miércoles, 25 de noviembre de 2009

SITEL: el terror como excusa (Servando Gotor)


El objetivo principal de todo poder siempre ha sido mantenerse. Y el del Estado de Derecho evitar la corrupción, corrupción que se nutre fundamentalmente del propio afán de permanencia. Yo, no dado a creer en confabulaciones cósmicas ni secretas ni en templarios ni protocolos de sión, tengo bastante claro esto, como lo tengo –cada vez más y por igual razón- que al poder le interesan los terroristas: son cuatro, desvían la atención de malas gestiones y, sobre todo, santifican el sistema hasta el punto de que el pueblo acaba por ver con buenos ojos la implantación ilegal de verdaderos estados de excepción.

Así, con el pretexto de protegernos se cometen y consienten verdaderas tropelías: desde negociar con criminales (quebrantando por tanto la ley) hasta fusionar poderes que deberían estar estrictamente separados, pasando por el control –cuando no monopolio- de la prensa y la enseñanza.

Pero por si todo esto fuera poco, llega ahora la técnica: SITEL, el Sistema Integrado de Interceptación Legal de Telecomunicaciones, que lo controla todo y nos controla a todos. El Gobierno lo viene utilizando sin pudor. La oposición lo adquirió cuando ostentaba el poder. Y en la sociedad se ve bien siempre y cuando se ajuste a la legalidad vigente, a fin de cuentas –se dice- no se pueden cerrar los ojos a los avances de la ciencia y resulta un arma singularmente eficaz contra el terrorismo. Si se fijan bien, la oposición, que aprovecha el asunto para minar al gobierno, sólo pide que su uso sea regulado mediante ley orgánica, por afectar a derechos y libertades fundamentales y exigirlo así la Constitución. En definitiva, el PP no ataca a SITEL sino –faltaría más- a cómo lo está utilizando y gestionando el gobierno socialista.

Ahora bien, a mi parecer, el problema de fondo es que SITEL constituye un sistema de control ciudadano, de recorte de los más elementales derechos y libertades individuales y de vejación humana tan atroz que lo hace intrínsecamente perverso, por lo que debe prohibirse taxativamente. De hecho, lo comparo con las armas nucleares y/o de destrucción masiva: pueden servir como defensa, sí, pero los daños colaterales, la gran masa de víctimas inocentes es tal que definitivamente ha acabado por imponerse el desarme, al menos como tendencia políticamente correcta.

Se me dirá que la comparación resulta excesiva y hasta demagógica porque no es lo mismo salvaguardar la vida e integridad física de los ciudadanos que su intimidad y su libertad. Pero ¿de verdad piensan ustedes que estos –hoy- elementales derechos humanos y democráticos conseguidos por occidente con tanto esfuerzo, tantas luchas, tanta sangre y tantos siglos, pueden ser cuestionados sin un debate profundo y no meramente legal? No, un mal como lo es el terrorismo no puede ni debe combatirse con otro mal igual o peor como es SITEL, al menos desde un discurso democrático y de defensa de los derechos y libertades.

Por eso se negocia con terroristas, por eso se les financia con cargos públicos y dinero público y con el pago de rescates, por eso se les imponen penas irrisorias, por eso se les da un protagonismo mediático inverosímil, por eso se les avisa cuando van a detenerlos... Por eso: porque su existencia resulta imprescindible para mantener callada a la gran mayoría honrada, ese pueblo silente que sufre y trabaja día a día. Ese pueblo adormecido por una enseñanza deficiente, una cultura inexistente, una televisión pública exorbitante y unos medios de comunicación castrados. Ese pueblo cuyo feroz adormecimiento, por lo demás, lo hace también cómplice de su propia desgracia. Y reitero las palabras de Benjamin Franklin: “Quienes ceden la libertad esencial por un poco de seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad”.

SITEL, la ciencia, el avance, el terrorismo como excusa. SITEL. ¡Por favor!


(De El Comarcal del Jiloca, 27/11/09)

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