viernes, 26 de noviembre de 2010

GATORADE (Antonio Envid)


SGS

Habiendo dedicado mis esfuerzos literarios a moscas, gorriones, perros, chinches, garrapatas y otros especimenes, que me permitirían botar mi propia arca en caso de diluvio, me siento en la obligación de tratar algo sobre gatos, aunque reconozco que su mundo me resulta bastante enigmático y sus especimenes no especialmente gratos.

El gato no ha sido nunca domesticado, como mucho podemos pensar en que su libre y soberano imperio ha firmado algún tratado de cooperación y amistad con el imperio humano, de igual a igual. Véanse, si no, los mimos y cuidados que les prodigaron los antiguos egipcios, tributándoles entierros de campanillas con embalsamamiento incluido.

He mencionado el universo gatuno y no es para menos. Poseen su propia Geografía, incrustada en la nuestra, pero no coincidente, integrada por tejados y azoteas pobladas de chimeneas, que forman inextricables archipiélagos, con accidentes geográficos tan interesantes como: alféizares, cornisas, aleros, tapias…También tienen sus propios tratados de Astronomía repletos de lascivas y perversas lunas y enervantes constelaciones de astros. No me cabe duda de que han desarrollado ampliamente las Matemáticas con teoremas tan complejos como el de las siete vidas o enigmas como el de los tres pies, todavía no resuelto. También poseen una escuela filosófica basada en un principio, el de “gato blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones”, tan sólido como pueda serlo el “cogito ergo sun”. En fin, para qué seguir aburriendo al personal, es una pequeña muestra del insondable mundo gatuno.

Los gatos poseen excelentes dotes musicales, bien como solistas, bien formando coros polifónicos. No hay como una noche lunada en la que se sientan especialmente inspirados y se enzarcen dos o tres cantores a un desafío de maullidos, para comprobarlo. No especialmente gregarios, no desprecian, sin embargo, formar de tarde en tarde un coro, aunque no siempre bien acordado, ya que su tremendo individualismo termina imponiéndose y suele acabar aquello como el rosario de la aurora, aunque a veces pueden llagar a constituir una estudiantina gatuna como la que nos presentara E. T. A. Hoffmann y que tanto quehacer dio a la policía.

A la lustral luz de la fría luna de enero organizan solemnes torneos a los que acuden bizarros caballeros, algunos llegados de extrañas ínsulas, a disputarse el favor de las gatunas damas, que asisten nerviosas y melindrosas. Enarbolando flexibles colas como señeras, y entonando maullidos cantos de amor, disputarán fieros encuentros, en los que harán gala de sus afiladas garras, pero con un sentimiento de gracia hacia el vencido, que abandonará el campo sin honor. Quedará un campeón, que a continuación gozará de inmediato de los favores de las bellas cual un Lanzarote del Lago atendido por las doncellas de la corte del Rey Arturo. Zapaquilda la bella, gata doncella, cara tanto a Lope de Vega, como a Samaniego, será la hermosa más famosa de este cortés amor gatuno. Por las chimeneas y tejados del Madrid de los Austrias el gallardo Micifuz languidecerá de amor por la hermosa Zapaquilda y sufrirá de celos por su rival Marramaquiz.

Por último, pero no menos importante, hay que mencionar la influencia de los gatos en las relaciones de enamorados. Ya Jardiel Poncela expuso la interesante teoría de que una pareja sólo podía funcionar bien sí a uno de ellos le gustaban los perros y al otro los gatos. A Jardiel no debían de gustarle ni unos ni otros, pues permaneció soltero toda su vida, aunque tuvo una hija conocida, al menos, Evangelina, de la que aseguraba que era hermosa porque era hija del amor, no del matrimonio, mientras se lamentaba de lo duro que era, en su tiempo, ser padre soltero.



Antonio Envid.

8 comentarios:

  1. ¡Blogger!
    ¿Quiere matarnos! Yo casi fallezco del susto con esa foto!!!

    La requeteparió!!

    Srta. mu Enfadá

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  2. A mí siempre me han gustado más los gatos que los perros.

    En otro orden de cosas, ETA Hofman tiene cuentos preciosos. No hace mucho conseguí (con no poco esfuerzo) un ejemplar viejo de Opiniones del gato Mur.

    En fin, qué hermosa es la literatura buena.

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  3. Perdón, lo he dicho mal: siempre me han gustado más los perros que los gatos... (ahora, sí).

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  4. ¿puede explicarme en que se basaba el test de jardiel Poncela? Por cierto mi novio tiene una serpiente de mascota.

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  5. Yo tengo un hamster ¿qué le tiene que gustar a mi chica?

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  6. El razonamiento de Jardiel Poncela es sólido y el test es muy fiable según estudios de la High Love School de Cuartópolis. Los perros son cariñosos y fieles a sus amos a quienes perdonan culaquier comportamiento por injusto que sea; por el contrario los gatos se dejan querer, se muestran fríos y distantes y de vez en cuando desaparecen por un tiempo para irse de picos pardos. Por tanto encajará un individuo que necesite querer con otro que lo único que hace es dejarse querer.
    Si tiene una serpiente, si es pitón mejor, es que le gusta ser abrazado, pero hay que preguntarle si con la pitón tiene suficiente.

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  7. Esto no es le consultorio de Elena Francis. Si te gustan los ratones procura que a tu pareja no le gusten los gatos, porque corres el riesgo de que tu amor sea como el de la mantis religiosa.

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  8. Con la confusión que demuestra Servando, yo creo que no pregunta mucho.

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