SGS
Cada vez me cuesta más decidirme a ir al cine, muchos factores me lo impiden. Las salas de proyección han ido emigrando del centro de la ciudad hacía ese infierno de Dante actual que se cobija bajo el engañoso nombre de “centro comercial”. Nada más entrar en uno de estos lugares sufro una mutación y veo con terror como me crecen los colmillos, aumenta el vello en mi pecho y comienzan a embargarme instintos criminales. Siento especial agresividad hacia los palomitófagos, esos seres que se sientan en la butaca de al lado y entre aparatosos sorbos de cocacola engullen palomitas ruidosamente. Se lo que siente una hormiga asesina cuando topa con otra que no es de su hormiguero. Pero cuando consulto la cartelera, se me cae de las manos: ensaladas de tiros, gratuita violencia, festival de efectos especiales, tontorras comedias de cine americano…..dejo aparte la resurrección del trasnochado invento 3D, que aparte de producirme mareos, trata de transporta a tres dimensiones a una sociedad unidimensional.
En fin, de pronto, una corriente de aire refrescante. Oscar Aibar, aquel de “Platillos volantes”, estrena una película sobre Vázquez, el dibujante de la familia Cebolleta, las hermanas Gilda y Anacleto. ¡Vaya!, me digo, la cosa promete, Santiago Segura es una gran incógnita, pero puede resultar. Yo esperaba que la sala estuviese llena de vejestorios nostálgicos, y, no, hay mucha gente joven. Todavía no está el mundo perdido. Oscar Aibar, de escasa carrera algo irregular, cuando da, pega, y en el presente caso lo logra plenamente. La película se concibe con un presupuesto escaso y esto es, precisamente, un valor añadido, ya que le ayuda en gran medida a presentar aquella España casposa en la que se desarrolla la interesante vida del gran dibujante Manuel Vázquez, un genuino representante intemporal del pícaro español, que entronca con los mejores ejemplares del siglo de oro. Enrique Villen y Óscar Angulo, sencillamente magníficos y entrañables, son puntales maestros para que la película se sumerja en ese indefinible ambiente de los tebeos (me resisto a llamarlos comics, estaban muy por encima de ellos) de la editorial Bruguera, trozos de cuyas páginas todavía llevo pegadas a mi cerebro, como si fueran parches de nicotina, en este caso de nostalgia, que me ayudan a pasar el peor de los monos, el de la decadencia. Santiago Segura, que algún día descubriremos que es una persona y no un personaje, cumple, contribuyendo también a convertir a Vázquez en otro protagonista de tebeo, no en balde él mismo obró su transformación en sus historias del tío Vázquez, pasando a vivir, según Ibáñez, a la buhardilla de la Rue del Percebe, 13.
Antonio Envid.
Muy bueno el montaje de la foto. De la galería que tiene Servando de fotos de Zaragoza con actores famosos. Bueno, el texto también muy bien, he visto la pelicula y responde al comentario. Recomendable.
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