Una tarde senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié. (A. Rimbaud)
domingo, 22 de febrero de 2009
'Pobre Place' (Narciso)
A veces el río bajaba sucio, veloz y bravo. Madame Telescope miraba entonces el agua turbia, cargada de tierra y raíces, y después seguía andando y buscando a lo largo de la orilla, sin alejarse demasiado del río. Le gustaba subirse a los árboles, sentarse o tumbarse en una rama cómoda y pasar allí la tarde o la noche, como un búho. Estuvo casada, cuando entonces, con Place Miranda; un buen día, su esposo le dijo que quería seguir viviendo, conocer mundo, separarse de ella. Madame Telescope se preguntó cómo y por qué Place, su esposo, había tardado tanto tiempo en darse cuenta de la penosa existencia que llevaba, o tanto tiempo en decidirse a cambiarla de una vez. Tenían dos hijos, Telescope y Miranda, que ya se habían independizado de sus padres cuando Place se relanzó a la aventura de la vida. Tal vez una de las cualidades de Madame Telescope era que no se tomaba nada, casi nada, como un asunto personal; cuando Place le pidió la separación, enseguida entendió que su esposo no quería separarse contra ella, sino más bien a favor de la vida y de la vasta y magnífica realidad. ‘Naturalmente, Place, naturalmente que quiero y deseo que te separes de mí, y que te vaya muy bien con ella’, le dijo. ‘No hay ninguna otra’, se ofendió Place. ‘Perdona, no me refería a otra mujer, sino a la prodigiosa y peligrosa vida, a la espléndida y dura realidad’, le aclaró Madame Telescope. Con el tiempo se enteró de que Place ya no tenía fuerzas ni vitalidad ni marcha para casi nada, de modo que había tenido que buscarse otro nicho biológico para seguir sobreviviendo junto a una mujer que se llamaba Umma. ‘Pobre Place’, se dijo Madame cuando le contaron la triste historia. (de Madame Telescope)
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