Desde que Obama ha llegado a la Casa Blanca lo ve todo negro: la crisis le quita el sueño y falla más que una escopeta de feria a la hora de nombrar hombres de confianza. Mal empezamos. De todas formas es difícil encontrar aliados en los tramos complicados.
Y en España ¿qué? En España cada uno hace lo que le viene en gana. Eléctricas pasa un recibo con la cuenta la vieja, los jueces dicen que se van a la huelga, la banca hace oídos sordos a las advertencias del gobierno y no pasa nada.
Entre el desconcierto y bajo la nieve, Esperanza en la Puerta del Sol pide una Cuba libre y mientras caen los copos y los fantasmas del espionaje resucitan, el resto de la oposición en su papel de siempre, digna e ingenua pero tocada, asegura que llegará hasta el final y que serán los principales interesados en aclarar este asunto turbio.
Fuera de escena dos sabuesos salen de caza: el ministro de Justicia y el juez Garzón. ¿De qué tendrían que hablar? Terminada la faena cinegética y cazados, un risueño Bermejo ocupó la pantalla dando a entender en un escueto discurso, que donde el pone ojo pone la bala. Pero el de Justicia con ese rostro coloradote de Baco estreñido que se le pone cuando no sabe por dónde salir, no parecía creer mucho en sus propias palabras consciente de que el asunto le iba a traer cola. Y es que a partir del dieciocho de febrero deberá cambiar el rifle por el estoque y la muleta, porque para lidiar con los de las puñetas tendrá que mandar y templar. Veremos si se le da el toreo tan bien como la caza. Y es que en los Tribunales todavía, por suerte, no vale poner la bala en el ojo o el ojo en la bala.
Entre tan vacuo discurso y tanto farol me quedo con el discurso del elfo económico (Cristóbal Montoro), sólo él me aclara la situación económica, porque Solbes en todo este asunto de la crisis ni está ni se le espera.
En medio de la zozobra yo a lo mío, al cine. Un buen remedio para abstraerse cómodamente de la realidad. Elegí Valkiria y ¡madre mía! Nunca un mutilado de guerra resultó tan arrogante y atractivo, lo mismo cuando se quita el ojo o levanta el muñón. Un Tom Cruise con su carita de eterno adolescente en el papel de militar aristócrata antinazi, un papel que cuaja y casi borda. Y digo casi porque toda su estampa yanqui le traiciona y me cuesta verle ese porte severo y distante de oficial germano. Por lo demás una estupenda la película en la que se debe tener en cuenta la banda sonora y las tomas cenitales.
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