jueves, 13 de mayo de 2010

EN LA TRASNOCHADA 20 (María Jesús Mayoral Roche)

Sobre Mario Conde (1ª parte)



Villamayor de Gállego 11 de mayo 2010

En la trasnochada, en el silencio algo se remueve, me estoy refiriendo a las emociones. Acercarme a la marginación me sacude, no sé si el subconsciente o el emocional; pero esto, al igual que todo, es algo que pasará. Lo sé. El contacto con la marginación me lleva a una época, no muy lejana, que se pierde en mi memoria porque es mejor dejarla perder; pero a poco que se hurgue en la herida recobra toda su fuerza y se presenta ante mí como imágenes encadenadas en blanco y negro. No quería tocar este tema, pero dejar unas líneas en la trasnochada me vendrá bien anímicamente.

Una cadena de TV ha hecho un exhaustivo reportaje sobre Mario Conde, un fenómeno que no entendí en su día y que sigo sin comprender. Para no extenderme mucho y para que se entienda bien, desdoblaré esta trasnochada en dos partes.

Yo llegué a Madrid en 1989, con una mano delante y otra detrás, quiero decir, sin vivencias; había aprobado una oposición y tenía que arreglármelas en una gran ciudad que me venía algo más que grande. Mario Conde en aquella época era un boom social. Salía en la tele con Julia Otero, salía fotografiado en su yate con su Majestad, salía investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense, salía en la audiencia con el Papa, estaba en las portadas de todos los libros, en los escaparates de las librerías y todos los días era noticia. En Madrid la gente seguía sus pasos: aquí come Mario Conde, aquí baila sevillanas Mario Conde, aquí compra Mario Conde… Hablando con un experto abogado sobre el susodicho le comenté que no entendía aquel fenómeno. Él me preguntó: ¿Qué es lo que no entiendes? Desde mi corto entendimiento -le dije- no comprendo cómo de la nada, siendo un abogado del Estado, se puede alcanzar ese estatus social en tan poco tiempo. Muy fácil, -me dijo el entendido- y se puso a explicarme de forma sencilla la jugada maestra de Mario Conde. Por supuesto se trataba de una jugada maestra, además de legal. Le repliqué que todo lo que me contaba lo entendía, pero que no conseguía asimilarlo. Aun hoy sigo sin aplicarle la lógica a todo aquello. ¿Por qué? Porque de la nada no se llega al todo sin haberse cargado a alguien por el camino, sin haberse llevado a alguien puesto; aunque las actuaciones hayan sido legales, me da igual, seguro que alguien se ha quedado por el camino. Y es que se puede actuar y ampararse legalmente saltándose otras barreras, esas que no se ven, que no se pueden medir, que no se pueden tocar y a veces ni traspasar; porque tocarlas y traspasarlas trae sus consecuencias. Yo veía a Mario a Conde como un hombre astuto, sin debilidades y con un objetivo. Un único objetivo que todavía no nos ha desvelado. Aquel hombre engominado que se cruzaba la chaqueta a cada paso, componiéndose los gemelos de las camisas, me daba un miedo atroz. No sabría explicar el porqué. Bueno sí, tal vez sabría explicarlo. Yo veía en aquella percha andante al prototipo de hombre que no admite un no por respuesta, un hombre de acción de esos que nada ni nadie consigue parar.

Ahora, con unos cuantos años más y sin perder la antigua compostura, sale en televisión con un libro mecanografiado, una especie de diario escrito en sus tiempos del Banesto; lo emplea para defenderse. Bueno, ha empleado su programa monográfico especial para defenderse, ha llamado a periodistas para que lo defiendan, bueno, más que periodistas podríamos llamarlos chaqueteros del último que llega. ¿Cuántos periodistas compró Mario Conde en sus buenos tiempos? Es por esta actuación televisiva que sigo sin entender a Mario Conde. Él, que se define -incluso presume- espiritual, que ha escrito sobre el Tao, que ama el silencio y que dice haber aprendido en sus tiempos de preso; pues eso, que me da la sensación de que no ha aprendido nada, absolutamente nada y que todo lo que escribe es para entretenerse un rato. Dicen los maestros espirituales, que para avanzar en el camino espiritual hay que matar completamente el ego y él no sólo no lo ha matado sino que cada día lo alienta un poco más, le da vida.

Quizá, Sr. Conde, sea usted inocente, quizá haya sufrido una condena injusta, quizá haya sido víctima de una caza de brujas… Yo no pongo en duda su inocencia; pero no se puede abrir una partida de ajedrez dando jaque al rey, no se puede ganar al ajedrez sin derribar piezas. Está claro que estamos hablando de un juego; pero en la vida esas jugadas maestras, así a la brava, se pagan.

Pero he empezado hablando de la marginación y me he pasado al capítulo Mario Conde. No, no se me ha ido el hilo. Mario ha escrito un libro del que lleva vendidas no sé cuántas ediciones, pues bien, la próxima semana hablaré de ese libro: Memorias de un preso. Vaya esta trasnochada como preámbulo.

(Fin de la primera parte)


2 comentarios:

  1. De momento, Mª Jesús no entiendo hacia donde vas.

    Esperaré a la segunda parte.

    De todas formas, tus reflexiones siempre son bienvenidas y leídas con interés.

    Gracias

    Vladimira

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  2. Creo que este preámbulo que he escrito es necesario para entender la segunda parte.

    Gracias por tu interés y tus comentarios.

    María Jesús

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