miércoles, 26 de enero de 2011

PROUST HACIA COPPOLA (Antonio Envid)


SGS

Me habría gustado titular estas notas como “Proust versus Coppola”, pero se me han adelantado los anglófilos y hoy el “versus” latino ha tomado en el español de uso el significado de confrontación, no el de convergencia, que parecía un camino más natural para las lenguas romances. En fin, hablemos de Proust. ¿Por qué está de moda Proust? Nunca ha dejado de estar presente el apocado Marcel, pero actualmente ha cobrado una presencia nada usual para un clásico. Ya se sabe, un clásico es aquél que todo el mundo cita pero nadie lee, y eso no se puede predicar de Proust, pues la reedición de sus obras es constante y ha pasado la prueba ácida, que muy pocos pueden acreditar, de serlo en libro de bolsillo. Al fin y al cabo estamos hablando de una literatura casi centenaria y de no fácil lectura precisamente, no para leer en el autobús.

Se me ocurren un par de razones para explicar este protagonismo. La primera es que el novelista retrata un “fin de siècle” y, quizá, estemos asistiendo en estos momentos a otro fin de siglo. En alguna ocasión he dicho que los siglos terminan cuando quieren, no precisamente el año cuyas decenas y unidades son cero. El siglo diecinueve en Europa terminó con la guerra europea, y con ella el último coletazo de la clase nobiliaria que Proust retrata. Durante todo el diecinueve la aristocracia fue en retirada ante una burguesía emergente, pero hacia sus finales todavía retenía esferas de poder importantes, sobre todo en el ejército, en el que los miembros de la nobleza copaban el generalato y la alta oficialidad. La guerra, con su demanda de hombres, exigió abrir las escalas de oficiales al pueblo y ahí terminó el monopolio, tanto de la nobleza francesa, como la de los “junkers” prusianos. Hoy una crisis económica devastadora está barriendo la clase media europea y estamos asistiendo al fin del siglo veinte, tal como lo conocemos, y el inicio de una nueva era, el veintiuno, en el que quizá la sociedad europea se proletarice siguiendo los peores modelos, los asiáticos, para sobrevivir.

Otra de las razones, quizá, es el auge de la estética homosexual. Pero Proust no es un escritor homosexual, sino algo diferente: un homosexual escritor. Me explicaré, Marcel Proust es ante todo un gran novelista, seguramente el mayor de los escritores franceses del pasado siglo, que arrastra como una pesada losa su desviación sexual por toda su obra, aunque esta circunstancia preste a sus novelas un encanto oculto, que las hace distintas a cualquier otra. Convierte pudorosamente a Albert en Albertine para que su amor no escandalice al lector y, desde luego, no aplaude el proceder de Robert, el señor de Saint-Loup, con su esposa Gilberte, a quien mortifica con celos, haciéndose acompañar por hermosas damas, cuando sus verdaderas inclinaciones se dirigen hacia los jovencitos. Como mucho hace una tímida defensa del amor clásico del griego adulto y respetable por el efebo, que a través de una relación íntima, no solo sexual, transmite su saber y sus principios al adolescente, o la de los compañeros de armas, capaces de dar pruebas del mayor valor, hasta entregar la vida a cambio de la de su amante.

Pero a lo que iba es a la permanente actualidad de este escritor y pondré un ejemplo. Se afirma, y con razón, que en “Apocalipsis now” Francis Ford Coppola plasma en el cine, de modo magistral, la novela de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas”, pero ha pasado bastante desapercibida la influencia que la obra de Proust tiene en esta gran película. Sin embargo, el título de la película está tomado de un pasaje de “El tiempo recobrado”. No solo esto, sino que la escena cumbre de la película, el bombardeo de una aldea vietnamita por un batallón de caballería del ejercito americano, pilotando unos monstruosos helicópteros y al son de la “Cabalgata de las valquirias” de Wagner es la recreación cinematográfica del bombardeo de París por la aviación prusiana, que relata Proust: (habla de la aviación alemana) “¿no prefieres el momento en que, definitivamente asimilados a las estrellas se separan de ellas para salir de caza o volver después de la alarma, el momento en que hacen apocalipsis y ni siquiera ya las estrellas conservan ya su lugar? Y aquellas sirenas eran lo bastante wagnerianas, cosa, por lo demás, muy natural para saludar la llegada de los alemanes…. Era para preguntarse si quienes subían eran de verdad aviadores y no valquirias”….”¡Es que, vamos, la música de las sirenas era tal Cabalgada! Está claro que solo con la llegada de los alemanes se puede oír a Wagner en París” (El tiempo Recobrado; traducción de Carlos Manzano).


Antonio Envid.




La magnífica escena (que no hemos podido reproducir por estar protegida) puede verse espléndidamente en en you tube, pinchando aquí.
Para ir a la -esta sí- conocida lectura del poema de T.S. Eliot por Marlon Brando, pinchar aquí. 

11 comentarios:

  1. Mm... (como diría Loqax) has tocado una de mis debilidades, Antonio: Proust. Felicidades por el hallazgo: "el momento en que hacen apocalipsis"...

