viernes, 6 de marzo de 2009

CRONICA CON SALMONETES (por Azulenca)

El otro día viendo las noticias tuve una aparición. De repente se asomó a la pantalla una maraña de color amarillo pollo con una cabeza jíbarizada debajo; no distinguía si se trataba de una anciana o de una cincuentona algo deteriorada. Nada más lejos de la realidad, era el ex-presidente de gobierno Felipe González. Dónde está aquel Felipe de los 90, en pleno desgaste, con su pelo pintado de moreno, otras de caoba, con canas, con menos canas… Ahora se nos ha convertido en el Felipe del Caribe: el sol se lo está comiendo. Su discurso sigue siendo el mismo; es ese discurso hábil e incompresible para los listos en el que parece que va a decir mucho y lo reduce nada. El criador de bonsais comienza a escribir su final y auguro que tendrá el broche digno de un socialista de estos tiempos: viajes en avión privado, apartamento de lujo en Serrano, novia joven… y sol, mucho sol.
El pasado lunes se cumplieron 28 años de aquel golpe de Estado que los italianos califican como tragicómico. Algunos pasaron mala noche, pero luego sacaron un rendimiento que aún les dura. Nos han intentado colar una serie muy seria y con mucho rigor en TV, pero lo único que hay que entender es un mensaje para tiempos de crisis: ¡Quieto todo el mundo, que nadie se mueva! El 23-F es una fecha doblemente señalada en nuestra Democracia: el 23-F de 1983 descolgaron una abeja. Era el símbolo de un imperio que amenazaba, la abeja de los negocios de Ruíz Mateos, la abeja que incordiaba políticamente y para quitarla de en medio nada mejor que una expropiación escandalosa (para algunos indebida) para dar un escarmiento. RUMASA no te olvidamos. Si hablamos de memoria histórica, algún día tendremos que hablar también de alzheimer político.
Otra serie de TV que pese a la publicidad se ha quedado reducida a Gallina Blanca es Águila Roja. Los actores son malos con avaricia, la dicción brilla por su ausencia, son afectados y todo en conjunto resulta un bodrio infumable. Si la solución al paro consiste en colocar a los amiguetes en TVE acabaremos todos abocados al Prozac.
El sábado noche reapareció en un plató televisivo, por segunda vez, Mario Conde. No dijo nada interesante, salvo que llevaba en el bolsillo 5000€. Dinero negro, supongo. Saltaba a la vista que era un Mario recuperado, ya no era el viudo llevando el duelo por su esposa. He conocido tipos entre rejas con el perfil del Sr. Conde, yo les llamo Don Caco. Presos con trato de favor que se vuelven espirituales, solidarios, visten sport caro, se declaran engañados y por supuesto no se consideran delincuentes, pese a una sentencia firme. Cuando salen del trullo tardan poco en retomar la vida anterior: traje de alpaca, corbata de seda, coche al consonante y vuelta a los negocios. Suelen elegir negocios con visión de futuro: productos ecológicos y energías renovables. Para tipos con este perfil la cárcel ha sido una pesadilla que les ha truncado la vida familiar y sus expectativas de futuro. Mario Conde entró el otro día en el plató de TV como en sus buenos tiempos. Haré un inciso y les haré una pregunta. ¿Saben cuál es la diferencia entre una persona honrada y un vividor que entra en prisión? Mientras el primero sale trastornado, el otro resurge de las cenizas.
El pasado miércoles, como de costumbre, fui al cine. El Desafío-Frost contra Nixon. Película sólo apta para mentes dialécticamente políticas, imprescindible conocer las ideas de Maquiavelo y tener paciencia. No crean que es una entrevista en la que se parten la cara y la tensión se masca, no, la “peli” es otra cosa. Los pocos espectadores que había en la sala se pusieron impertinentes (a removerse en la butaca) y es que El Desafío es un rollo político bien traído sin más pretensiones.

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