viernes, 2 de marzo de 2012

EJERCICIO LITERARIO II (Juan Serrano)

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En la caldeada calma de la habitación, el corazón de Marien se dilata al recordar la mirada enamorada de Virgilio; y sobre este grato sentimiento, de golpe se interpone otro no menos feliz, pero a la vez dolorido: la imagen anhelante de Marcial antes de partir al campo de batalla. Y el corazón de Marien se contrae.



Virgilio es tierno. Marcial, decidido y viril; Virgilio, emotivo y poético; Marcial, dadivoso y afortunado. Virgilio, delicado. Luchador y atrevido, Marcial. ¡Ay si ella pudiera reservar su alma para el poeta, y su cuerpo para el militar aguerrido! Pero no. Marien tiene revueltos y a presión en su corazón a los dos hombres metidos.



Marien con uno se siente segura; y con el otro, querida. Con aquel, realizada: con éste, satisfecha. Cualidades que se disputan a muerte un mismo lugar donde cabe un solo amor. Marien sufre los efectos sangrientos de esta contienda injusta dentro de sí. Ella no entiende qué de malo puede haber en su conducta por ser fiel al doble impulso de su corazón indivisible.



Si Marcial regresara del cautiverio, ¿Marien continuaría sus relaciones con Virgilio? Para la muchacha responder a esta pregunta es inútil. La solución no depende de ella. Los hombres son terriblemente impacientes en problemas de amores compartidos. Tanto Marcial como Virgilio se apresurarían movidos por el despecho a comportarse como fieras en celo. Alejados de toda cordura, seguro que llegarían a la solución más desastrosa para los tres.



A Marien lo que más le tortura es estar poseída por dos conciencias unidas por un sentimiento controvertido. Ella no duda de la sinceridad de su amor por los dos hombres al unísono, aunque una de sus conciencias no cese de increparle su honorabilidad. ¿Quién con verdadero conocimiento de causa, y no presionado por la moralidad social de unas costumbres basadas en falsos conceptos de honra, fidelidad y acatamiento, podría acusarla de no ser sincera?



De la chimenea una brasa ha saltado al suelo. Y para que no queme la alfombra, Marien con las tenazas mete el tizón en la cubeta del agua. Tras los malos pronósticos ahora parece que viene el sosiego. La muchacha se relaja, confía que será la propia naturaleza, la historia, el destino, quien pondrán las cosas en su sitio.



El plagiador, el hombre que olvidó el libro en el coche, detiene aquí su escritura, pone fin al juego literario. No sabe si ha sido fiel a la idea que el verdadero escritor tenía en su mente cuando escribió la novela. Reconoce haber cambiado el nombre de los tres protagonistas para encubrir al autor y su obra. Ahora restrega la palma de su mano derecha sobre su frente calenturienta. Se despereza como quien se despierta de un sueño, y dice para sí:


Resulta divertido mover el hilo de la historia de unos personajes que uno ni siquiera inventó, y sin embargo puede con ellos (si es capaz), hacer lo que le dé la gana. Es tan difícil conquistar la libertad como luego saber lo que hacer con ella.


Juan Serrano
(En el blog Blao
12 febrero 2012)
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7 comentarios:

  1. Narciso de Alfonso3 de marzo de 2012, 12:21

    .
    Pues va a ser, Juan, que no he visto la peli,

    y eso que me he estado devanando un seso,

    pero nada, no se me ocurre, quizá es que como

    no pasa nada... quiero decir que no pasa nada

    de verdad, de acción, que la chica sólo discurre

    (y, a su manera, se tortura, es cierto), pero todo

    al estilo de antes, como un conflicto de los interiores,

    como más neurótico, que los de ahora ya se sabe,

    todo hacia afuera, hala, paso al acto sin reflexión,

    pura psicopatía.

    Si me (nos) dieras alguna pistilla más, aunque sea

    pequeña, menor, el nombre de soltera, por ejemplo,

    o su declaración de la renta, no sé, algo.

    Gracias.

    Narciso

    .

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  2. Narciso de Alfonso3 de marzo de 2012, 12:27

    .
    Uy, perdona, que al releer tu artículo

    he visto que acabas diciendo que es tan difícil

    conquistar la libertad como saber, luego, qué

    hacer con ella... supongo que será un recurso

    literario, porque si no sabes que hacer con ella, no

    has conquistado la libertad, sino a una foca, por

    ejemplo. Uy, y ahora caigo que la libertad, ni siquiera

    se conquista, si hay que conquistarla será otra cosa,

    una foca, por ejemplo, que esté presa, prisionera en

    el sitio de Zamora, sí.

    Perdona por la interrupción.

    Gracias

    Narciso (de nuevo)

    .

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  3. Ay, si esa muchacha, Narciso, te hubiera conocido, tal vez no se devanaría los sesos por otros amores tan atormentados e indecisos. Y su vida a tu lado, un bancal de alegres rosas, y bulliciosas, hubiera sido. La novela en cuestión no es otra que Las cárceles del alma de Lajos Zilahy. La leí en mis años mozos, tiempos propicios de sabañones y demás erupciones amatorias. Y en cuanto a la libertad, reconozco que tal vez haya sido un añadido forzado, más pedante que otra cosa, pero en cualquier caso podríamos consultar a Erich Fromm. Todo un placer. Juan

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  4. Narciso de Alfonso3 de marzo de 2012, 16:04

    .
    Sipe, Juan, creo lo mismo en relación con la chica, tanto en

    su elección como en su vida conmigo, claro. No hay nada como

    tener un alto concepto de uno mismo, incluso el que corresponde

    a un (in)sano narcisismo, sí, ay.

    Lo peor es que no conozco a Lejos Hilary, a no ser que él (o ella)

    escribiera Primavera mortal, que no leí pero andaba por

    las bibliotecas de mi infancia, sipe, ay.

    Nada de pedante, Juan, es sólo equivocado, no temas.

    has confundido la libertad con una carraca, cosa, objeto,

    asunto material que se agarra y tal. Incluso dices que

    no nacemos libres... ¿a qué edad hemos de esperar

    para serlo? Disculpa, consultaremos a Enric Frost.

    Gracias


    Narciso
    .

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    Respuestas
    1. Nar, disculpa que me entrometa pero debo apuntarte algo.
      La pregunta que debes hacer no es a qué edad hemos de esperar para ser libres sino, ¿cuando tendremos arrestos para serlo?

      La Conchaparis

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  5. Al grito de libertad se cambia de tirano

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  6. Narciso de Alfonso3 de marzo de 2012, 22:02

    .
    Conchi, ya sabes que las mujeres, del mismo modo

    que no tenéis espalda, nunca os entrometéis.

    Y sí, el valor, el coraje de la libertad, ay.

    Narciso

    .

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