miércoles, 8 de abril de 2009

Ca-lei-dos-co-pio (Fabiola)


Tenía cerrado el ojo izquierdo cuando descubrí una de las maravillas del mundo… los colores se fusionaban unos con otros a su antojo, desaparecían formas para volver a aparecer, contornos geométricos se convertían y se intercambiaban en un universo de sorpresas al alcance de mi mano. Como por arte de magia…

No tendría más de cinco años y acababan de hacerme un regalo increíble… incluso su nombre era mágicamente cautivador… 'Es un ca –lei – dos – co – pio'. Dijo mi abuelo. Y así estuve un rato… intentando descubrir la más bonita de todas las combinaciones, arriesgándome a perder la que veía al mínimo movimiento de muñeca y no encontrar nada mejor… Magia. Sin lugar a dudas.

No duró mucho. No podía creerme lo que veía. Precioso. Pero… ¿por qué? ¿Por qué podía ver todo aquello en un tubo de cartón y cerrando un ojo? (había comprobado que con los dos abiertos era peor y con los dos cerrados imposible) ¿Qué era y cómo lo habían encerrado?

No iba a quedarme sin saberlo.

No me dejaban utilizar cuchillos y fue difícil con unas tijeras de punta redonda… pero al tiempo tuve en mi mano un cartón curvado y unas estúpidas piececillas de colores. Oh desilusión. ¿Solo era eso?

Imposible volver a montarlo (lo intenté). Imposible recuperar mi ca – lei – dos – co – pio. La magia se esfumó por dejar de creérmela. (Por suerte, aprendí la lección).

Fabiola A.M.

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