A ver, Coma, piensa un poco: quieres ir al cine a ver una buena peli, ¿vale? Vale. Pues mira, va a ser que no. ¿Cómo que no? Imposible, Coma, eso es casi imposible. Pero Punto, por favor, si antes te informas bien… ¿Te informas?, ¿te fías de la prensa?; información interesada, Coma, ni caso, lo que yo te diga, además ¿qué te crees, que todas las pelis son buenas? Hombre, buenas lo que se dice buenas…
Bien, avancemos, Coma, ahora piensa en un libro: un viernes, toda la tarde para ti, te apetece leer… ¿Llueve? Sí, además llueve, Coma, ¿qué libro comprarías? Uno de tapas duras. Por favor, sé un poco más exigente, Coma. Pues… qué sé yo, Punto, un ‘buen/seller’, no sé... ¿Y si ese ‘buen/seller’ que dices resulta un fiasco? Pues tampoco se acabaría el mundo, Punto. Ahí, ahí quería llegar yo, Coma, a que el mundo sí se acaba: si consigues llegar a los noventa años en un estado aceptable, treinta te los pasas durmiendo y otros treinta trabajando, de los treinta restantes estás cinco buscando aparcamiento, tres haciendo tus necesidades, cuatro conquistando mujeres, otros cuatro desayunando, comiendo y cenando, y el resto mirando a las avutardas. Tienes razón, Punto, es verdad: hay que aprovechar.
Sigamos, Coma: una tarde de otoño, te apetece oír música… ¿también consultarías la prensa? Pues mira, Punto, no; aquí sí que lo tengo claro, porque me gusta el blues y en los medios sólo existen el Bisbal y el Bustamante. ¿Entonces, Coma…? Pues que compraría ‘The quintessence’, de Bessie Smith y tan ricamente. ¡Ja!, que te lo has creído, ¿pero tú qué te piensas, Coma, que te tiras a la calle, dices ‘Bessie Smith’ y aparece? Sí, es verdad, Punto: nunca lo encontraría, sólo daría con Bisbal y Bustamante. ¿Entonces, Coma…? Pues que sí, que lo tengo bastante crudo: ‘que siempre que ocurre igual, pasa lo mismo’, Punto.
Sigamos, Coma. Hasta aquí tenemos que las distribuidoras de cine, las editoriales y las discográficas no te venden lo que tú quieres sino lo que ellos quieren. Cierto, Punto. Y de hecho llevamos años y años viendo, leyendo y oyendo lo que ellos y sólo ellos quieren que veamos, leamos y oigamos, ¿no? Así es. Y, además, suelen ser productos de usar y tirar porque en lugar de seleccionar lo que producen necesitan mover constantemente el mercado con una publicidad feroz para que esos productos “suenen”, se “compren” y se “agoten” rápidamente, de forma que en lugar de vender tres venden treinta, ¿no? Sí. Necesitan que estén de moda cuatro o cinco días, ¿miento? Jamás has dicho tanta verdad, Punto. Además, Coma, te convencen de que si tienes ese último ‘hit’ estarás ‘in’ en lugar de ‘out’. Exacto, a la moda. Y podrás decir aquello de ‘yo tengo eso’ o ‘yo vi eso’ o ‘yo leí eso’ o ‘yo estuve allí’. Así es, Punto. Pero al final… al final, Coma, ¿qué nos han ‘metido’? Bazofia, Punto, sólo bazofia. Claro, producen tanto que resulta imposible conseguir cosas buenas.
Conclusión, Coma: al año hay miles de productos nuevos. Sólo los buenos, un porcentaje ridículo, son los que merecen la pena, los que superarán el paso del tiempo, los “clásicos”. Si vas directo a ellos, a los clásicos, aciertas, seguro; si no, te aburrirás como una mona y habrás perdido esas pocas horas de vida que nos sobran consumiendo eso: bazofia. Estarás al día, eso sí, a la moda, pero invadido por el tedio. Sólo la SGAE, implacable y voraz, saldrá ganando.
Sí, Punto, cierto, pero ¿dónde coño encuentro yo esos clásicos del blues, si sólo nos venden al Bisbal y al Bustamante? Joder Coma, en internet. ¿En internet…? Pero eso ¿no está mal? No: eso es ‘barricada”, Coma. ¡Punto!
(El Comarcal del Jiloca 29/05/09, Servando Gotor)
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