sábado, 28 de enero de 2023

LA ÚLTIMA SONRISA DEL DÍA (Antonio Envid)



Inopinadamente, en estos fríos días, han vuelto a aparecer en nuestro cielo los estorninos. Al atardecer despliegan su fabulosa danza, una universal fiesta en homenaje al día que se despide. Sus locos y coordinados giros dibujan sobre el apagado celaje abstractas y fugitivas formas. Vuelan a cientos sobre los magros sotos de la ribera del Ebro a su paso por Zaragoza con un enigmático objeto cuyo secreto sólo ellos conocen. ¿Quién dirige este ballet sin coreógrafo? El espectáculo dura unos minutos para disolverse con la misma rapidez con la que se ha iniciado. Belleza de lo efímero.

Espero cada día su representación y los contemplo ensimismado como un niño. Es un último regalo del día que agoniza. La noche aguarda con su sombría presencia. Ahora que sabios japoneses dicen que el núcleo de la Tierra se ha parado y volvemos con angustia a preguntarnos si el sol volverá a salir día tras día, estos alegres heraldos nos confirman del eterno ciclo de la vida.

Con igual desaliento que Pessoa en Tabacaría miro por mi ventana una calle inaccesible a todos los pensamientos, una calle imposiblemente real, con el misterio por debajo de las piedras y las cosas.



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