sábado, 22 de febrero de 2020

LAS BUENAS GENTES (Don Cleofás)



Pericles (foto: sgs)


España está llena de buenas gentes. Personas que respetan las normas y las leyes, no por miedo al castigo si las infringen, sino porque consideran que las leyes son justas, son buenas para todos, hay que observarlas. Son gentes que acuden todos los días a sus trabajos y ocupaciones y tratan de desarrollarlos de la mejor manera que saben, no para recibir ningún premio o distinción, sino por ser su obligación. Gentes que respetan la autoridad. Las autoridades velan precisamente para que se cumplan las normas, están al servicio de todos. Gentes que sienten un gran respeto por quien ostenta la autoridad. No solo se le respeta, sino que un simple apretón de manos por parte de un político supone una deferencia hacia ellos, simples plebeyos. Cuando llega uno de estos regidores, van corriendo a vitorearlo, a aplaudirlo y si consiguen hacerse con él una foto, levitan de gozo. Estos ciudadanos ven normal que quienes se ocupan de lo público gocen de numerosos privilegios y preferencias. Son gentes que ven y escuchan la televisión y la radio públicas y se sienten incapaces de pensar que quienes le están informando lo hagan torticeramente, sesgadamente, faltando a la verdad. Gentes que piensan que los cargos institucionales están ocupados por personas bien preparadas, dispuestas a resolver los problemas de los ciudadanos, que su principal prioridad es anticiparse, incluso, a cualquier emergencia, desarrollando planes para acometerla.
Las buenas gentes son muy nocivas para la sociedad, son las que permiten que prosperen los logreros, los que se aprovechan de sus cargos para sus propios intereses, los que retuercen las leyes o las hacen a su gusto, los que disfrutan los bienes públicos convirtiéndolos en sus bienes exclusivos.


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