viernes, 16 de septiembre de 2011

AISBERG (Fabiola)

Aisberg (Fabiola)

3 comentarios:

  1. esa gélida mujer frente al ardiente magma es poesía pura
    antonio

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  2. La llamaban, como no podría ser de otra forma, la Isla Helada. Nadie había llegado allí con vida: cayeron antes, tirados por la tempestad, derruidos de frío. A quien se había aproximado a la orilla se le había clavado un témpano afilado en el corazón: como castigo por tenerlo. Y otro en sus recuerdos.

    Hasta que alguien consiguió sobrevivir un tiempo en la Isla. Y pensó que le gustaba. Y pensó que podría cambiarla. Se llevó todas las persianas, y pensó, también, que podría hacer salir el sol por donde quisiera. Se llevó hogueras. Cerillas. Antorchas. Fuegos artificiales. Dragones. Reunió todo el fuego que pudo, y consiguió que la Isla ardiera. Y pensó que le gustaba.

    Era cálido. El calor siempre se ha asociado a lo humano, a sentir. La Isla jugó a ser humana. Jugó a sentir, y a dejarse querer. Incluso, intentó imitarlo.

    Y entonces la Isla de Hielo intentó hacer fuego. Reunió hojas secas y cortó leña, como había visto hacer a otros. Prendió una mecha. Y sus dedos de hielo se derritieron, y humeantes nubes de humo azul surcaron el cielo. Y se dio cuenta de que ya había sido suficiente. Y sopló, y sopló, y su gélido aliento apagó todas las velas incluso cuando no tenía nada de celebrar. Y decidió que las estalactitas eran las únicas que llegaban a su altura. Y la Isla sigo siendo una isla. Mientras todo lo demás, a su alrededor, ardía.

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  3. Está bien el/este cuento

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