lunes, 4 de noviembre de 2013

EL TURISTA QUE SE RETRASÓ (Antonio Envid)



El viajero no había conocido el tiempo más glorioso de aquel hotel en la Via Reggia, cuando los De Sica, Sinatra, Cary Grant o la Loren lo frecuentaban, pero sí llegó a vivir su epílogo, aquellos años en los que, quizá, sus huéspedes ya no eran rutilantes astros del firmamento de la fama, pero sí un público adinerado y selecto, mientras todavía flotaba en su ambiente el aroma y el encanto de aquellos seres amados por los dioses; cuando él recompensaba con una generosa propina el gesto y las palabras cómplices del camarero: “los señores van a ocupar la misma habitación en la que pasaron una noche la Callas y Onasis”. Sin embargo, al contemplar los sillones del vestíbulo con el cuero, no solo desgastado, sino incluso cuarteado, las hermosas mesas de caoba rayadas y con desperfectos, las escayolas arruinadas, las otrora espléndidas arañas, hoy mancas de algún brazo, iluminadas con escasas bujías, las pinturas desconchadas y los maceteros huérfanos de las plantas y flores de antaño, estuvo a punto de volver al taxi que lo aguardaba con el equipaje y ordenar que lo llevara a más acogedor alojamiento.
En la recepción un empleado de aspecto aburrido y de avanzada edad –tal vez simplemente envejecido- a su demanda contestó displicente: “cuando termine de registrarle le ayudaré con las maletas”. Echó en falta la fila de mozos que antiguamente, en perfecta formación, aguardaban atentos la orden del recepcionista. No tuvo más remedio que cargar con una de las maletas mientras el empleado llevaba el resto. “¿Es ésta la habitación que deseaba? Es una de las mejores y tiene vistas a la bahía”. La habitación era la misma, pero totalmente arruinada, el papel de la pared se descolgaba a trozos y el mobiliario parecía haber sido pasto de alguna calamidad. Maldijo la crueldad del tiempo; como es incapaz de preservar aquellos lugares sagrados para nosotros, sitios donde hemos sido felices, degradándolos, sin que podamos hacer nada por salvarlos, devastándolos, sin que nadie se duela de su desvalimiento. La nostalgia, esa enfermedad del alma causada por la impotencia, lo invadió. Llamó a la recepción solicitando una botella de güisqui para poder pasar la noche. No hay dolor tan grande como el que se siente en la desgracia al recordar tiempos felices.


Antonio Envid


12 comentarios:

  1. Muy bueno, Antonio. Me ha recordado a los viejos hoteles italianos, barrocos y solemnes, que se ven ahora invadidos por turistas de color caqui. Y también a los salones de fiesta de La Habana, testigos de un esplendor que ahora nos parece imaginado.

    Javier Iribarren

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    1. D. Javier, cada uno percibe las cosas a su modo. Es que a mi me ha llevado al Chelsea de NY... con ese punto de hotel maléfico, tétrico, próximo a La semilla del Diablo.

      Aparte, me encanta el cuadro -doy por supuesto que es de Hopper- muy a tono con el texto. Aunque quizá le hubiera venido mejor una foto del interior del Chelsea -del exterior tambien- por ese tono de destino tétrico irremediable.

      ¡Que cosas, D. Antonio! usted ahí trabajando el texto y servidora se va por los cerros de Úbeda... es que soy de lo que no hay!!!

      Un besito de compensación.

      La Conchaparis

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  2. "No hay dolor tan grande como el que se siente en la desgracia al recordar tiempos felices...".Que justo es esta frase : el tiempo, nuestro tiempo, nuestra vida se escurre como el arena en nuestra mano...aunque la apretamos, no podemos retener su curso fluido.
    A Concha :"ir pos los cerros de Ubeda" : sin Google, me hubiese quedado a dos velas, sino que te hayas ido a Ubeda !
    Lo pongo en mi lexicoteca, como "los machos atados" y otras expresiones léxicales "made in Spain "

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  3. A mí me suena a hotel veneciano. Es un texto muy equlibrado y como siempre, se me queda esa sensación de que debería pertenecer a una novela.

    Es cierta esa sensación de abandono en algunos hoteles, pero no lo es menos que a veces, los huéspedes con sus chancletas a la hora de comer y cenar, y sus pelos despeinados en el desayuno, contribuyen a esa decadencia.

    Vladimira

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    1. jiji muy Vladimironiano eso de los huéspedes con sus chancletas a la hora de comer!!!

      Donbelga, ya ve, hasta de las lenguas de doble filo se puede aprender algo. Por cierto, las lenguas de doble filo vienen de Rafael de León... de aquello de:
      "Me lo contaron ayer
      las lenguas de doble filo,
      que te casaste hase un mé
      y me quedé tan tranquilo.
      Otro cualquiera en mi lugar,
      se hubiera echao a llorá,
      yo, crusándome de brasos
      dije que me daba iguá.."

      Qué genios León y Quiroga!! ¡Viva la copla! Algunas letras son medio verdes. ¿como pasaron la censura franquista? Sobretodo Ojos Verdes...

      "Apoyá en el quicio de la mancebía,
      miraba encenderce la noche de Mayo.
      Pasaban los hombres
      y yo sonreía...
      tralarí, tralaró"

      La Conchaparis

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    2. Al escribir busco que los lectores tengan que trabajar, que hagan un esfuerzo y uno se marche a Chelsea, otro a la Habana (¿el Riviera, tal vez?), y otro a un hotel veneciano (¿el viscontiniano de Muerte en Venecia, quizá?) y algún despistado se vaya a Úbeda. O sea que, a trabajar, cada uno que se haga su porpia novela, que yo soy algo vago para escribirla. Gracias a todos por vuestro esfuerzo de completar el relato.
      Antonio

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    3. Concetta, hay pocas cosas que me den más asco en un hotel que las chancletas a la hora de comer. Especialmente en determinados pies que mejor no explico. Me conformaría con un poco de aseo. Temo estar dando una impresión equivocada pero quizá alguien me entienda.


      Vladimira

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  4. Las zapatillas de estar por casa son las castañuelas de los pies

    Ángel

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    1. Las zapatillas de estar en casa son una cosa diferente a lo qúe esto diciendo. Es una maravilla llegar a casa y ponerse las zapatillas.uno de los pequeños placeres de la vida.
      Vladimira

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    2. No era una contestación para ti Vlad, si lo fuese la hubiese hecho debajo de tu comentario.

      Es solo una frase que se me ocurrió, porque juego con una cuenta de R Gomez de la Serna a frases así.

      Ángel

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    3. Ah! disculpa el error. Vlad

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    4. No pasa nada Vlad

      Ángel

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