viernes, 4 de noviembre de 2011

EL ASUNTO DEL TRASVASE DEL EBRO (Armando Bulla)

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SGS


Que opine sobre el tema del trasvase del Ebro, me manda el señor Gotor, y aunque me produzca el mismo efecto que le causara al buen Lope el soneto que le ordenó doña Violante ¿quién se resiste al mandato? Comenzaré relatando cómo hace poco, en una comida en Valencia, me colocaron entre un valenciano y un murciano y les aseguro que me dieron la comida. Yo trataba de desviar la conversación por otros pagos, incluso me dediqué a echar flores al Levante (yo, que aborrezco el fútbol) a comentar las virtudes de última cosecha de Requena (por mí, que se la beban enterita los valencianos), sobre Enrique Ponce y los excelentes toreros levantinos… Trabajo perdido. La conversación recaía una y otra vez, machacona, sobre el tema del agua.

La primera reflexión es ¿por qué, atravesando el Ebro las comunidades de Cantabria, País Vasco, Castilla, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña, hemos de ser los aragoneses quienes carguemos con el mochuelo de negarnos a compartirlo? Algo estamos haciendo mal para que nos hayamos convertido en los malos de la película.

El primer trasvase del Ebro ya se produce en su cabecera: el Embalse del Ebro, que suministra agua a los veraneantes de Santander y Castro Urdiales. A poco hay otro trasvase para abastecer al Gran Bilbao, y, por fin, hay otro en Tarragona. Pero con ser importantes estos trasvases, hay otros de mucha mayor entidad: la mayoría de los embalses que hay en su curso y en los más importantes afluentes (de esto es paradigma el pobre Gállego) tienen como misión principal o más importante la producción de energía eléctrica. Desde luego las eléctricas no desembalsan el agua cuando la tierra o sus habitantes pasan sed, sino cuando necesitan producir kilovatios.  De modo que ese agua que dicen los maldicientes que va al mar sin aprovechamiento, no es por culpa nuestra, sino por un solapado trasvase al resto de la península, pero en forma de energía.

Vuelvo a la pregunta, siendo que cada comunidad va a los suyo,  que el trasvase no puede realizarse mientras a Cataluña se le respete el caudal ecológico que se ha reservado, por la sencilla razón de que no hay aguas sobrantes ¿porqué los insolidarios, los que tenemos que soportar las iras levantinas, hemos de ser los aragoneses? La única razón que pienso es que cada vez que hay elecciones los únicos argumentos que se les ocurren a nuestros imaginativos políticos es echar mano del manido agravio por el trasvase de aguas. Créanme, si el Ebro no desembocara en tierras catalanas hace lustros que sus aguas discurrirían por ajenos territorios. 

La única manera, desde un punto de vista económico, de conseguir un uso eficiente de un bien, es cobrar su costo real. Los murcianos aseguran que pagarían gustosos por nuestra agua lo que valga, que ya lo hacen por la del Tajo. Habría que matizar mucho esta afirmación. En primer lugar los pleitos por las tarifas del trasvase Tajo-Segura son constantes, de modo que siempre están impugnadas y continuamente hay una reclamación por este tema en el Tribunal Supremo. En segundo lugar está el erróneo cálculo de estas tarifas, pues sólo se cobra, y no todo, el costo del transporte y parte de las infraestructuras, atribuyéndole al agua un precio cero, ignorando el costo de oportunidad de la misma y provocando una expropiación de este recurso a los habitantes de la cuenca del Tajo sin compensación alguna. Item más, arbitrariamente se pone un precio doble al agua para abastecimiento de boca (léase: piscinas y jardines, campos de golf, centros de ocio…) que el que se cobra por el riego, que es una manera disimulada de subvencionarla. Como consecuencia lógica, una parte del agua de riego se usa fraudulentamente para otros usos. ¿Han oído hablar de un gran centro de ocio que quiere desarrollar la Paramount en Murcia? Pues, eso. Ellos ponen a los pobrecitos agricultores como excusa y nosotros también, en algo coincidimos.

Cuando se contempla cualquier afluente del Rin o del Danubio, no queda más remedio que considerar a nuestro “Ebro famoso” como un escuálido curso de agua cruelmente domesticado con un exceso de pantanos (la mayor parte de ellos en Aragón, con el sacrificio de abandono de tierras y emigración que supuso para los antiguos habitantes de esos territorios) y de irregular fluir.

Cuando los europeos, y en particular nosotros, éramos ricos podíamos soñar en obras faraónicas para crear urbanizaciones en el reseco sur rodeadas de jardines y piscinas, aunque tuviéramos que llevar las aguas desde quinientos quilómetros más arriba, pero tardaremos bastantes años en volver a aquellos buenos viejos tiempos, de modo que dejemos de mentar la bicha en estos turbulentos momentos y centrémonos en la lacra del paro y de la pobreza.

Estas y bastantes reflexiones más me asaltaban mientras transcurría la tediosa comida, pero me  guardé muy mucho de exponerlas a mis pesadísimos comensales, pues sabía de antemano que irían a perderse en el espeso ambiente del comedor, ya que estos matracas defendían su trasvase con el mismo fundamentalismo y los mismos lugares comunes y clichés con que nosotros solemos defender lo contrario, y yo puedo perdonar que el bistec esté seco como un estropajo, que tenga que regarlo con un corpulento requena, pero no una conversación aburrida y vulgar que me produzca ácidos en el estómago.

Dejo al cuidado de los ecologistas toda la sarta de argumentos sobre el medio ambiente, la degradación del hábitat, la extinción de las especies y la plaga del mejillón cebra, porque son cosas de las que no tengo ni idea y, además, porque no me fío un pelo de ellos.

Armando Bulla

2 comentarios:

  1. Me gustan sus puntos de vista de este artículo.

    Y al llegar a determinadas edades, la experiencia te dice que es bueno recelar de ciertas músicas celestiales (detrás de la música están las personas que la tocan y ambas cosas no siempre son iguales)

    uno más de los muchos indignados melancólicos

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  2. Muchas gracias, don Armando: ha resultado ameno, didáctico y divertido, como siempre.
    Y es verdad: la sombra de Cataluña siempre despeja nuestro humilde sol. Pero es normal: billetes son chifletes. Los millones de habitantes catalanes comparados con nuestro milloncito son muchos dineros y -o lo que viene a ser lo mismo- muchos votos de diferencia.

    Gracias de nuevo.

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