriente a mi me dejan frío, carezco del mínimo cultural para apreciarlo) pero hay mucho de irracional, de sentimiento subconsicente, de intuición, como materia necesaria para apreciar el arte. Si no, cómo se explica que una cultura para mí totalmete desconocida como la de los cazadores que pintaron la cueva de
    Altamira me emocionen, y no es el único ejemplo.
    Lo que no soporto es que me lo expliquen, a no ser alguien como Eugenio D´Ors (Tres horas en el museo del Prado)

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  5. PRIMERO advertir que he añadido la etiqueta "Arte" que iré colocando en cada entrada que tenga que ver con el asunto. De entrada facilita la entrada de Antonio Envid "La gran hermosura" (basta con pinchar en la etiqueta 'arte' -al final de esta misma entrada de María Jesús, o en el lateral derecho- y enseguida la encontraréis).

    De seguido cuelgo ahora una entrada mía titulada así: Arte (que publique hace ya mucho en El Comarcal y no la había subido al blog).

    Entrando en el asunto no acabo de comprender la siguiente afirmación de María Jesús:

    "Los que no distinguen el gótico del románico, ni el expresionismo del impresionismo, los que ante un cuadro sólo saben decir me gusta o no me gusta, sin añadir nada más, son los que han hecho del arte algo subjetivo reduciéndolo a la categoría de concepto".

    No entiendo el último inciso porque "categoría" y "concepto" son formas de objetivizar, de sistematizar las cosas. Lo subjetivo -entiendo y seguro que me equivoco- es más difícil o imposible de etiquetar.

    En cuanto a la tabla que citas (original y copia) no se lo digas sólo a Vladimira al oído (en un e-mail privado), hay otros que también no gustaría verlas.

    Por lo demás estoy en todo de acuerdo Antonio Envid (en "casi todo"), y sin que sirva de precedente. El libro de D'ors quiero leerlo, consultarlo y tenerlo porque, además, yo sí que pienso que aunque es verdad que el arte tiene elementos emocionales (subjetivos por definición) y racionales conceptuales o culturales (objetivos -a esto me refería, María Jesús), precisamente esos elementos conceptuales debes asimilarlos racionalmente y para eso: o tienes la información previa (cultural, conceptual, social) o te lo deben de explicar para que puedas apreciarlo. Los elementos conceptuales precisan de la "iluminación" necesaria para disfrutarlos. Así que a mí me encanta que me expliquen una obra de arte, evidentemente bien explicada y refiriéndose exclusiva o especialmente a los elementos culturales, no a los emocionales que esos son sólo de mi incumbencia (aunque bien es cierto que tampoco se trata de elementos puros porque muchas veces se mezclan).

    ¡GUERRA, QUIERO GUERRA!!!!!

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  6. En relación con la respuesta que he dado privadamente a Vladimira, deciros que no he dicho el nombre del fresco porque no es relevante y lo que interesa es otra cosa. Pero vamos, si tanta curiosidad tenéis os lo digo: La Musa Polimnia.

    Hasta ahora con vuestras intervenciones no habéis aportado nada nuevo, os he lanzado la piedra y es más de lo mismo. Por supuesto que contemplar una obra de arte supone una emoción particular, por supuesto que el arte tiene parámetros y que para valorarlo hay que conocerlos y para esto hay que saber.

    En lo referente a eso de explicar obras de arte va diferencia cuando te la explican bien, mal y regular. A lo que voy es que ante una obra de arte hay gente que no ve más allá de sus narices, sabiendo y sin saber; los que saben al menos conocer la teoría, algunos. Pero hay algo a lo que no habéis hecho referencia, ni siquiera lo habéis mencionado y es lo que interesa: lo primero que uno debe captar cuando se enfrenta al arte. Y cuando digo captar no me refiero a interpretar, que es precisamente lo que está haciendo del arte algo subjetivo. Tampoco me estoy refiriendo a medir o valorar el arte, que es precisamente lo que hace del arte algo conceptual. Me estoy refiriendo a otra cosa y no lo diré.

    ¡Toma castaña!

    María Jesús Mayoral

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  7. Hola, aunque ahora sea un zoquete intelectual, debo confesaros que cuando tenía 13, 14 y 15 años era una enciclopedia de arte andante. Mis padres me enviaban al extrajero y yo lo pasaba muy bien explicando a mis compañeras, en las excursiones, las peculiaridades arquitectónicas de los monumentos, ya fueran fortificaciones, catedrales, sencillas iglesias o también de esculturas o pinturas.

