jueves, 9 de septiembre de 2010

ETA EN SU LABERINTO (Armando Bulla)

SGS

Cuenta Mario Onaindia en sus memorias, que cuando ellos, un docena de jóvenes, a finales de la década de los sesenta, iniciaban los actos terroristas, más contra una dictadura y su represión policial, con tintes de reivindicaciones obreristas, que a favor de una difusa patria vasca, y eran cazados y reprimidos con dureza, pues carecían de infraestructura y el control policial era férreo y se enfrentaban a procedimientos sumarios militares (Proceso de Burgos), en esos tiempos el PNV creaba una escuela de concejales para formar mandos políticos y se abstenía de realizar cualquier acto que pudiera molestar al Poder.

El PNV sabía que la dictadura tenía el tiempo contado y que después vendría una democracia más o menos imperfecta, pero democracia, y tenía que preparar a sus filas para tomar el poder. Mientras, que esos chicos de ETA (como los denominaba Arazallus) hicieran el trabajo sucio. Y así fue, durante treinta años el reparto de papeles funcionó. El PNV ha ejercido su poder omnímodo en las Vascongadas, manejando a su antojo los substanciosos presupuestos, mientras ETA desarrollaba el lucrativo negocio de la extorsión. Yo no digo que hubiera un pacto expreso entre ambos, entre otras cosas porque los chicos de ETA pensaban por su cuenta y crearon una especie de administración paralela, que cobraba sus impuestos y controlaba con el terror a parte de la sociedad vasca, pero a todas luces gozaban de una amplia tolerancia, a cambio, ningún miembro político del PNV era molestado.

El resultado ha sido que mientras el resto del país ha gozado de amplias libertades democráticas, en el país vasco se vive bajo el temor de la política del palo y la zanahoria del poder (si estás con nosotros: zanahoria) y la extorsión de la bala en la nuca por la banda de terroristas. Parece ser que la sociedad vasca está comenzando a estar harta de esta situación y hoy ETA ya no goza de la aquiescencia de sectores de la sociedad vasca que en otro tiempo tenía. Aunque no nos engañemos, siempre habrá descontentos y marginados sociales que los apoyarán.

En este estado de cosas, cuando ante las próximas elecciones municipales y luego las autonómicas, el PNV acaricia la idea de obtener votos suficientes para tomar el poder, que, por otra parte, nunca ha perdido del todo ya que maneja las Diputaciones, que es donde están los dineros y el PSE sueña con tener un tirón suficiente como para poder hablar de tú a tú con los peneuvistas, llega ETA y hace una declaración para dejar la violencia y pone en solfa todo el tinglado. El PNV piensa que en una hipotética legalización de los partidos de la izquierda radical tendrá que repartir algunos miles de votos con ellos y el PSE cree lo mismo, que algunos votos de izquierda pueden irse con estos radicales.

Yo no creo, desgraciadamente, que estemos ante el comienzo de la desaparición de ETA. En realidad el terrorismo vasco, como tal terrorismo con disfraz político, inició su decadencia en una fecha precisa: el 11 de septiembre del 2001, cuando el mundo occidental se dio cuenta de que los movimientos terroristas no eran cuatro románticos guerrilleros que en las montañas de Cerdeña o por los caseríos vascos reivindicaban etéreas utopías, sino unas formidables fuerzas con interconexiones reales o posibles entre todas ellas, que amenazan los cimientos de nuestra civilización occidental. Las bandas de ETA se transformarán en una especie de mafia o camorra como ya predijo Julio Caro Baroja, que infestará la sociedad, se aliará con el poder para corromperlo, amañará elecciones, situará a hombres suyos en puestos clave de la policía y los ayuntamientos, y se dedicará a sucios negocios, cuyos beneficios lavará con otros legales, y en todos los cuales mandará la prebenda o el tiro en la nuca, según convenga. Históricamente así ha ocurrido, la mafia tiene sus orígenes en movimientos de liberación de Sicilia contra la administración borbónica española y la camorra tiene un origen similar.


Armando Bulla

2 comentarios:

  1. Interesante artículo para iniciarse en el problema vasco.
    Enhorabuena, Bulla.

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  2. Antónimo, heterónimo, pseudónimo o quién quiera que seas. Vaya bollo que tenemos en España

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