miércoles, 28 de abril de 2010

EN LA TRASNOCHADA 18 (María Jesús Mayoral Roche)

Villamayor de Gállego, 26 de abril de 2010

En la trasnochada los libros me siguen mirando y Elena anónima ha dejado un comentario en el blog rememorando nuestra época madrileña: las horas Renfe y las presentaciones de libros con canapé incluido.

Echando un cigarro en la Cacharrería del Ateneo nos llegó la onda de que Umbral estaba en la Fnac. La tarde estaba echada: a la Fnac. El Jose y yo nos pusimos en posición de atentos, fisgándolo todo. Entró Umbral cubalibre en mano con su bufanda roja a modo de estola literaria. La cita se debía a que un columnista (creo recordar que era de El País) amigo suyo le había dedicado una biografía. El escritor se sentía a gusto, era un ambiente joven y distendido; nada que ver con aquella presentación encorsetada de la Colección Espejo de España. Además, su biógrafo conocía toda su obra y no dudó en obsequiarle adulaciones y parabienes subrayados: de Umbral se lo había leído todo y se lo sabía todo. Umbral se regodeaba al oír las palabras de su biógrafo y esbozaba su clásico cinismo en forma de sonrisa.

Los allí congregados escuchábamos con interés las explicaciones de aquel biógrafo que se estaba sirviendo de Umbral para promocionarse, para lanzarse al mundo editorial. Y Umbral, vanidoso por naturaleza, se dejaba querer. A falta de alguna querencia que otra, de alguna carencia y una amargura inolvidable, Umbral practicaba la vanidad sana: de sobra eran conocidos los malos tiempos del escritor hasta ocupar un puesto en el panorama literario. Al escritor no le importaba ser utilizado para dar a conocer su obra, así como tampoco le importó apadrinar, en más de una ocasión, a jóvenes promesas porque a su vez él también había sido apadrinado por escritores de la talla como Miguel Delibes.

A lo que iba, que ya me he pasado de línea. Escuchábamos con interés las historias del biógrafo; pero estábamos deseando que le tocara el turno a Umbral. Cuando le cedieron la palabra soltó lo que bien le pareció, le pegó dos o tres serruchazos a su biógrafo dándole a entender que no se chupaba el dedo y que las adulaciones brindadas eran más que merecidas. El biógrafo se reía poniendo cara de haba. Así era Umbral y todos nos reíamos. Cuando terminó de decir lo que le pareció de aquel libro, añadió:

- Yo me considero un inventor de palabras y ahora voy leer una hoja con unas cuántas definiciones de esas que hago que yo: fornifollar, la derechona, aznarín …

La sala estalló en risas y él, serio que serio, seguía dando definiciones sin ahorrarse calificativos. Caldeado el ambiente empezó con el turno de refranes y dichos de su cosecha, pondré un ejemplo de los que recuerdo: hombre refranero, maricón o pilonero. Estábamos en presencia del Umbral en su estado más puro.

A la salida de la presentación nos fuimos a echar una caña. Los comentarios fueron unánimes. ¡Que diferencia del Umbral lírico (Hotel Palace) al Umbral inventor de palabras (Fnac)! ¡Qué cambio de registros! El contexto y el público cambiaban y Umbral daba al público lo que necesitaba oír.

A Umbral le negaron un sillón en la Academia porque los expertos y puristas alegaban que no daba la talla. Y ahora… ¿Quién da la talla?






Fotografía: Francisco Umbral deleitándose 
con la novela de María Jesús Mayoral Alfonso I. El Rey Batallador
(Archivo "Barricada")

7 comentarios:

  1. Anónimo A: Y el tío que hay detrás de Umbral, ¿quién es...?

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  2. El vigilante de la playa.

    Televisiva.com

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  3. ¿Qué pensaría Umbral de Alfonso I el batallador? Ya nos contarás. Anónimo Anónimo.

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  4. Pues vete tú a saber... Seguro que hubiera puesto alguna pega. Umbral siempre ponía pegas, esto como mal menor; como mal mayor ponía al personal a bajar de un burro.

    Ya te lo comentaré detenidamente el lunes. Tenemos comida.

    María Jesús

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  5. Claro, el libro, el famoso libro de Umbral, era este: el de María Jesús. Como lo había comprado era "su" libro. Y él había ido a la TV para hablar de su libro. O sea: el de El Batallador.

    (No hay más que mirar la foto para llegar a esta conclusión).

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  6. Servando:
    La foto ha sido un puntazo. ¡Genial!

    Azulenca

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