jueves, 6 de septiembre de 2012

GOCE Y LINCHAMIENTO (Truhán)

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sgs


Qué aficionados somos en este país a los linchamientos. Y lo peor es ver cómo disfrutan todos: unos descaradamente, como los periodistas de la prensa amarilla (¿existe hoy otra?); otros, colegas del linchado, más disimuladamente, pero disfrutando también. Lo he visto. Hoy. No sé si todos lo ven, también es cierto.
 
En fin, me estoy refiriendo a linchamiento que está padeciendo la antropóloga de la policía judicial que emitió el famoso primer informe en el caso Bretón.
 
Aquí, quizá por vez primera, estoy casi casi de acuerdo con el juez Garzón (que por cierto al final ha encontrado lo que quería: un programa propio en la televisión colombiana -ya saben que estos países últimamente se dedican a dar clases de democracia y derechos humanos al resto).  Bien pues Garzón dice que un error como el de la antropóloga forense entra dentro de la normalidad.
 
Y es verdad.  Cuántos informes periciales contienen errores. Piensen Vds. que en cada procedimiento judicial suelen existir opiniones divergentes de expertos que cada parte presenta en su defensa, de igual forma que existen testimonios (pruebas testificales) que también difieren frontalmente entre ellas.  Y nunca pasa nada. Y esto es lo normal: que no pase nada.
 
La pregunta siguiente es: bien, pero que sea normal, quiere decir que sea deseable: ¿no debería ser el error la excepción?  Bueno, pues no, tajantemente, no: somos humanos y como humanos no es que nos equivoquemos, ni mucho menos que falseemos voluntariamente la realidad, simplemente que esa realidad no es para todos igual, ni todos la percibimos igual.
 
Cierto que existen errores que no deben o no deberían consentirse y que, por tanto, deben ser sancionados.  Y es muy posible que el informe de esta antropóloga sea uno de ellos, pero atención: el resultado ha sido la extensión en el tiempo de la duda lacerante y martirizante que agrava el dolor de la madre: esa punzante incertidumbre que supone la dilación instructora.
 
Bien, pues si objetivamente (lo cual nunca es fácil) se concluye que la antropóloga del famoso primer informe ha obrado con una negligencia profesional sancionable: sanciónese. Pero el linchamiento al que se le está sometiendo ni se lo merece ella ni se lo merece nadie.
 
¿Por cierto, alguna vez se linchó así a quienes emitieron informes científicos y jurídicos que concluyeron con la excarcelación del asesino en serie de Juana Chaos?  Porque aquellos informes sí que concluyeron en un error brutal: posibilitaron nada menos que la fuga del multiasesino.
 
Bien, pues  el error (si es que objetivamente lo hay y es objetivamente sancionable) de la hoy tristemente famosa antropóloga, no ha posi-bilitado, afortunadamente, la absolución de otro posible asesino.  Pero es que la de de Juana sí y sin embargo no se montó el circo mediático que aquí se está montando contra los técnicos que allí informaron también equivocadamente, al menos a la vista del resultado de la fuga. Ni se mentó: el humo político, el escándalo político supongo que los libró.
 
Qué quieren, uno odia el linchamiento. Simplemente.  Y si el presunto asesino de sus propios hijos tiene derecho a la defensa, mucho más lo tendrá una científica que se equivoca, por grande que sea el error. 
 
Aun me acuerdo del regocijo de aquél diputado sinvergüenza  del PSOE interrogando a Mariano Rubio (a la sazón, Presidente del Banco de España) en aquella famosa Comisión de Investigación del caso Ibercorp.  No sé si se acordarán: disfrutaba vejando, humillando, algo que denotaba que él y la sociedad que disfrutó con semejante espectáculo estaba ya entonces tan gravemente enferma como la actual. Bien, pues ese buen hombre, aquél "escandalizado" investigador acabó con los años (qué cosas) presidiendo Caja Castilla-León, entidad que acabaría siendo intervenida y él procesado (ahora mismo lo está).  Lo que es la vida.
 
Bueno, pues tampoco él merece ser linchado, sino juzgado, si es que se le llega a juzgar y con todas las garantías.
 
Qué quieren, no me va el linchamiento, es tanta mi debilidad que siempre acabo por defenderlo (her-moso verbo éste que tan mal se conjuga en este enfermo país).  Ojo, y con ello no me estoy poniendo de su lado: simplemente me estoy interponiendo entre los linchadores y él.
 
No, ya sé que estas cosas no suelen entenderse. Pero ¿cómo va a entenderlo esta sociedad que disfruta tanto con el espectáculo del linchamiento?
 
 
 
Truhán 

1 comentario:

  1. Don Truhán, salvo su protesta por ese gusto de linchar a la gente, el resto no le asiste razón alguna. ¿Por qué tanto escándalo? Muy sencillo, porque la Policía Científica goza de un prestigio y credibilidad que esta señora -yo estoy en que andaba con alguna copa, pues otra cosa no se explica- ha tirado por la borda.
    Estos peritos, como funcionarios que son, no son como esos otros "peritos profesionales de los Juzgados". Esos no tienen ninguna credibilidad, ninguna. Si ese informe lo hubiera emitido uno de esos "peritos profesionales de los Juzgados" no hubiera mediado tanto revuelo. El problema está en el daño causado en esa credibilidad y fiabilidad de que gozaba la Policía Científica.
    ¿A Garzón menta? jejejeje. ¡Vaya voz de autoridad! No tiene ni repajolera idea de lo que está hablando. Lleva tantos años ocupado solo de de su bolsillo que ha olvidado como es esa cosa del debate procesal. Que el error es posible, cierto, pero no en el caso que nos ocupa. Es como si un contable dijera que 7 mas 2 son 5; o que un abogado confundiera comprador con vendedor. Hay errores que solo se explican si el sujeto está en estado de enajenación.

    Ná, Don Truhán, que no tiene razón, salvo en eso del linchamiento. Una cosa es que esta funcionaria responda de sus actos y otra distinta el linchamiento.

    La Conchaparis

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