miércoles, 20 de enero de 2010

EN LA TRASNOCHADA 4 (María Jesús Mayoral Roche)

19 de enero de 2010

En la trasnochada, con un libro de Camilleri entre las manos repaso la última conversación telefónica del día. Elena, una amiga de Madrid, leyendo las noticias atrasadas del fallido atentado aéreo contra USA se ha acordado de mí en cuanto ha leído Yemen.
Y en esta trasnochada cierro los ojos y me transporto al viaje más fascinante de mi vida. El avión sobrevolaba la ciudad de Sana’a y la Aurora tendía su manto de rosa entre la somnolencia del pasaje; una pantalla central indicaba la trayectoria del vuelo respecto a la Kaaba. De repente, el aparato hizo un extraño viraje e inició el descenso, mostrándome la vasta imagen cenital de verdes terrazas con forma de media luna. El primer rayo de sol se coló con fuerza por la ventanilla y una música plañidera llamó a la oración. Lo que yo sentí en aquel momento no sabría expresarlo.
Sanna’a se despertaba en medio del caos; una hermosa ciudad de barro en medio de una polvareda apestando a gasolina. No pretendo contar mi viaje; pero necesito decir que los yemeníes son gente muy hospitalaria y que en ningún momento viví una situación de peligro, a pesar de que 1998 fue un año muy conflictivo en aquellas tierras. Los habitantes de la región de Mareb estaban dedicados al secuestro de extranjeros para reivindicar sus privilegios de tribu disidente, una vez conseguidas sus pretensiones liberaban al secuestrado, al que habían tratado a cuerpo de rey. Aquel año secuestraron hasta el mismísimo ministro del interior yemení. Yo viajé a la región de Mareb (antiguo reino de Saba) detrás de una tanqueta y escoltada por unos adolescentes cubiertos de roña con Kalashnikov a la espalda. No tuve problemas; sin embargo meses más tarde fue secuestrado un grupo de europeos y el desenlace culminó en matanza. En la liberación murieron algunos secuestrados, secuestradores y varios policías yemeníes. Después de conocer aquellas tierras el resultado me pareció inexplicable; aunque puedo imaginarme lo que pudo pasar. Los gobiernos europeos presionaron más de lo debido al gobierno yemení y éste, sin cabeza ni medios, decidió entrar a saco ocasionando el fatal desenlace.
¿A cuento de qué viene todo esto? Pues viene a cuento de que acusan a Yemen de ser un nido de terroristas. No seré yo quien defienda a los terroristas islámicos. Yemen es un territorio de difícil acceso donde el todoterreno se hace indispensable y los yemeníes armados con Kalashnikov forman parte del paisaje. Por otra parte la sociedad yemení es tribal y portar armas allí es como portar joyas aquí: las armas dan estatus. Resulta natural también ver como malgastan la munición haciendo tiros al aire, aunque a veces también los utilizan como lenguaje. Esto es lo que yo viví en 1998.
Estamos en el 2010 y las cosas han cambiado a raíz de los atentados terroristas: auténticas matanzas cometidas por gente que no debería pertenecer a la especie humana. Pero inevitablemente me remonto a Yemen y es hablar del país de los Reyes Magos, es hablar del antiguo reino de Saba, es abrir la puerta de la Arabia Feliz, es hablar del Kat (hierba alucinógena que los hombres consumen habitualmente), de los halcones, en definitiva, del mundo árabe en su estado más puro. ¿Y ahora qué toca? Entrar allí a saco. Yemen es un país sin frontera porque se la arrebata continuamente Arabia Saudí, y es que la marca viene impuesta por el oro negro, la frontera de Yemen es el petróleo. Quizá Yemen sea un nido de terroristas, desde luego allí hay mucho campo y muchas cabezas huecas fáciles de adocenar. En España también padecemos el terrorismo ¿y…? Cuando se habla de petróleo, USA y terrorismo islámico se comprende todo mucho mejor. Yemen todavía vive en el Medievo y su población tiene más de salvaje que de analfabeta.
Rememorando todo esto, cierro los ojos y me transporto al mágico atardecer en Sana’a. En el último piso de una casa típica yemení reconvertida en hotel, abrimos el gran ventanal desde el que se podía contemplar toda la ciudad; tendidos en el suelo con un té en la mano permanecíamos atentos a que el almuédano llamara de un momento a otro a la oración, allí el canto del muecín es como una llamada a la guerra. Desfalleció el último rayo de sol dejando caer sus matices más rosados y carmines sobre las casas, tiñendo de dorado la antiquísima ciudad de barro hasta dejarla cubierta de destellos; en ese preciso instante todos los muecines desde los minaretes de las mezquitas lanzaron la llamada a la oración como si llamaran al combate. Nunca había visto nada tan hermoso en un estado tan puro. Siempre que recuerdo este instante no dejo de estremecerme. Salam Sana’a.

María Jesús Mayoral



Foto.- Vendedores de jambias (puñal que llevan al cinto los yemeníes) y reparto del kat.

1 comentario:

  1. Precioso, María Jesús, simplemente precioso. Nos has mandado verdaderas imágenes de Yemen, tal y como yo lo sueño.
    Besos.

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