jueves, 21 de octubre de 2010

¿ES NECESARIO EL ORDEN? (Narciso de Alfonso)



¿Es necesario el orden?

Yo creo, Sabatini, que el orden es sólo relativamente necesario, muy relativamente necesario, y que antes de lanzarse a ordenar conviene hacer un minucioso balance de la situación, ya que el orden impremeditado, ese que a veces aplicamos sin encomendarnos a dios ni al diablo, a menudo destruye, amputa, aprisiona, esclaviza, esteriliza, rompe, mata, trastoca, encorseta, reprime, inhibe y asesina aquello que inocente pero insensatamente queremos ordenar y organizar.

Hay que ser extremadamente cauto antes de decidirse a poner algo en orden. Dagamundo de Cantalupo, hombre célebre por sus arranques de cólera y su pasión por la ópera, quiso ordenar sus horarios de ocio y acabó trabajando todo el día. Cirilo Secundario, conocido por pintar de azul su caballo para pasear camuflado junto al mar, quiso, inocentemente, ordenar sus ideas, tan sólo sus más inmediatas, útiles, prácticas y eficaces ideas, y acabó queriendo pintar el mar del color de su caballo, que era tordo avinagrado. Patusio de Gandía, que ni se llamaba Patusio ni era de Gandía, famoso por fumar ininterrumpidamente, incluso durmiendo, quiso ordenar sus camisas de verano, algo que parece sencillo, y acabó quemando todas sus camisas, no sólo las de verano, sino también las de invierno y las de entretiempo y las de gala y las de doble puño, todas, y usando una túnica del color de la oscuridad que nunca se quitaba, ni siquiera para dormir.

Como puedes ver, Sabatini, te he contado casos sencillos, sin trágicas repercusiones, pero si te contara los casos más sangrantes, aquellos que han destruido existencias y hasta naciones enteras, serías sin duda mucho más cauto antes de ponerte a ordenar algo, por pequeño que sea. Enrique VIII, rey de Inglaterra, quiso ordenar su conciencia, nada más y nada menos, y acabó cortando cabezas y cambiando la religión de su país.

Los hombres, Sabatini, precipitados e incoherentes, pretendemos a veces resolver, con el orden, cosas que exigen más bien una gran energía madura e inspirada. Así nos va, claro.

Cuescos

1 comentario:

  1. Todos los dictadores, dictadorcillos y dictadorzuelos habidos y por haber se han refugiado en la frase atribuida a Goethe: "prefiero la injusticia al desorden" (cuando el pobre Goethe parce que dijo: prefiero una injusticia al desorden, pues éste produce mil injusticias).
    Quizá yo no toleraría el desorden absoluto (está por ver), pero me encuentro muy a gusto entre cierto desorden y me resultan teriblemente antipáticos los jefes de protocolo y aquellos que te están diciendo: un sitio para cada cosa y una cosa para cda sitio ¡qué horror! O sea que estoy contigo Narciso.

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