martes, 6 de noviembre de 2012

LA VIDA FASCINANTE DE LAS PALABRAS, IV (Antonio Envid)

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AEM
 


No es por casualidad esta serie se denomine “La fascinante vida de las palabras”, sino porque ésta es la realidad. Las palabras viajan de un país a otro, llevan una vida aventurera y a veces vuelven a su lugar de origen tan cambiadas, que no son reconocidas por sus propios. Como la chica que se fue a la capital y vuelve al pueblo hecha una señorita. Es el caso de la palabra “broker”.

El diccionario de la Real Academia ha terminado por recoger esta palabra dado el uso generalizado de la misma. En este caso no por la fascinación de lo inglés, sino porque no tiene una similar en el español. Podría haberse utilizado la denominación de “agente de bolsa” o “corredor de bolsa”, pero nos habrían recordado a los aristocráticos y apolillados “Agentes de Cambio y Bolsa” barridos hace años por las corrientes innovadoras de un mercado tan dinámico como es el financiero. El bróker no es un profesional independiente, sino un empleado muy cualificado de grandes compañías financieras y muy bien pagado, a tenor del real o supuesto estrés que le produce su trabajo. El bróker es un personaje muy diferenciado que llegó a crear una cultura propia, “la yuppi”, tan bien retratada por Tom Wolfe en “La hoguera de las vanidades” y que popularizó Brian De Palma en la película basada en la novela con el trío: Tom Hanks, Bruce Willis, Melanie Griffith. Hoy son una especie del género friki. Nada que ver con los anticuaos agentes españoles que comparecían, si lo hacían, al cierre de la sesión de una Bolsa local y predecible a cobrar cómodamente sus sustanciosas comisiones.

Nótese que estoy escribiendo bróker con una tilde que no lleva la palabra inglesa. Es que uno es bien mandado y como la Real Academia ha españolizado a medias el vocablo, yo les hago caso. También, puestos, podrían haberla recogido como bróquer.

Bróker.(Del ingl. broker).1. com. Econ. Agente intermediario en operaciones financieras o comerciales que percibe una comisión por su intervención. Nos dice el diccionario de la alta institución que limpia, fija y da esplendor.

Pues bien, seguramente el origen de la palabra es español. Quizá provenga de “alboroque”. Consultemos otra vez el diccionario de la R.A.: alboroque.(Quizá del ár. hisp. *alborók, y este del ár. clás. ‘arbūn).1. m. Agasajo que hacen el comprador, el vendedor, o ambos, a quienes intervienen en una venta. Origen similar al de la propina, el “pourboire” francés. Con esa procedencia parece ser que paso al francés, que antiguamente utilizaba “brocour” con la acepción de intermediario y chamarilero. Hoy nuestros vecinos conservan el verbo “brocanter”, comprar, vender, trocar objetos antiguos, curiosidades, y a quien se dedica a estas actividades lo llaman “brocanteur”.

Del árabe, la palabra emigra al español, para pasar al francés y de éste al inglés para volver a nosotros llena de exotismo y misterio. En definitiva, tantos humos para que el lejano abuelo de un bróker fuera un chamarilero o un “corredor de oreja” de los que recorrían las ferias para casar comprador y vendedor a cambio de una modesta comisión y unos chatos de vino en la taberna.

Lo mismo pasa con la palabra “auditoria”, en su acepción de revisión y verificación de estados contables. “Auditing”, como profesión, y “audit”, como la acción de revisar la contabilidad, no parecen muy sajonas. Desde luego que no, la primera vez que yo he encontrado esta palabra es en una ordenanza medieval catalana, que después recogió “El Llibre del Consolat de mar”. Esta ordenanza obligaba a los armadores de una nave, finalizado el viaje, a “audir” (oír) las cuentas de las que daba razón el escribano del barco. Como algunos de estos comerciantes eran analfabetos, las cuentas se leían y los comerciantes las oían para aprobarlas o no. De modo que esos señores vestidos de negro, portando un maletín y carentes de cualquier sentido del humor, que de pronto invadieron España de la mano de compañías americanas de auditoría, tenían un origen latino y eran hijos de la ignorancia.


Antonio Envid







1 comentario:

  1. Antonio,
    Comparto tu análisis de la palabra "broker"...En aquellos tiempos, un vaso o un "broc" de vino les sobraba para servir de intermediarios. Cada uno sabemos que el abuso de vino, nos obliga à la devolución (= el vomito), cuando hemos pasado los limites. Los brokers de hoy se emborrachan de dinero : tienen la misma adicción, sin tener ni temer, ni aguantar ninguna consecuencia... ¡No solo beben sin sed sino que la sociedad les aupa en su vicio. El afán del dinero no tiene saciedad ni limites.

    En cuánto a los auditores, ni oyen ni ven ni hablan : son como los monos de Nikko…pero cobran para complacer à quienes les pagan…

    Un saludo, “compañero” como decía el “Che”


    Bernardo

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