lunes, 4 de julio de 2011

CRÓNICAS DEL FUTURO (Armando Bulla)

SGS

Copio de un archivo informático encontrado en las excavaciones arqueológicas que se están llevando en la antigua City:

“Utilizando el resto de carga de batería que queda en mi viejo ordenador, continuaré, mientras pueda, relatando la crónica de estos tiempos de tribulación, lo hago gracias a la luz natural que entra por la ventana de mi escritorio, pues ya llevamos dos días sin que fluya la corriente eléctrica, quiero dejar constancia de todo ello, de estos tiempos amargos que  nos toca vivir, como enseñanza para el futuro:

En los albores del siglo veinte una legión de apóstoles invadió el occidente europeo. Predicaban una nueva doctrina que liberaría al proletariado de sus miserias y que prometía una sociedad justa e igualitaria. La nueva religión era el marxismo, de momento no tenía dios, pero Marx era su profeta. En la confraternidad de las clandestinas reuniones, las incendiadas palabras del apóstol de turno infundía esperanza en las almas de aquellos proletarios desesperados por la miseria moral y material. Como toda Iglesia tenía dogmas, pronto se creó una estructura (la nomenclatura) que aplastó con sus dogmas a los disidentes y surgió un Dios, primero el soportable Lenin, luego el sanguinario Stalin.

A la vez, en los países desarrollados se implantaba la moral protestante de Max Weber. No se lamente por ser pobre, hágase rico. Pero para ser rico no valía cualquier método, la riqueza no era nada más que la expresión exterior de haber recibido la gracia de Dios. A la riqueza se llegaba, o se mantenía, gracias al trabajo, a llevar una vida ejemplar, a la honradez, a la inteligencia. Era la sociedad de las oportunidades, cualquiera, cumpliendo esas premisas de vida, podía ser rico y escalar los más altos puestos de la sociedad, a nadie se le impedía llegar a la elite por sus orígenes. Incluso, unos orígenes humildes eran un tinte de orgullo.

El pueblo tenía ilusiones donde agarrarse, doctrinas que le hicieran más llevadera su pobreza. Unos, porque pedían una sociedad justa e igualitaria, no exigían riquezas y posesiones, únicamente tener las necesidades básicas cubiertas y dignidad, y que no hubiera desigualdades insultantes. Otros, porque la riqueza conllevaba una vida ejemplar y laboriosa.

Pero alguien lanzó la consigna “Enriqueceos a cualquier precio, solo el rico es merecedor de respeto y de derechos”. Y a partir de entonces, los valores humanos desaparecieron, la persona pasó a ser un productor/consumidor, todo está permitido si se consigue el único objeto válido, ser rico, ser endiabladamente rico, ser insultantemente rico, pueden pisotearse la dignidad de los demás, la corrupción y la prevaricación forman parte del método. El rico por el mero hecho de serlo es ensalzado, admirado, respetado. El pobre es mirado como un apestado, alguien de cuyo contacto se rehúye, padece la más infecciosa de las enfermedades…..”

Los criptógrafos e informáticos del museo están trabajando denodadamente para salvar los restos de estos valiosos archivos, aunque hay partes que están arruinadas totalmente y no hay esperanza de poder salvarlas.


Armando Bulla.

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