    Puede decirse que conocía la historia a través del arte. O al revés, no lo sé. La cuestión es que a mis compañeras les encantaba y a los profesores también.

    Yo creo que debemos contemplar el arte sin saber nada sobre él, haciéndonos preguntas o dejándonos impresionar.

    Esa impresión es la genuina nuestra, la que no se podrá mover después, sino, como mucho, complementar con las explicaciones contextualizadoras.

    Después mi memoria se escapó y ahora vuelvo a empezar. Pero todavía recuerdo la emoción de saber lo que veía, de reconocer la obra de otras personas e incluso de escuchar el mensaje de los artistas.

    El arte, para mí, es emoción.
    Salud!!

    Vladimira

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  8. Hombre, guerra, guerra, lo que se dice guerra... Me conformo con un par de batallitas...

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  9. Mi mensaje anterior iba relacionado con el de María Jesús, pues aún no había visto el de Vladimira.

    Vladimira, deseo de corazón que recuperes al máximo esa memoria y esos conocimientos. Y, si además, podemos compartir algunos, tanto mejor.

    Besos a las dos.

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  10. Dejaos de sutilezas. Es obra artística lo que la crítica dictamina como tal. Lo que pasa es que yo me meo en los criticos, eunucos incapaces de generar.
    Para mí una obra artística es lo que yo digo que lo es y obra maestra la que bautizo como tal. Por eso otorgo tanto protagosnismo al espectador como al creador. En realidad la creación necesita de la recepción para ser completa.
    ¿Sabéis aquél de los caníbales que cortan las manos al excelente pianista y tras asarlas las ncuentran exquisitas?

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  11. Quizá tengas razón, pero quisisera ir un poco más allá: existen algunas obras de arte que a todos nos parecen excepcionales, que nos emocionan sin más. Cuando una obra es considerada por muchas personas como maestra, yo diría que entonces lo que sucede es que es mágica.

    Por ejemplo, el requiem de Mozart, la Flauta mágica.

    Después existen obras que lo que les sucede es que son famosas, que no maestras, imagino, por qué no, la Gioconda.

    Cuando uno ve el Moisés de Miguel Ángel siente un temor reverencial, tienes miedo a que si no eres respetuoso, se va a levantar y te va a reprochar tu comportamiento.

    Y también existen obras que emocionan a algunos, por ejemplo, yo misma: hablo, por ejemplo de La adoración del Cordero místico. Es una emoción menos espontánea, hace falta observar un rato para admirar algunas obras.

    Es mi opinión. Solamente eso.

    Salud!!

    Vladimira

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  12. Creo que no me he explicado bien.

    V.

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  13. Te has explicado perfectamente, Vladimira. Hay una clase de visión que se tiene o no se tiene. Y tú probablemente la tengas.

    Salud.

    María Jesús

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  14. Efectivamente sin buena visión es complicado contemplar una obra. Estoy de acuerdo con María Jesús.
    A.E.

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  15. Alenjandro eres un gran pintor. Me enseñaste mucho. Gracias por tu comentario.

    María Jesús Mayoral

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  16. Hay mucho que hablar todavía de todo esto. Yo creo que original-original hay verdaderamente muy poco y que todos somos deudores de todo (no sólo del arte y de los artistas ni del pasado, también del presente y de todo lo que tenemos alrededor). Además soy un firme defensor de la cita ajena bien engastada en la obra propia (el manejo y la técnica de la intertextualidad la aprendí de Loqasto).

    Pongo siempre el ejemplo de "En un lugar de la Mancha...". Este comienzo del Quijote creo que son un par de versos de un romance que Cervantes aprovechó.

    Casi toda la obra de Shakespeare está tomada de obras anteriores.

    Pero, evidentemente, nadie tuvo el genio de Shakespeare o Cervantes para manejar todo aquel material.

    Leo precisamente ahora esta maravillosa "analecta" de Paul Valery (enemigo declarado de la "originalidad"):

    "Nada es más 'original', nada es más 'uno mismo' que alimentarse de los demás. Pero hay que digerirlos. Los leones están hechos de ovejas asimiladas".

    Qué bueno!!!

    He aquí la diferencia entre el plagio y la intertextualidad.

    (No olvidar que el Quijote es una parodia de las novelas de caballerías, ¡cuánta intertextualidad atesora!, pero qué maravillosamente "asimilada", "digerida".



    Nada, sólo era esto.

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