    España tiene a Cervantes, Inglaterra a Shakespeare, Francia a Proust. El mundo, a los tres.

    Por cierto, no deja de ser revelador que la entrada más vista en "balconcillos", según aquel informe del que ya dimos cuenta, sea precisamente un texto de Proust. Casualmente lo colgué yo (una de mis escasas aportaciones) y dudé en colgarla por tratarse de prosa. Nadie protestó. Y es que -pienso- en la prosa de Proust hay tanta poesía, tanto ensayo... es una novela/ensayo; una novela/poesía; una novela/novela... al fin ¿qué diferencias hay entre géneros? Lo bueno, sólo lo bueno es "Literatura".

    ¡Tocado!

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  2. Por cierto, otra de las escenas antológicas de esta película es la de Marlon Brando recitando a T.S. Elliot. (Esta sí puede colgarse y la voy a poner en vez de como entrada como página -arriba a la derecha-. Voy a ello).

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  3. Servando:
    No has hecho ningún comentario referente a la traducción de Carlos Manzano.
    Eso de que sea Proust escritor homosexual u homosexual escritor, no lo entiendo. Es un escritor como la copa de un pino y nada más. Lo que pasa que a la gente de nuestra generación cuando nos explicaban a Proust -a mí en clase de francés- siempre comenzaban diciendo que era homosexual. En lugar de comenzar diciendo que Proust es el mejor novelista francés y me atrevería a decir universal, entendiendo su novela como un alarde sicológico hecho sutilmente de la gente de su época, ayundándose de una frase sinuosa que maneja con una destreza que nadie ha conseguido igualar.

    María Jesús Mayoral

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  4. Servando, la moquita te tiene descolocao. Te he preguntado por la traducción de Carlos Manzano. Dí eso que dices siempre de él recomendando la edición de otro que tienes tú.

    María Jesús Mayoral.

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  5. Es que se lo comenté ya a Antonio en un mensaje y es mucho rollo, pero más o menos, a ver...

    Yo me leí la obra completa hace ya no sé si 15 ó 20 años y, desde entonces la he ido releyendo y ampliando información. Tengo también 2 buenísimas biografías de Proust, el resto de sus obras (dos o tres nada más) y hasta un álbum fotográfico de Proust y su mundo.

    Hicimos un viaje por Francia siguiendo los pasos del mundo de Proust (Illiers-Combray; Cabourg/Balbec;); estuvimos hasta en el mismo hotel en que Proust escribió En busca del tiempo perdido... etc. Vamos que soy un entusiasta total.

    Y desde luego, la edición definitiva de -ahora- "A la busca del tiempo perdido" es la de Mauro Armiño (editorial Valdemar).

    Para vuestra información, pego una información de la web sobre el libro, que es la que le mandé a Antonio:

    A la busca del tiempo perdido
    Marcel Proust
    Valdemar
    Lengua: CASTELLANO
    Encuadernación: Tapa dura
    ISBN: 9788477023197
    Nº Edición:1ª
    Año de edición:2005
    Plaza edición: MADRID
    117.00€


    Primera traducción al español de A la busca del tiempo perdido según los textos filológicos más fiables y recientes.
    Única edición en español anotada, con el suficiente aparato crítico para facilitar una lectura inteligente e inteligible de la novela de Marcel Proust.
    Diccionario biográfico de amistades y conocidos del autor que pasaron a encarnar personajes de su novela.
    Diccionario de los personajes de A la busca del tiempo perdido.
    Diccionario de los lugares geográficos y ficticios donde transcurre la acción.
    Álbum fotográfico de Marcel Proust: personas cuyas historias, anécdotas o episodios le sirvieron de modelo para su obra narrativa, dibujos hechos por Proust y portadas de primeras ediciones.
    Amplio cuadro biográfico de Marcel Proust y la bibliografía más reciente sobre el autor y su obra.
    Resumen de la acción narrativa, dividido por secciones o episodios, al final de cada tomo.
    Tres Índices del conjunto de A la busca del tiempo perdido en el último volumen:

    1) de personas y personajes citados.

    2) de lugares geográficos.

    3) de obras literarias y artísticas.

    Proust, que junto con Franz Kafka y James Joyce, forma la trilogía de nombres imprescindibles de la literatura del siglo XIX, describió en A la busca del tiempo perdido mucho más que una novela: la forma en que aflora la conciencia del Narrador –en última instancia, del individuo, de cualquiera– necesitaba una prosa distinta, compleja, que quiere reflejar los meandros por los que navega la memoria de los seres humanos.

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  6. Por cierto, el entrecomillado de Antonio en esta entrada lo comparé con la traducción de Mauro Armiño y es muy parecido. Incluso la expresión "el momento en que hacen apocalipsis" es también el mismo.

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  7. Más y termino: la imagen de esta entrada, que esa sí es mía es una composición en que se puede ver: la casita de Proust (la buardilla) donde comienza la obra, en Combray; el Grand Hotel de Cabourg; y la iglesia también de Combray.

