viernes, 30 de junio de 2017

REFLEXIONES DE DON CLEOFÁS





Don Cleofás es un jubilado algo solitario con el que coincido muchas veces en el bar de mi calle. Cuando tengo tiempo siempre pego la hebra con él. Mejor dicho, él pega la hebra conmigo, porque yo suelo escucharle, siempre tiene una visión particular de las cosas. Dice que así como otros practican algún deporte, como correr o jugar al tenis, él practica el deporte de pensar, y, puedo asegurarles que lo hace bastante bien y logra algo poco corriente: opiniones propias.

Don Cleofás sabe que está asistiendo al nacimiento de una nueva sociedad. Una sociedad que ya no será la suya y en la que será un meteco durante el tiempo en que en ella more. Una sociedad que le recuerda vagamente al mundo feliz que describiera Aldous Huxley y que tanto le impactó cuando leyó esta novela en su juventud. La crisis que ha azotado con tanta intensidad a Europa, y en menor medida EE. UU., mientras grandes porciones de Asia, China e India sobre todo, vivían el periodo de mayor crecimiento económico de su historia, junto al fenómeno de la revolución tecnológica (uno de los principales factores) ha cambiado totalmente lo que se creía el curso de la historia.

Una sociedad donde el individuo creerá vivir un mundo de gran libertad: desaparición de muchos convencionalismos sociales, gran permisividad en materia sexual y aceptación de uniones entre personas del mismo sexo, desaparición del concepto de fidelidad dentro de la relación, así como total desenfado en el vestir y en las relaciones entre los individuos. En fin, migajas de libertad, pero que proporcionan, en la superficie, la sensación de que se vive una libertad nunca vista hasta ahora. Frente a esto, a poco que se piense notaremos, que en realidad, vivimos encorsetados por una fuerte censura social ante los grandes temas, que se consideran tabú, y ni siquiera cabe cuestionarlos. La opinión mayoritaria en  cuestiones fundamentales se nos impondrá inquisitorialmente, quien se atreva a no aceptarla, o, simplemente, a discutirla se enfrenta al rechazo de toda la sociedad.

El individuo, que solo existe si se le permite su libre albedrío, su independencia y libertad, está gravemente amenazado, será sustituido por la masa. Zacarías sabe que esto se ha predicado de otros momentos, pero, seguramente, ha llegado el tiempo en que se cumplan las profecías.

Por una parte, la robotización y el tratamiento masivo de datos, que descargan de labores al ciudadano y deberían de abrir la puerta a un mundo idílico de gentes exentas del castigo del trabajo, gozando de mucho tiempo libre para dedicarlo a sus aficiones o al mero ocio, no están contribuyendo precisamente a esto, sino, como en la época del manchesterismo, a la masiva destrucción de puestos de trabajo y a la aparición de masas sin empleo o con trabajos precarios obligadas a proyectos de vida provisionales, carentes del imprescindible sustento económico para gozar de una verdadera libertad.

No hay que esperar que la Universidad forme a personas con buena cultura y pensamiento independiente. La masificación de la universidad no lo permitiría, y, además, no va a ser esa su función. Aparte de ser un almacén de jóvenes donde retenerlos el mayor tiempo posible, el mercado laboral se estrecha y la Universidad hace las veces de pantano de la masa laboral, la sociedad no cree necesitar elites muy cultivadas, sino mano de obra que se acople fácilmente a las herramientas tecnológicas (¿qué arquitecto sigue calculando a mano la estructura necesaria para una construcción, por poner un ejemplo?) y que sea versátil y buen comunicador. Recientemente, don Cleofás ha leído un artículo en el que un catedrático se lamentaba de como en la universidad no podían emitirse opiniones contrarias a lo políticamente correcto, ni siquiera como materia de discusión: la esencia de la universidad, manifestaba, ha sido el ser foro de debate de todos los conceptos en que se basa, no solo la ciencia, sino, toda la cultura en general. Esa es una concepción medieval de la Universidad, aquella que no solo era una isla de libertada espiritual, si no que gozaba de fuero especial, de extra jurisdicción.

El pensamiento único se impondrá y ni siquiera será necesaria la coerción de un poder superior, sino por el medio más sutil de la reprobación por el grueso de la sociedad de lo que se considere una desviación. Las redes sociales se encargarán de difundir el pensamiento ortodoxo en las cosas principales, mientras que en lo accesorio, esas mismas redes, permitiendo todo tipo de ocurrencias, serán las encargadas de mostrar la gran libertad y permisividad social de que se goza.

La intimidad del individuo está gravemente amenazada. A ello ha contribuido el fenómeno del terrorismo. So pretexto de velar por la seguridad de la sociedad se captan y analizan millones de conversaciones, de comunicaciones de todo tipo. El Fisco y la Banca hacen el resto, el manejo de efectivo, con la excusa de luchar contra el fraude fiscal y los negocios ilícitos, se restringe y se obliga a realizar todas las transacciones a través de las instituciones bancarias (que aprovechan la ocasión para embolsarse sustanciosas comisiones) todos los movimientos quedan registrados, archivados, estudiados. Toda la vida de un individuo, incluso su personalidad, puede rastrearse a través de sus compras y gastos. Los teléfonos móviles registran nuestros pasos, qué lugares visitamos y en qué momentos del día; nuestras conversaciones quedan registradas. En fin, la intimidad queda totalmente vulnerada. La persona queda reducida a una célula del gran individuo que es la sociedad.

A. Envid

4 comentarios:

  1. narcisa de alfonso30 de junio de 2017, 20:43

    Aquí una está totalmente de acuerdo con la opinión (el criterio)
    de Don Cleofás, punto por punto. Añadiría que se queda corto
    en algunos aspectos, pero no es cierto: si el criterio de Don Cleofás
    es el acertado -lo que no dudo- se nos viene encima la esencia de
    la inquisición mezclada con ingredientes más perversos, si cabe.

    Con todo, una confía en que la vida, el hombre, siempre sale adelante:
    lo aprendí en Jurassic Park I, no por deducción, sino porque el científico
    lo dice explícitamente en el helicóptero, en el viaje de ida, mientras pone
    una gota de agua en la palma de su mano par explicar el azar o algo parecido.

    Gracias por la abierta manifestación de Don Cleofás: una creía que se
    estaba quedando sola, perdida en la sombra -que está llena de panaderos-.


    Narcisa de Alfonso

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  2. Doña Narcisa, para que no se sienta sola le regalo esta joya. Es ese coro mudo de Madame Butterfly. https://www.youtube.com/watch?v=4rV0y4syKvQ

    A don Cleofas le diré cuatro cosas mañana. Es que por la noche mis pilas van con la reserva.

    Zitos.
    La Conchaparis

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  3. narcisa de alfonso1 de julio de 2017, 2:14

    Ay hija mía.. por cosas como esta, 50 personas [¿? un coro, vamos] musitando [¿se dice así lo que hacen?], sin usar la voz, vamos, se salvará la humanidad -o por lo menos, yo salvo a la humanidad. [por lo menos hasta que acaben de cantar en el coro]. Claro que también he visto [entre flor y flor, coliflor] a una bella violinista por la que la humanidad también se salva [por lo menos hasta que deje de tocar el violín]. Gracias, Concetta.
    Aquí va mi aportación:

    https://youtu.be/zR_bs9aSlWg

    Narcisa

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  4. narcisa de alfonso1 de julio de 2017, 2:57

    Fe de erratas de Narcisa:

    donde digo que también salvaría a la humanidad por la bella violinista,
    se debe entender: por lo menos mientras no toque el violín.
    Disimulen.

    Gracias

    Narcisa

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