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Paseaba
Cristo su mirada por las calles vacías
Padre, aleja
de mí este cáliz
Y el sol
acudió a su cita en esa mañana de abril
y bañó las
calles y plazas desiertas
Las gentes
con el ánimo encogido, tras las ventanas
contemplaban
un horizonte de tristeza
Padre, aleja
de mí este cáliz
Quebrada la
oración, rota la saeta
Gavillas de
manos implorantes
Perdona a tu
pueblo, Señor,
Tú que no
existes
Padre, aleja
de mí este cáliz
En los
hospitales se libra la Pasión
Jeringuillas
como clavos, sudarios como vendas
Silencios. Solo
el goteo del dolor se atreve a taladrar
el espeso
muro del silencio
Padre, aleja
de mí este cáliz
Pero en el
valle florecían los manzanos
en una
locura de rosicleres,
aunque nadie
contemplara su belleza
En esta
dulce mañana de abril
Padre, aleja
de mí este cáliz
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