miércoles, 18 de febrero de 2009

HOY, GRAN ÉXITO... (Arcadio Muñoz)


Era finales de Otoño, qué más da el año. Y aquella tarde me apetecía ir al cine. El ambiente por Independencia con sus grandes paneles anunciaba los estrenos de rigor. Creo recordar el cierzo en su punto mas álgido. El neón del cine Avenida se tambaleaba. Algunos viandantes confundían esta sala con el Actualidades (el cine "bache") por sus proximidades, ámbos separados por "Los Espumosos".

Recuerdo que proyectaban en el Cine Dorado "Un dia en las carreras", los Marx en su grado sumo. Conforme me hacia con las entradas tomé la calle trasera y en volandas llegaba al anfiteatro de este museo cinematográfico. Colgado de la fila 1, pasillo central del popular "gallinero", descubría a Chico ofreciéndose a llevar personal de alta alcurnia al Hotel que regentaba la inefable Margaret Dumont, blanco de la locuaz lengua viperina de Groucho (aquella "parte contratante de la primera parte"). Sin saber cómo, de pronto, se me escapó una carcajada de algo para mi inaudito, acostumbrado al cine de niños prodigio (Marisol, Joselito, ya se sabe). En una palabra: había descubierto el género de lo absurdo, una nueva atracción que me hizo ver toda la filmografía de los Marx y, para mas inri en reposiciones, en aquellas salas de cine tristemente desaparecidas con cierto olor a bambalinas, acompañada del ensordecedor ruido de los viejos proyectores.

Lejos quedaba el atormentado futuro de los seriales televisivos, del humor estúpido, los malditos Simpson, urgencias médicas, universitarios ridículos con un vocabulario apócrifo y continuas referencias al sexo sembradas de un gamberrismo insensato.

El humor de los Marx se caracterizaba por su blancura y doble sentido, basado en lo absurdo de la vida; de situaciones inverosímiles, eso sí, aderezadas por las piezas musicales del inefable Alan Jones, vitales respiros para reponernos de la verborrea de Groucho, los acertijos de Chico y el juego de señas de Harpo.

Fue una tarde inolvidable, a la salida de aquella catedral del cine llamado Dorado, el tranvía chirriaba por los railes de Independencia, mientras la luz azul de Almacenes SEPU brillaba ya en la fachada principal de ese centro comercial, justo a la entrada de la noche, mientras a escasos metros en el Gran Teatro Fleta anunciaban a bombo y platillo el próximo estreno de Doctor Zivago, 70mm, aquel cine-teatro sin columnas ideado por Yarza, hoy victima de la desidia de politicastros sin cultura, sin escrúpulos, ocupados únicamente por seguir en la brecha y vivir a costa del pueblo pero sin el pueblo...

Quiero soñar con ese espectáculo de pantalla gigante y olvidarme por un instante de la canallada cometida en este lugar de encuentro de cinéfilos, que a este paso vamos a dejar de serlo para ser "soma" del futuro, "Cuando el destino nos alcance".
(Arcadio Muñoz. El alcalde de Zalamea)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...