sábado, 2 de octubre de 2010

SOCIEDAD VS AUTORIDAD por Javi


Cualquiera de nosotros ha sido testigo de escenas como la de la avalancha de pasajeros que sin respetar la cola de un autobús, se abre sitio a codazos para conseguir un asiento, o del adolescente o no tan adolescente poniendo los pies sobre el asiento de ese mismo autobús, o sin bajar de dicho transporte, como todo el mundo, o casi, tiene un súbito interés por saber lo que pasa al otro lado de la ventanilla cuando sube un anciano o una mujer embarazada.
Todos hemos sido testigos del ciudadano que arroja ostensiblemente o con disimulo la porquería que tiene en la mano a la acera aunque tenga una papelera en sus narices. O del ciclista o peatón que pasándose por el arco del triunfo las prioridades de circulación invade el camino del otro. O del fulano que permite que su perro siembre de bombas antipersonas las aceras de nuestra ciudad.
Los que tenemos hijos en edad escolar, además hemos conocido a través de ellos cómo el profesor del instituto se presenta como Paco, Fernando o Johnatan y pide a la concurrencia que lo tutee. O cuando, sin pedírselo, cualquier lechugino se dirige a nosotros como si tuviéramos algo más en común que pertenecer a la misma especie.
No estoy hablando de normas de urbanidad tan desgraciadamente denostadas en los últimos tiempos y que a mi juicio son el aceite o el bálsamo que suaviza la fricción de una convivencia social. No. Hablo de dejación de la sociedad civil de sus responsabilidades educadoras. La sociedad muelle en la que vivimos nos ha llevado a evitar la confrontación, el mal rato, a dedicar el tiempo que sea necesario a ilustrar a nuestro hijos o a conciudadanos sobre lo feo que es insultar a un profesor, pegar a la pareja o dejar solos a nuestros mayores.
Nos vamos muy tranquilos a la cama sabiendo que llevamos a nuestros hijos al colegio para que los eduquen, colocando a nuestros padres en algún agujero infecto para que los cuiden o pensando que si hay actos de violencia, incivismo o canalleria varia, ya están las autoridades para corregirlo.

5 comentarios:

  1. Hola Javi, interesante reflexión que en mi caso no me puedo aplicar.

    Estos días los he pasado en el hospital y allí he visto cómo hay hijos que no dejan a sus padres ni a sol ni a sombra. Conviven con padres de alguien que ni siquiera aparece y que delegan la compañía y cuidados en una señora que los pasea, los cuida y les da el cariño que sus hijos "no tienen tiempo" de darles.

    Digo que no me puedo aplicar porque nunca me fio de nadie, porque uno de mis grandísismos defectos es pensar que nadie los va a cuidar mejor que yo. Que ver su sonrisa de satisfacción cuando te miran, es sencillamente uno de los mejores momentos de la vida de cualquiera.

    Lo mio llega hasta el extremo de pensar que los señores de la ambulancia van a tratar a los ancianos padres de alguien como si fuera muebles, sin cariño y sin cuidado.

    Llego a a pensar que el cirujano no les prestará atención porque son mayores.

    Me enfurezco y lo paso mal. Y no duermo pensando en que vana sufrir esa falta de cariño y también de respeto.

    Y,sin embargo, los jóvenes forzudos de la ambulancia los tratan con cariño exquisito y familiar, les acarician la carita delgada y blanca,les sonríen, les gastan bromas, los llevan con un cuidado, que algunos hace tiempo que no reciben.

    Y el cirujano, ese señor antipático y parco en palabras a los familiares, lucha por ellos y suben a verlos todos los días, limpian sus heridas duante mucho rato, con mimo y paciencia, cuando muchas veces podrían hacerlo las señoras enfermeras...y les hablan de su piel blanquísima y finísima, con admiración verdadera.

    Esos días yo vuelvo a casa pensando que no todo es una mierda. Que hay buenos profesionales que ponen un plus en lo que hacen y que merecen mi respeto y mi admiración y mis disculpas por prejuzgarles sin ver cómo desempeñan su trabajo.

    Yo me he llevado una lección bien aprendida estos días.

    Vladimira

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  2. Es verdad que hay gente para todo: buenos, malos y mediocres profesionales, como hay buenos, malas y mediocres personas (además suelen coincidir: mala persona, mal profesional). Y es ciero, no sé algunos de estos cirujanos o especialistas que se creen Dioses (¿os habéis fijado que cuando un médico lleva fama, le dicen que es "una eminencia"?) En fin, afortunadamente, creo que hay de todo como en botica: buenos, malos y regulares.

    Otra cosa son las formas, que es lo que más apunta Javier: si se quiere vivir en sociedad resultan imprescindibles; si no, a la selva. Hay una máxima que se usa mucho en Derecho (el Derecho tiene mucho de ritual, de litúrgico, de formal... y no sólo el Derecho procesal); hay una máxima, digo, con la que estoy muy de acuerdo: "sí a las formas no al formalismo".

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  3. Opino lo mismo, claro. Las formas son respeto a los demás y a través de los demás, a uno mismo.

    Es importante tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros.

    V.

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  4. Javi habla de un asunto de mala educación, que yo creo que es el centro del problema. Todas las culturas han educado a sus nuevas generaciones en unos prinicipios, no siempre plausibles, que garantizaran su contonuidad.
    Curiosamente hoy en España (también en otras latitudes del mundo occidental) la educación basada en principios que nos gustaría transmitir, tales concepto de orgullo de pertenecer a una sociedad (patria), respeto a los demás, derecho a la vida, concepto de autoridad (incluyendo la educación a las autoridades sobre las graves responsabilidades que asumen), honradez, etc. etc. se consideran retrógrados y la gente ni se atreve a manifestarlos. Todo ello por un mal entendido derecho a la libertad, que es mucho más alienante que el respeto al derecho de los demás, pues está produciendo individuos sin ningún referente moral y por tanto tremendamente desorientados.
    Si a pesar de ello, el país está lleno de buena gente, profesionales que realizan horadamente su trabajo, trabajadores que defiende los intereses de su empresa, funcionarios que tratan de ser eficientes y repetar los derechos de los administrados, y solo una minoria de vándalos, es porque como creía Rousseau el hombre es bueno por naturaleza.

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  5. Javi, ya sabes que me suelo quedar con lo que no es muy común.
    Me entusiasma la foto. La mierda ¿es humana no?.
    Lo digo porque hoy, como los perros no pueden comer huesos ni "reciclar los residuos sólidos urbanos orgánicos" de las familias y solo comen piensos, estoy seguro de que la mayoría de las mierdas que se ven por la calle son humanas.
    Es que aprovechamos cualquier ocasión para dejar nuestra mierda para otros.
    Por otro lado, estoy totalmente de acuerdo de que la urbanidad es la asignatura pendiente de nuestra sociedad.
    Un abrazo.
    Juan Isidro Gotor

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