A la alcaldesa de La Muela le ha salido una caries y le han hincado el diente. Esto venía de lejos, dicen. Pues para venir de lejos ya han tardado. En cualquier caso hay que reconocer que la Pinilla ha tenido una forma quijotesca de ejercer el cargo. Reconvertir un erial en cosechas de viento, levantar una plaza de toros en medio de un secarral, llevar al Caribe a los jubilados y abrir un polígono industrial en un desierto; si lo analizamos bien, la señora tenía una visión particular del paisaje. ¿Tú también, Victoria? Llevabas nombre de vencedora, lástima. A este pueblo sólo le faltaba un aeropuerto con línea aérea La Muela-Marbella-Islas Caimán. Bueno, ahora sólo necesitamos un juez que nos dé juego, uno con colmillo retorcido. Así tendremos de todo: molares, premolares e incisivos.
Estoy preocupada, las facturas de los trajes de Camps siguen sin aparecer. De todas formas que mire bien, porque cada uno tiene su archivo casero característico. En mi casa, por ejemplo, muchos papeles acaban debajo de las almohadas del sofá. Es divertido levantar a los que están sentados para buscar el último recibo de Eléctricas. A veces sale hasta algún calendario de San Antonio. Un amigo mío archivaba debajo del jamonero, al paso que le hacía de pisapapeles. Hay quien deja los papeles debajo del tapete de la mesa, por poner otro ejemplo. Que miré bien Camps dentro de los jarrones de Manisés: quien busca encuentra y si hace falta que levante a todos del sofá. Lo mismo encuentra lo que busca o le sale algún cheque regalo.
Tengo ganas de que termine el Barrio Sésamo Vasco. Todos los días veo en el telediario una sucesión de cabezas gordas moviéndose a los lados, cabezones comiéndose los micros, así, como sacudiéndose la mala leche que llevan encima. A ver si les queda claro de una vez eso de dentro, fuera. Ni que decir tiene que les falta la gracia de los muñecos. Ya veremos en qué termina todo, porque esta forma de utilizar la Democracia para dar el mando a los perdedores a base de pactos, no sé, no sé…
Para sosoinsulsa Soraya Sáenz de Santamaría. A este paso se va convertir en la Gisele Bündchen (que más quisiera) del panorama político español: se pasa el día posando para las revistas. Lo mismo es lo suyo, porque desde luego haciendo la oposición que se retire. Ese fuego cruzado que mantiene con la vicepresidenta es como ver a Cruela De Vil con Caperucita. Y ya, cuando pone la nariz en diéresis es para mondarse. La Vicepresidenta es otra cosa. Avienta el micro a diestra y siniestra, así como espantando moscas, echa su cuerpo hacia delante, se encara con Soraya y se deja caer con rabia en el sillón ministerial. Y es que un colorete con cara impone más que un círculo con diéresis, en fin... De todas formas el espectáculo parlamentario resulta peripatético.
La Cobra, así es conocido en algunos nidos de la oposición el Ministro del Interior. ¿Se imaginan a este ofidio con la cabeza de Alfredo? Las últimas actuaciones de Rubalcaba al mando de la Policía han sido nefastas, no las voy a recordar porque las estamos viendo todos los días en TV. En otro tiempo la Policía causaba respeto en este país; sin embargo en estos últimos meses unos asesinos desalmados la están poniendo en jaque, dejándola en ridículo. Hasta ahora no se había visto una cosa así. A todo esto hay que añadir el robo de la cocaína. Un ministro decente ya se hubiera ido a su casa, pero a éste no hay chuflaina ni dulzainero que lo aparte del cargo. La cobra sigue bailando.
Carme Chacón, vaya pedazo de ministra. Lo mismo con un traje oscuro y maquillaje de los ochenta (indumentaria de la Pascua Militar), que con chaquetón de instrucción sigue resultando lo que es: una ministra de cuota a la que le viene grande el cargo. Esto de poner a una pacifista al mando del Ministerio de Defensa puede ser todo un despropósito, o bien, meter al enemigo a casa. Y es que probablemente todavía no se ha enterado de que Defensa funciona por lo militar. No se me borrará jamás el perfil gestante de la Chacón diciendo: ¡Capitán, mande firme! Eso es hacer historia. Este Zapatero tiene uno ojo clínico para poner ministros…
El miércoles, después del dolor de La Muela, al cine. The Visitor, una película de Tom McArthy. Me encantó. Una historia filantrópica con vetas románticas a la altura de estos tiempos. La rigidez y los prejuicios caen cuando nos relajamos. Menos mal que todavía queda compasión.
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