Villamayor de Gállego 30 de marzo de 2010
En la trasnochada escucho el eco de los tambores preparando la Semana Santa. La historia más grande de nuestra civilización se vuelve a conmemorar. En medio de tanto ruido apenas escuchamos ni prestamos atención al significado de estos días. La Semana Santa se ha convertido en relax, playa, montaña, viajes… Lo importante es saber si va a hacer buen o mal tiempo, si se va a poder disfrutar de lo que sea, el caso es disfrutar y no pensar en nada.
Otra forma de vivir la Semana Santa es asistir a las procesiones. En Zaragoza son días de bombo y tambor, de pasos, cofrades, faroles, manolas; me atrevería a decir, sin intención de molestar a nadie, de espectáculo. Pero, en medio del mundanal ruido, nos estamos olvidando de la esencia, del mensaje que nos dejó Aquel que derramó su sangre para decirnos que nos amásemos los unos a los otros. Un mensaje sublime hasta para los no creyentes.
En medio de todas las novedades que van surgiendo cada año en torno a la Semana Santa zaragozana, el próximo jueves a las doce de la noche saldrá, como siempre, La Piedad. En la madrugada del viernes el silencio se adueñará de la noche y en la Plaza del Justicia todo estará dispuesto -como se viene haciendo desde 1.938- para dejar paso a La Piedad. La procesión más sobrecogedora de cuantas salen en Zaragoza. Es su silencio, su recogimiento, la sobriedad de su hábito, su Cristo y la carroza de la Virgen de la Piedad, obra del escultor murciano Antonio José Palao; lo que hace en todo su conjunto una procesión que invita al rezo. Es la propia historia de la cofradía la que le confiere una tradición seria, sin exhibicionismos, sin toques de tambor estridentes, sin frivolidad; sino más bien viviendo la Semana Santa, sintiéndola.
Pero cuando hablamos de historia es volver al recuerdo de tiempos pasados, tiempos que nada tienen que ver con estos. Años en los que La Piedad iba poco acompañada, era la España de serenos y la gente no salía, o no se atrevía a salir de noche ni siquiera para acompañar a los “pasos” de la Semana Santa. Y los cofrades, fieles a la tradición, vistiendo con sus austeros hábitos(*) de lana blanca y capirote azul confundiéndose bajo la noche, con la cruz de Jerusalén bordada en rojo sobre el pecho y el símbolo de la Virgen en azul, salían en la madrugada con La Piedad para vivir su devoción. Sólo las baquetas increpaban al silencio en aquellas noches ausentes de público. Pero la historia de esta cofradía la han hecho sus cofrades, con sus momentos, con las vidas de los que han tirado de la carroza de La Piedad aún sabiendo que iba a ser la última vez que tiraban de ella, rezando como lo habían hecho siempre. Y es historia también, el privilegio que obtuvo esta cofradía para indultar a un preso, que vestido como un cofrade más junto a otros sale en la procesión. El Jueves y Viernes Santo veremos mesas presididas por los cofrades de la Piedad ayudando a la Hermandad del Refugio en su colecta anual destinada a los más necesitados. Hablar de La Piedad es hablar del verdadero espíritu de una cofradía, de una devoción que todavía subsiste a pesar de los tiempos que corren.
En la madrugada del Viernes Santo, ¡silencio!, sale La Piedad. ¨
María Jesús Mayoral Roche
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(*) El diseño del hábito de esta cofradía lo hizo el arquitecto Regino Borobio Ojeda.
Foto.- Imagen de Nuestra Señora de la Piedad, Iglesia de Santa Isabel (Zaragoza).
Muchas gracias. Soy cofrade de Ntra. Sra. de la Piedad desde hace veintiséis años y al leer tan emotivo escrito he sentido casi lo mismo que cuando los hermanos oímos a las 24:00 del Jueves Santo las campanadas del Pilar dentro de San Cayetano y bajamos el paño del capirote: las puertas se abren "la Piedad está en la calle"
ResponderEliminarNo se porqué la Semana Santa me recuerda a Buñuel, y las procesiones de Sevilla aquellos filmes rancios de los años 50 en blanco y negro y con cierto acercamiento al terror.
ResponderEliminarMaría Jesús, supongo que la Semana Santa te recuerda a Buñuel por... por aquello de que era de Calanda y se ufanó de serlo promocionando la Semana Santa de la zona, lo cual es muy de agradecer para los que queremos a nuestra tierra.
ResponderEliminar(Ahora en serio): seguramente la Semana Santa de Zaragoza es muy seria, bastante más seria que todo el folclore y colorido andaluz. Y no sólo más seria que el folclore andaluz, también más seria que lo que se hace por la zona de hijar y Alcañiz (la ruta del tambor). Creo que tanto andaluces como bajoaragoneses se están confundiendo, al menos desde el punto de vista litúrgico y de credibilidad. Claro que como vivimos en tiempos de una vulgaridad extenuante, los fuegos artificiales suelen ser el espectáculo favorito de la plebe. De los robots (que diría Vladimira).
La Semana Santa debe ser algo serio.
Ojo, y lo digo yo que me autodefino agnóstico y, evidententemente, sumamente respetuoso con todos los credos, especialmente con el católico al que mental y culturalmente pertenezco.
Besos.
La Semana Santa en Zaragoza era seria. Ahora hay algunos que se empeñan en imitar el estilo andaluz y esto es lo que no me va. Aragón tiene su propio estilo y el andaluz va bien para Andalucía. De igual manera que no me imagino el estilo aragonés o castellano en Andalucía.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios.
María Jesús Mayoral Roche
Pienso que la Semana Santa en Andalucía no conserva el espíritu religioso de la Semana Sant. La de Zaragoza sí. Desconozco si se está volviendo folclórica la de Zaragoza. Espero que no.
ResponderEliminarPero me ha gustado mucho tu artículo y los comentarios.
salud!!
Vladimira