    Proust es una de mis debilidades (pero tengo tantas...)

    Bueno, ya se ve que más que moquita parece más bien que he tirado el moco... (pasión, pura pasión).

    Besos.

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  8. Como consecuencia de esta entrada de Antonio, he vuelto a ver la película de Coppola y de la película de Coppola, amén de volver a las poesías de T.S. Eliot (que me descubrió Narciso y que balconcillos tiene una buenísima muestra -estoy lleno de deudas-) he descubierto a Conrad (esta última deuda, por tanto la debo a Antonio Envid, no sé cómo pagaré al final todo) y acabo de leerme "El corazón de las tinieblas..." Bueno, no, no he acabado de leérla, estoy en ese momento último (en las tres últimas páginas) que alargas porque te niegas al vacío que queda después de una enorme novela (y conste que es corta).

    La magia, los personajes, la reflexión, la poesía, el contexto histórico geográfico y una trama perfectamente urdida me recuerda a esas grandes obras de arte -pequeñas en extensión- como La invención de Morel (con la que tanto disfruté y disfruto) de Bioy Casares.

    Un acierto de principio a fin, desde el título hasta... (hasta al menos la cuarta última página, donde aparece una perspectiva nueva que... no sé, no sé cómo acabará pero me tiene en ascuas).

    No sé si esta novela la habrá leido Narciso (¿qué no ha leido Narciso?) pero ahora mismo se lo voy a preguntar para que, sino lo ha hecho, lo haga inmediatamente: es su novela, es su vivo retrato y el mío el de su seguidor, el narrador -por cierto, la tengo también en pdf para el que la quiera-).

    En fin eso: gracias (a Antonio en este caso), pero es tanto lo que, cada vez más, debo a los de este blog (a todos/as sin excepción, cada uno a su manera) que... vamos, que...

    ...que me voy a por esas tres últimas páginas.

    (por cierto, además, ha venido al pelo para un problema interesante de la novela que -desde hace más de diez años llevo entre manos y que ahora veo los puntos en común que tienen con el asunto de la de Conrad-. Novela que estoy a punto, a punto de terminar...

    ...en cuanto acabe las tres últimas páginas de El corazón entre tinieblas...).

    Allá voy.

    Besos.

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  9. Un poco más (amén de corregir en el anterior comentario: "sino lo ha hecho, lo haga inmediatamente por", "si no lo ha hecho...").

    Hablando de TS Eliot, también a él le influyó un montón esta novela de Conrad. El propio poema que Marlon Brando lee en la película es de Eliot (hay una página de propio en el blog -arriba a la derecha está la referencia-): los hombres huecos, los hombres vacíos, la brutal masa borrega occidental está en "los peregrinos" de El Corazón...

    Pero es que el inicio de La tierra baldía contiene un epígrafe de 'El satiricón' de Petronio (en referencia a la eterna Sibila de Cumas que quería morir).

    Pues bien, inicialmente, el epígrafe no era éste de Petronio sino este otro de 'El Corazón...' de Conrad:

    "¿Volvía a vivir su vida, cada detalle de deseo, tentación y entrega, durante ese momento supremo de total lucidez? Gritó en un susurro a alguna imagen, a alguna visión, gritó dos veces, un grito que no era más que un suspiro: '¡Ah, el horror! ¡El horror!'".

    Son las últimas palabras de Kurtz, el protagonista (El Marlon Brando de la película de Coppola, que también se apellida Kurtz).

    En fin, el cambio y la elección del epígrafe de Petronio, se debe -claro- a Ezra Pound, quien también suprimió, según repaso en mi edicioncita/edicionaza de Cátedra, el poema 'Gerontion' (que hoy circula como poema independiente) como prefacio a La tierra Baldía:

    "Pound desaconsejó la inclusión de 'Gerontion' a modo de 'prefacio' y estimó que el primer epígrafe de Conrad no era suficientemente relevante. Por consiguiente Pound sustituyó a Conrad por Petronio, ya que éste hacía referencia expresa al deseo de muerte de la Sibila, lo que resultaba mucho más pertinente para la dimensión mítica del poema." (Viorica Patea, en la introducción de La Tierra Baldía de Cátedra -edición bilingüe y traduccón de José Luis Palomares-).

    Algo así hacía -al menos al principio- Loqax con los primeros poemas de Vladimira en balconcillos.

    ¿Será por eso el apellido 'Pund'? Será que esos poemas son en parte hijos de 'Pund' y que venga de ahí el apellido -la 'paternidad' poética de Vladimira? Loqas es 'Loqas Pund' padre de Vladimira...?

    (me voy a por las tres últimas páginas de El corazón... -que todo parece impedírmelo-)

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  10. La verdad, amigo Antonio, es que los aviadores a los que se refiere Proust son franceses y no alemanes, como afirmás.- Los aviones franceses salen a la caza de los zepelines alemanes, tal como lo escribe nuestro amado Marcel poco antes del párrafo que citás.-
    Un gran saludo

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