martes, 3 de marzo de 2009

LIGUEA Y MARUZZA MUSUMECI, DOS SIRENAS SICILIANAS Por María Jesús Mayoral Roche



Acabo de leer uno de los últimos libros de Andrea Camilleri: El beso de la sirena. Lo compré porque supuse que guardaría alguna relación con el relato de otro siciliano. Hacia 1956 Giuseppe Tomasi de Lampedusa escribió una deliciosa historia titulada “El profesor y la sirena”. Quizá sea ésta la obra menos conocida del escritor de “El Gatopardo”. Hace unos años conseguí un ejemplar de 1961, única edición, creo, hecha en España por Editorial Noguer.

En ambas narraciones podemos encontrar importantes paralelismos a tener en cuenta. Tanto la Liguea de Lampedusa como la Maruzza de Camilleri son inmortales sirenas que hablan griego y enamoran a hombres inocentes; mortales que quedan prendados del olor a mar y sal de estos seres extraordinarios y caprichosos. La acción se desarrolla en Sicilia, bien sea porque sendos autores son sicilianos o bien pudiera ser porque hayan querido rememorar el legendario canto de las sirenas que Ulises escuchó en aquellas aguas, obligándolo a encadenarse para no volverse loco. Sin embargo, la diferencia la marcan los dos protagonistas masculinos: entre Gnazio y el viejo profesor hay un abismo.

Estos paralelismos obligan inevitablemente a la comparación. Superar a Lampedusa, en mi modesta opinión, es imposible. Este príncipe siciliano, con una sólida formación clásica y una sutil ironía que manejaba hasta el sarcasmo más descarnado, supo plasmar magistralmente en su relato los colores y destellos del Mediterráneo, la frescura del mar, la sutileza de la mitología, el cansancio de la vida…

Y es que Lampedusa era elegante en el lenguaje, impecable en el estilo, correcto en el pensamiento, voluptuoso en la narración y exigente de principio a fin en todo lo que hacía. Pero el esfuerzo de esta minuciosidad apenas se nota en su obra porque su escritura es suelta, con adornos y sin ellos.

Soy una gran admiradora y seguidora de Camilleri, me parece un escritor de su tiempo, me gusta lo que cuenta y como lo cuenta; pero en “El beso y la sirena” se ha quedado en lo que básicamente es: un escenográfo. Monta y cambia de escenario, nos cuenta una fábula de su niñez añadiendo algún matiz y poco más. Por mi parte me quedo con el creador de Montalbano, con el novelista original que sabe ser cuando se empeña en destapar esa Sicilia que tanto me gusta. Tomar un patrón literario tan claro como el de “El profesor y la sirena” suponía un difícil reto, en este caso imposible porque Lampedusa es insuperable. Su narración ha sido calificada como una metáfora sensual con tintes eróticos; escrita con un lenguaje vivaz y desenvuelto, el autor -con el fin de poner la dosis real a la fantasía del relato- opta por meter algunos términos dialectales.

Después de todo esto que cuento, todavía no me explico cómo Camilleri se ha arriesgado a hacer este tipo de incursión.

Puesta ya a llegar hasta el final concluiré con otro paralelismo, el que pone fin a ambas obras: la muerte del protagonista masculino, la declaración de la guerra y la destrucción de una casa. Comprueben.


El beso y la sirena (Camilleri)
“Aquella misma mañana, a Maruzza la despertó el estruendo de otro bombardeo sobre Vigàta. Se levantó y lo primero que vio, al salir, fue a Gnazio bajo el olivo. Era inútil ir al pueblo y comprar un ataúd…
Al día siguiente, volvieron los dos aeroplanos y, esta vez, a pesar de que desde un emplazamiento alemán disparaban contra ellos, tuvieron más puntería. La casa, acertado el blanco, fue destruida…”


El profesor y la sirena (Lampedusa)
“Al otro día, de madrugada, llamaron desde Génova al periódico; durante la noche el senador La Ciura se había caído al mar desde la cubierta del Rex que navegaba hacia Nápoles y aunque inmediatamente se lanzaron botes al agua, no se encontró su cuerpo…
Luego vino la guerra y mientras yo estaba en Marmárica con medio litro de agua al día, los Liberators destruyeron mi casa…”


El libro editado por Destino para Camilleri tiene una preciosa portada, está muy cuidado, pero me parece poco manejable y excesivamente caro para su contenido. Por eso he preferido colgar la fotografía de la edición italiana hecha por Sellerio; libros bien editados, más baratos y acordes con los nuevos tiempos y con su contenido. En el terreno editorial debemos dar al César lo que es del César. Como fiel compradora de los libros de Andrea Camilleri opino, sinceramente, que mientras Editorial Salamandra saca al mercado editorial lo verdaderamente bueno de este escritor; Ediciones Destino nos vende narraciones intrascendentes de escaso contenido. Allá por noviembre de 2007 compré otro título de la colección Ancora y Delfín “El pastor y las ovejas”. Ver la Anunciación de Antonello da Messina en la portada del libro suscrito por Andrea Camilleri, hizo que lo comprara en el acto. Su lectura me hizo pensar que era una novelita del estilo de las que hacía Leonardo Sciascia, eso sí, le faltaba la fuerza y el calado crítico de éste. No le concedí importancia a este pensamiento y lo dejé estar. Reconozco que no me gusta que me tomen el pelo y he aprendido la lección. La próxima vez, que será por septiembre u octubre, cuando vea un reclamo de ventas similar no volveré a caer en la trampa. No están los tiempos para tirar el dinero. Claro que esto es sólo una opinión.

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