Una tarde senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié. (A. Rimbaud)
viernes, 20 de noviembre de 2009
María Jesús Mayoral: de Fabio a la noche
El primer cumpleaños de nuestra barricada ha coincidido con la última entrega de Caro Fabio, esa novela epistolar de María Jesús Mayoral (por cierto, mal plagiada por una conocida novelista italiana con la que compartía agente literario) en la que la remitente, como suele ocurrir, se dirige más a sí misma, a su dolor, que al destinatario. Un destinatario que sólo existe en su imaginación porque, como decía Proust, de las cualidades del ser amado sólo un diez por ciento le corresponden, ya que el otro noventa lo ponemos nosotros. De hecho, reconoce al final que “todo este tiempo ha sido la mejor inversión de mi vida en mi persona”. Buena terapia.
Caro Fabio, que data de 1999, constituye la única inmersión de María Jesús Mayoral en el género epistolar y me atrevería a decir que en el de la introspección y el intimismo del propio narrador (en este caso la supuesta remitente). Porque la escritora, siempre inquieta, ha ido picoteando en los géneros más variados, desde la novela histórica (“Alfonso I. El Rey Batallador”) al más crudo realismo (casi naturalismo) de “El bobo de los bolones”, pasando por el cuento infantil o la crónica política más mordaz, géneros estos dos últimos en los que la imaginación de María Jesús roza lo sublime.
Se corta la correspondencia con Fabio y se acaba la interesante y apasionante historia de un lamento enmascarado de rabia y lucha y una introspección pretendidamente oculta. Borrón y cuenta nueva. Ahora llega “En la trasnochada”, donde la proteica María Jesús, perito en lunas, afronta un nuevo reto, esta vez sereno, nocturno y ermitaño: “la trasnochada de los solitarios –dice- era un período de reflexión, de recuerdos y vivencias, de recogimiento en el silencio de la noche. Así quiero que sea mi trasnochada en este blog, un alto en el camino, un repaso a la vida en medio de tanta velocidad, de tanto estrés”.
No vendrá mal, en los tiempos que corren, ese remanso en cuya superficie se nos ofrece una luna inversa y calmada. Silencio, paz y reflexión. Sea.
Servando Gotor
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